Adjunto a la Dirección de HERALDO DE ARAGÓN

El éxito de la extrema derecha

El presidente de la Generalitat de Cataluña, Quim Torra, y su predecesor, Carles Puigdemont.
El presidente de la Generalitat de Cataluña, Quim Torra, y su predecesor, Carles Puigdemont.
Efe

La desigualdad es el principal problema económico, social y político de Occidente. Lo han denunciado múltiples voces, desde el papa Francisco al FMI, pasando por los profesores Thomas Piketty, Tony Judt o Antón Costas, por citar solo a unos pocos. Pero lo llamativo es que el debate público no gira hoy en torno al reparto de la riqueza producida. El éxito del nuevo populismo conservador es que ha conseguido situar en el epicentro los conflictos de identidad. Trump, Le Pen, Bannon, Puigdemont, Vox… han logrado convertir la fractura económica en una cultural.

Con el final del trabajo clásico (industrial, fijo, seguro, capaz de dotar de identidad y estabilidad a los empleados), los partidos están dejando de representar a una u otra clase social. Al fin y al cabo, las posiciones de todos respecto a las cuestiones económicas son muy similares. La batalla política ya no se juega, pues, entre izquierda y derecha, sino sobre la confrontación de valores: tradicionalistas frente a modernos. Y los ‘perdedores’ de la globalización y la digitalización se echan en brazos de los tradicionales, aquellos que un día les dieron seguridad.

Las cuestiones culturales (feminismo, bandera, orientación sexual, aborto, libertad de expresión) resurgen como la principal vía de diferenciación entre opciones políticas. Por eso, las elecciones del 28 de abril van a girar en torno al concepto ‘España’. Esta misma semana, un informe de la Comisión Europea va a reprender a Madrid por la elevada desigualdad. Sin embargo, ningún partido lo convertirá en eje de su campaña. En realidad, todo gira ya en torno a la pugna identitaria: el independentismo catalán, el nacionalismo español, la recentralización autonómica…

¡Muera el pluralismo liberal! ¡Viva el fanatismo ultranacionalista! El renovado debate de las patrias ha arrinconado al tradicional de la desigualdad. Esta es la gran victoria ideológica de la extrema derecha en América y también en Europa.