Por
  • Luisa Miñana

Espejito, espejito

Las redes sociales nos devuelven nuestro propio reflejo.
Las redes sociales nos devuelven nuestro propio reflejo.
Javier Blasco / HERALDO

Una encuesta de Pew Research Center dice que en 2018 el 20% de los estadounidenses se informaron a través de las redes sociales, un porcentaje ya mayor al correspondiente a quienes lo hicieron en la prensa escrita (16%). Habría que preguntarse cuántos de aquellos ciudadanos son conscientes de que, como insiste el profesor Atte Jääskeläinen, las noticias que cada uno encuentra en sus redes sociales están seleccionadas algorítmicamente a medida, en función del rastro personal: cómodo micro-universo informativo, sin indicio de fisura, realidad autoespecular.

La filosofía del ‘hágalo usted mismo’ nació como rebeldía a la homogeneidad y la mediocridad de los diseños industriales, a la complejidad técnica y a los sobrecostes. Por ejemplo, en 1974 Enzo Mari publicó ‘Autoprogettazione’, un catálogo gratuito para hacer con unas simples tablas y unos clavos el mobiliario de toda una casa. Recibimos, en su comienzo, las redes sociales con la esperanza del ‘hágalo usted mismo’, canal y altavoz sin intermediarios. Pero como en la famosa ‘república independiente’, siempre amable y ordenada, por pequeña que sea, las redes sociales han terminado abriendo las mismas puertas a los mismos decorados. Hemos acabado en la chapuza, pero vamos tirando: fuera hay demasiado ruido, y no tenemos tiempo. Así que no está de más recordar que hay profesionales de la comunicación, capacitados para romper los mullidos espejos y abrir nuevas puertas. No está de más saber que los necesitamos.

Luisa Miñana es narradora y poeta

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