Adjunto a la Dirección de HERALDO DE ARAGÓN

Zaragoza 4.0: reconexión

Vistas aéreas de Zaragoza desde la torre de Nuestra Señora del Pilar, la más próxima al Ayuntamieto y a la plaza / 10-10-2016 / Foto: José Miguel Marco
Imagen aérea de Zaragoza, .
José Miguel Marco

Las ciudades son las verdaderas propulsoras del crecimiento económico y de la creatividad en el mundo, por encima de estados y regiones. En este contexto, Zaragoza no ha parado de afianzar su posición, hasta que cierta parálisis colectiva ha erosionado su éxito. El legado de la Expo de 2008, ejemplo de excelencia e implicación de todos los sectores de la urbe, se diluyó con la crisis económica que arrancó ese mismo año. Ahora, superada la anterior legislatura (muy centrada en lo social, pero sin proyecto ni cultural ni económico), es obligado redefinir el modelo. Es necesario recuperar el consenso para impulsar los puntos fuertes de la ciudad: la tolerancia, la calidad de vida, la situación geoestratégica, el legado artístico e histórico, las universidades, la logística, el buen clima laboral, un sector industrial y financiero consolidados, las energías limpias (no falta sol ni viento), la atención hospitalaria de calidad, la investigación, los grandes eventos y congresos, el turismo, el deporte...

La revitalización de esta ciudad bimilenaria se debe sustentar en una nueva alianza entre las administraciones y la sociedad civil. La estrategia clave es la reconexión. Hay que recuperar el espíritu de la Expo que potenció la oferta cultural, urbanística y turística hasta proyectarla por el mundo. La ausencia de un liderazgo aglutinador ha generado en los últimos años una atomización de las energías y la creatividad frente a la pujanza de otras localidades medianas como Málaga, Valencia o Vigo.

Es urgente establecer una conexión entre la economía clásica y el ecosistema que configuran las empresas emergentes con un fuerte componente tecnológico. Es necesario intensificar el nexo entre los polos de excelencia científica (desde algunos departamentos universitarios a iniciativas como el Mobility City, pasando por Etopia y centros como el Grupo de Oncología Molecular del Instituto de Investigación Sanitaria de Aragón) con el mundo cultural porque el vector ciencia-arte se adivina como uno de los principales en el siglo XXI.

Es imprescindible acelerar la conexión de la antigua Caesaraugusta y las nuevas tecnologías: redes 5G para mejorar las condiciones de habitabilidad, digitalización fiscal, clústeres innovadores muy ligados a la industria (del metal y agrícola) y los servicios a empresas, inversión en I+D orientada a la creación de empleo de calidad, y una administración totalmente digital que funcione sobre el principio de ‘solo una vez’: el Ayuntamiento no puede pedir a los ciudadanos la misma información dos veces.

Es importante conectar a Zaragoza con su área metropolitana, generando sinergias que fortalezcan al mismo tiempo el centro y la periferia, y con el resto de Aragón.

En definitivas, hay que conectar a la capital del valle del Ebro con el futuro, evitando el atávico pesimismo aragonés cuando se mira al presente. La Expo demostró que nunca ha avanzado tanto Zaragoza como cuando políticos de diferentes sensibilidades y los representantes de la sociedad civil se han puesto de acuerdo a la hora de impulsar proyectos de ciudad. Eso sí, hay que tener claras las prioridades.

Por último, hay que reconectar a las gentes que viven y que acuden a Zaragoza porque esa es la esencia de la metrópoli. Son imprescindibles las interconexiones ‘online’, pero entendiendo siempre que son complementarias de las interacciones cara a cara. Son las personas los que hacen la ciudad abierta, tolerante, pacifista, elegante, próspera, orgullosa, pionera, cosmopolita, solidaria, feminista, culta, innovadora…

En tiempos de las polis griegas, el poeta Alceo de Mitilene dijo: «No son las casas con buenos tejados, ni las sólidas paredes de piedra, ni los canales ni los puertos los que hacen la ciudad, sino los hombres capaces de usar sus oportunidades». Al igual que en el pasado clásico, no es la tecnología la que hará que Zaragoza tenga futuro, sino la capacidad de los ciudadanos de usar esa tecnología para generar una urbe atractiva, acogedora y conectada.

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