Los pulsos para las investiduras
Repetir las elecciones generales, y no digamos ya las autonómicas de Aragón, sería un fracaso en toda regla para el conjunto de los partidos, en especial para Podemos y Cs. El bloqueo de los de Rivera a los pactos que no sean con Vox, como ya está demostrado en Andalucía y en Castilla y León y lo hará en Madrid y Murcia –pese al postureo de ayer de los naranjas ante la evidencia del acuerdo con los de Abascal–, deja en manos de los de Pablo Iglesias la resolución de las investiduras y la marcha de la legislatura. La responsabilidad de Cs, por lo tanto, ante una repetición electoral está al mismo nivel que la que le toca a Podemos y por encima del resto.
En el ámbito nacional, Podemos tiene buena parte de razón al plantear pactar con el PSOE un programa y tener visibilidad en el aparato del Estado, aunque sea pretencioso reclamar solo primeros niveles y no explorar otras opciones relevantes. En el caso aragonés, el escenario es distinto, porque el acuerdo de los socialistas con el PAR es una apuesta por la centralidad que cierra el paso a la derecha –PP, Cs y Vox–, por lo que Podemos está obligado a sopesar otros baremos para apoyar la investidura y un pacto de gobierno que sea asumible por los aragonesistas y por CHA.
No es sencillo, pero tampoco es para tener bloqueada en ambos casos una situación que perjudica al conjunto de los aragoneses y de los españoles. Los pulsos políticos tienen siempre un límite. Las urgencias sociales y las necesidades de los ciudadanos son prioritarias ante los juegos tácticos y los intereses de partido.
El problema para Podemos es que no puede cometer el mismo error que Cs y menos arriesgarse a ir a una repetición electoral de resultado muy incierto para su futuro. Por eso tiene que decidir entre lo posible y lo necesario. Todo un dilema.
