Por
  • Jorge Sanz Barajas

¡Esa verdad tuya!

ILUSTRACIÓN:
:
VÍCTOR MENESES

El Profesor Perplejo está de vacaciones. Cualquiera diría que va a descansar, pero no: le asaltan ahora las peores pesadillas. Ayer, de hecho, soñó que dirigía una escuela de negociadores. El primer día no estuvo mal: caras de amigos, gente cabal, algún nubepensador. Durante el segundo se inscribieron empresarios, negociadores de organismos internacionales, alguna paisana despistada… Las cosas suelen torcerse al tercer día: por lo visto, los grandes líderes políticos, en su afán por cursar estudios que no piensan emplear, coparon las últimas plazas de forma masiva.

Las primeras clases fueron bien, pero todo se torció cuando el viejo profesor empezó a entrenar las habilidades del buen negociador: formación permanente, interés y curiosidad por cualquier cosa que interese al otro, infinita capacidad de escucha, trabajo en equipo, control de las emociones, piel dura para sentarse con quien nos repugna, ética, resistencia a la ofensa, confianza en los litigantes y capacidad para tomar decisiones.

«¿Y la honestidad? -dijo uno de ellos- Yo siempre digo la verdad». El viejo profesor le citó de sopetón a Machado: «¿Tu verdad? No, la Verdad / Y ven conmigo a buscarla / La tuya, guárdatela», pero en el último momento decidió mentirle: «La cita es de Steve Jobs», dijo. Cuestión de autoridad.

¿Por qué pondrán a negociar a los menos capacitados? -pensó para sus adentros-. ¿Quizá porque no son ellos los que toman las decisiones? Mejor no lo despierten todavía.

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