Por
  • Fernando de Franco Paz

Sobre la educación

Con la educación se transmiten no solo conocimientos, sino también experiencias, pautas de comportamiento, razonamientos o espíritu crítico
Con la educación se transmiten no solo conocimientos, sino también experiencias, pautas de comportamiento, razonamientos o espíritu crítico
FP

Según un antiguo proverbio checo, “el mundo avanza porque los hijos saben más que los padres”. Pienso que contiene una afirmación lógica, y está claro que, según el mismo, el motor de cualquier grupo humano es el saber, entendido en un sentido amplio.

Se adquiere, normalmente, a través de la educación. Me referiré en este breve artículo a la dirigida a los niños y adolescentes. De modo escueto, cabría decir que es el medio del que se vale la sociedad para lograr que los menores, cuando sean adultos, sepan vivir con los demás, obtengan la suficiente autonomía y bienestar, y puedan contribuir a mejorar esa comunidad de la que forman parte. A través de la misma se transmiten no solamente conocimientos, sino también experiencias, pautas de comportamiento, razonamientos o espíritu crítico. Corre a cargo, fundamentalmente, de tres instituciones: la familia, la escuela y la propia sociedad. Y por supuesto, no impide que esos menores vivan su infancia y adolescencia.

Ciñéndonos a España, profesionales de la educación –algunos muy conocidos– han denunciado públicamente el progresivo empeoramiento de la misma. Tampoco ha salido bien parada en supuestamente reputados informes internacionales, elaborados para evaluar la enseñanza. Y son constatables las carencias de un buen número de los estudiantes que ingresan en las universidades –deficiente expresión oral y escrita, insuficiente capacidad de abstracción y crítica…–.

Hace tiempo que se discute cuál puede ser el sistema idóneo y, a veces, los políticos dicen que es preciso alcanzar un pacto para elaborarlo. Pero me ha parecido percibir que algunos no tienen claro cuáles han de ser los objetivos de la educación y otros no ven que produzca réditos electorales a corto plazo.

¿Urge hacer cambios? No soy el único que piensa que, en realidad, es preciso efectuar otro planteamiento, pues hace años que la educación se ha ido alejando demasiado de los fines antes apuntados, sobre todo, debido a un problema de método.

Trasladémonos hacia atrás unos sesenta años. Nuestro sistema educativo tenía importantes defectos, algunos propiciados por el régimen político existente. Fui alumno en esa época, y si tuviera que resaltar varios de ellos, siempre generalizando, me inclinaría por el abuso del estudio memorístico, la práctica de castigos físicos o la tendencia a considerar al menor más como un objeto que como un sujeto. Por cierto, pese a ello, curiosamente un buen número alumnos acababan adquiriendo una aceptable cultura general.

Con este panorama, en la década de los setenta del siglo pasado, y coincidiendo con el importante cambio político operado en España, se importó una nueva pedagogía que, poco a poco, fue abriéndose paso en nuestra enseñanza. Y, como tantas veces ha ocurrido a lo largo de la historia, también en este ámbito, se ha producido un movimiento pendular, pasando de un extremo a otro. Sirvan, como muestra, tres notas de nuestro actual sistema educativo.

‘Aprender jugando’, obviando que todo aprendizaje requiere un cierto esfuerzo intelectual y disciplina –ambas de exigencia gradual, por supuesto, a medida que el menor va creciendo– y cometiendo el error de confundir lo ameno con lo lúdico. ¡Qué beneficioso es jugar fuera del aula y qué engañoso puede ser hacerlo dentro! Hacer creer a los alumnos que la vida va a ser una constante felicidad es un modo fantástico para retrasar su madurez. El caso es que un día no tendrán más remedio que salir de la burbuja.

‘Obsesiva atención a la faceta emocional de menor’, confundiendo el buen trato hacia el mismo con que sea el escultor, sin ayuda, de su personalidad.

‘Llevar a cabo proyectos o trabajos usando las nuevas tecnologías’, lo cual supone no pocas veces dar un salto en el vacío, al no haberse logrado previamente que los alumnos asienten los conocimientos necesarios para establecer posteriormente relaciones. De este modo, una tentación de los mismos es el llamado copiar y pegar.

Un inadecuado sistema educativo tiene una relación directa con graves problemas sociales existentes que tienen como actores a los menores: consumo de alcohol y drogas, empleo de la violencia, falta de respeto... Por otra parte, como ya he señalado anteriormente, la educación también necesita de las familias y la sociedad; sin embargo, hace tiempo –y hablo en términos generales– que ha disminuido su protagonismo.

Mi intención a lo largo de este artículo ha sido concienciar al lector. ¡Ojalá otros se sumen al intento!

Fernando de Franco Paz es profesor titular de Derecho Civil fdefrancopaz@gmail.com

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