Elogio que ofende

Efectos de las inundaciones en Tafalla (Navarra).
Efectos de las inundaciones en Tafalla (Navarra).
Jesús Diges / Efe

En estas fechas, las noticias que llegan de Navarra suelen girar en torno a los Sanfermines, con su ‘chupinazo’, sus ikurriñas expansionistas, o sus encierros, polémicos actualmente porque, debido a la aplicación de antideslizantes en el firme y al entrenamiento de los cabestros, las carreras son menos atractivas para los corredores más puristas y experimentados.

A veces, sin embargo, la fiesta cede espacio informativo a hechos inesperados. En 2016 fueron las violaciones de un grupo de hombres a una joven, recién confirmadas por el Tribunal Supremo. Este año ha sido una lluvia torrencial que ha dejado un muerto y varias localidades anegadas. Respecto a esta noticia, una noche escuché por la radio a un edil de una de las poblaciones más afectadas. El hombre, además de narrar las penalidades de la ciudadanía, que, según dijo, justificaban la declaración oficial de ‘zona catastrófica’ y la llegada de fondos forales y estatales, quiso, sobre todo, destacar con orgullo la abnegada entrega de la gente del lugar para limpiar calles, locales y viviendas.

Me sorprendió tal énfasis en la solidaridad, como me extrañó en su día que el tenista Rafael Nadal fuera noticia por remangarse junto a sus vecinos en un caso semejante. Pero me chocó más que el edil navarro elogiara reiteradamente a la juventud de su pueblo, por el hecho de que, estando Pamplona tan cerca, en lugar de irse a los Sanfermines, hubiera permanecido al pie del cañón, escobón en mano. Tales palabras, en las que no capté ningún sentido oculto, me parecieron un claro ejemplo de cómo un elogio sincero puede albergar una ofensa.

jusoz@unizar.es

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