Sin líneas rojas

Las urnas han rechazado la lógica de vetos y de bloques. Los ciudadanos han fraccionado el voto y han enviado a sus políticos el mensaje de que deben pactar entre ellos para conformar mayorías con las que abordar las tareas de gobierno en los diferentes niveles administrativos, desde el Ejecutivo nacional al más pequeño de los ayuntamientos. La incertidumbre de las geometrías variables debe ser resuelta con responsabilidad, inteligencia y altura de miras.
El PSOE, el PP y Ciudadanos son los partidos con más apoyos y son los que deben liderar las negociaciones. Ya se han puesto a ello. Ayer mismo, la formación naranja movió ficha al retirar el ‘cordón sanitario’ a los socialistas y abrir la puerta a hablar con Vox. No quiere una estrategia global, sino que estudiará los pactos caso por caso. Responde así a un escenario con múltiples partidos, con diferentes apoyos para gobernar numerosas y muy diversas instituciones. Habrá que dialogar a múltiples bandas porque en todas las esferas de poder que han refrendado su legitimidad en las urnas en las dos últimas citas electorales no existen dos bloques sino varios partidos que, desde sus respectivas posiciones, necesitan establecer alianzas. La ciudadanía española reclama que en la vida pública prime, como norma, la concordia sobre la confrontación y la reforma sobre el inmovilismo.
La compleja cartografía de la voluntad ciudadana exige que los líderes políticos demuestren su capacidad para lograr entendimientos. Ningún grupo puede eximirse de buscar la estabilidad desde la que emprender las reformas que el país, sus comunidades y municipios necesitan urgentemente. No caben, pues, ni vetos ni maximalismos programáticos de unos o de otros. La prioridad debe ser establecer ámbitos de consenso para impulsar reformas legales en financiación autonómica y municipal, educación, pensiones o el modelo productivo, entre otros muchos asuntos.