Un modelo estratégico
El hecho de que el puerto de Monrepós, tal y como prevé el Ministerio de Fomento, se encuentre plenamente desdoblado a finales de este verano o principios del próximo otoño supone una excelente noticia que solventa una de las limitaciones más severas que en materia de infraestructuras soporta Aragón. Pese a la intensa demora en la finalización de esta obra, considerada como la principal puerta de acceso al Pirineo aragonés, la nueva vía hará que desaparezcan las imágenes de los atascos y se corrija la elevada peligrosidad de una carretera con una importante densidad de tráfico
Los 13 años que han sido necesarios para desdoblar el puerto de Monrepós explican a la perfección el hastío generado entre los aragoneses. Un retraso que también afecta a otros puntos carreteros de la provincia de Huesca y a los todavía 40 kilómetros de la A-21 y A-23 en los que aún no se ha obrado. Para completar los distintos tramos pendientes son necesarios 370 millones de euros y su inclusión en los Presupuestos Generales del Estado.
Parecería una cuestión sencilla, incluso menor, ya que el plan de inversiones del Ministerio de Fomento asume estos compromisos, pero las idas y venidas presupuestarias no dejan claro si quedarán resueltos en la próxima legislatura. Al margen de los colores políticos, la evidencia estratégica que posee este desdoblamiento para todo el territorio aragonés obliga a redoblar los esfuerzos políticos para mantener viva una reclamación que podría quedar relegada. No se debe olvidar que sobre este eje carretero, determinante para alentar el crecimiento de la provincia de Huesca, también pesan las reclamaciones que nacen desde las localidades de Sabiñánigo y Jaca. Ambos consistorios demandan unas circunvalaciones que les liberen de los riesgos derivados del aumento de tráfico y de los problemas que puede ocasionar el transporte de mercancías peligrosas a su paso por las poblaciones.
