España, en guerra
Desde las primeras luchas de las que la Historia da razón, la propaganda siempre ha estado presente. Pero a lo largo del siglo XX se dio un paso más: el escenario principal de las conflagraciones en las que participaba Occidente fue trasladándose del clásico campo de batalla (Primera Guerra Mundial) a los medios de comunicación de masas (Iraq).
Ya bien entrado el siglo XXI, la principal contienda en marcha no se libra con cañones o aviones. Grupos y ‘hackers’ a las órdenes de Moscú, Washington, Pekín y otras potencias protagonizan una ciberguerra que se desarrolla en las redes digitales para desinformar, robar datos o dañar infraestructuras. En esta reedición de la Guerra Fría, varias investigaciones oficiales responsabilizan a Rusia de operaciones a través de internet para desestabilizar a las democracias occidentales mediante la injerencia en sus procesos electorales, sea la victoria de Trump o el referéndum del ‘brexit’.
Esta ciberguerra nunca ha sido declarada, pero cada vez es más virulenta. Ahora, los objetivos son las elecciones europeas de mayo y, en España, el resto de las citas con las urnas. Por eso, tanto desde la UE como desde la Moncloa se han activado unidades especializadas contra los ciberataques y la desinformación. No obstante, los ciudadanos también tenemos que asumir responsabilidades si queremos defender nuestra libertad. No es lógico, como señalan las encuestas, que no creamos al Gobierno o a los expertos, pero sí los mensajes anónimos que llegan a través de las redes sociales. Lo advirtió el periodista y analista Walter Lippmann: «No puede haber libertad para una comunidad que carezca de los medios para detectar las mentiras».