Martí Domínguez: "La violencia humana es como la maleza, debe eliminarse"

'La sega' es su nueva novela de violencia narrada bajo la perspectiva de un niño.

Después de una novela en la que se transmutaba en el pintor Paul Cézanne, el escritor valenciano Martí Domínguez viaja ahora hasta las tierras del Maestrazgo, en los años cuarenta del siglo pasado, para armar 'La sega', una historia de violencia narrada bajo la perspectiva de un niño.


En una entrevista, el novelista comenta que se ha basado en hechos históricos a la hora de construir este impactante relato en el que un niño que despunta, Goriet, "vive en la barbarie, en medio de un fuego cruzado entre el maquis y la Guardia Civil".


Si en anteriores obras suyas exploró cuestiones como el amor, el conocimiento o el deseo de trascender, aquí se detiene en el fenómeno de la violencia como hecho humano, partiendo de la premisa de que "el ser humano es innatamente violento, somos de una enorme pulsión agresiva, naturalmente violentos, y sólo nos frena la educación, el cultivo de la razón, la cultura".


También cree que la "violencia humana es como la maleza mala, que debe estarse constantemente eliminando".


Entre la provincia de Castellón y las tierras aragonesas del Maestrazgo transcurre esta obra de recuperación de la memoria histórica publicada por Proa en la que los principales protagonistas son una familia de renteros, cuyo progenitor desaparece y muere tras ser detenido por la Guardia Civil, y cuya esposa deberá acabar dando de comer a los posibles ejecutores del marido.


Martí Domínguez explica que se ha documentado a partir de las hojas de servicio de los agentes que vivieron en aquella época en aquella zona, pero también ha realizado numerosas entrevistas a los supervivientes de entonces.


Sin embargo, no esconde que hablar con octogenarios "no es nada fácil, porque son muy reacios a recordar el pasado, cosas que hieren la sensibilidad, aunque, curiosamente, en todos estos encuentros acabó apareciendo la voz del niño que fueron".


Esta voz es, finalmente, la que ha utilizado de hilo conductor de la novela, un género que le permite incluir "las peripecias humanas, hablar con la voz de los otros, ponerme en su piel, huyendo de estereotipos".


La espoleta que llevó al escritor a sentarse ante el ordenador fue la compra de una vieja casa junto a la totémica Peñagolosa y la aparición en uno de los rincones del lugar de un fusil de guerra y dos bayonetas.


Empezó a tirar del hilo sobre el hecho de que allí hubiera armas y acabó llegando a la conclusión de que hubo un tiempo "en el que todos se mataban unos a otros", puesto que al terminar la guerra civil allí hubo maquis y agentes de la Guardia Civil que los persiguieron y que castigaron a campesinos que les daban de comer y en ocasiones cobijo, a cambio de dinero.


Tampoco obvia que hubo guerrilleros que acabaron con la vida de personas inocentes, incluidos niños, en sus venganzas por campos y montañas.


De la novela destaca la construcción de los diferentes personajes, desde el pequeño protagonista, que oye conversaciones que no acaba de entender, a su madre, su hermana, el maestro Don Arcadi, un guerrillero llamado Ferroviari, el capitán Mata de la Benemérita, el cura Hilario o el médico Don Teodoro.


Sin olvidar a otro personaje crucial en la trama como el Tío Miquelo.

Se trata, asimismo, de una historia "de silencios, en la que no es fácil conocer los hechos reales, porque nadie quiere hablar sobre ellos, aunque creo que es bueno que se conozcan", precisa el escritor, biólogo de formación y que defiende la teoría de que la despoblación del Maestrazgo, en parte, "viene de estas historias de violencia".


Siempre con algún proyecto entre las manos, Domínguez avanza que está con un nuevo texto, "muy distinto a 'La sega'" y más divertido, advierte. 

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