“No concibo la literatura ni la vida sin humor”

El escritor zaragozano presenta este miércoles su nueva novela, ‘Nadie es perfecto’.

?Joaquín Berges
?Joaquín Berges
Laura Uranga

El humor es sin duda una constante en la vida y en la obra de Joaquín Berges (Zaragoza, 1965). El escritor zaragozano presenta este miércoles en la capital aragonesa su última novela, ‘Nadie es perfecto’ (Espasa), en un acto organizado por la librería Cálamo que tiene lugar en el colegio La Salle Gran Vía (calle de Santa Teresa de Jesús, 23, a las 19.30).


Su nueva novela lleva por título una frase muy cinematográfica…

Efectivamente, es un homenaje clarísimo a ‘Con faldas y a lo loco’ de Billy Wilder. El final de la novela también guarda relación con el filme de Wilder. Para ello he tenido que plantear un pequeño equívoco sobre la orientación sexual de mi personaje.


Su literatura es muy cinematográfica. Una de sus novelas, ‘Vive como puedas’ va a ser llevada al cine…

Ese proyecto está un poco paralizado porque el mundo del cine sigue con problemas de financiaciones y subvenciones. Como casi todas mis novelas, es muy cinematográfica. Realmente habría que añadirle tres escenas y pulirle dos, y casi te sale un guión.


En ‘Nadie es perfecto’ se traslada a un escenario completamente distinto a su anterior libro, ‘La línea invisible del horizonte’…

En este caso he escogido un lugar inexistente de la campiña inglesa. Después de mi anterior novela, que era más dramática, con más profundidad psicológica y un poco más seria, aunque también tenía sus toques de humor, quería reinventarme un poco. Cuando tienes una voz durante mucho tiempo te cansas de oírte y necesitas cambiar el registro.


¿Y qué genero aborda en este libro?

Aquí vuelvo a la comedia, que ya había practicado en ‘Vive como puedas’ y ‘Un estado de malestar’, pero en este caso no le pongo nada debajo. Es una comedia per se, para hacer reír, que pretende ser muy divertida. He escogido la campiña inglesa porque lo que hago es una parodia de las novelas de detectives que transcurren en una mansión inglesa de la campiña, con un misterio que resolver entre aristócratas, mayordomos impertérritos…



Además de las novelas inglesas, también recuerda a filmes como ‘Un cadáver a los postres’ o a ‘Cluedo’…

De hecho, en las primeras páginas del libro aparece un plano de la mansión, que he dibujado yo también y que hice para que, efectivamente, recuerde a esos libros y el lector se oriente. También hay un poco de ‘Cluedo’ en esta novela.


¿Fue complicado el proceso de creación de una novela con tantos personajes?

El dibujo de la mansión lo tuve colgado en la pared, enfrente de donde escribo, para no perderme cuando iba narrando. En cuanto al dramatis personaje, al ser una comedia tipo vodevil, con muchas entradas y salidas de personajes, necesitaba que hubiera muchos. El detective protagonista llega una mansión con personajes que están muy locos: un militar retirado con las manos siempre manchadas de sangre que dice: “Yo no he sido, yo no he sido”; un administrador de las propiedades de los dueños de la mansión a quien lo que realmente le gusta es la historia de los pueblos godos; un genetista que juega con las bacterias y las va perdiendo por todas partes… Todos estos personajes me permiten desarrollar unas cuantas escenas muy divertidas. La esencia de la novela está en los personajes, en la variedad y en lo disparatados que son.


Por sus nombres, además de ser personajes de etiqueta también son de marca…

Todos, todos (risas). En esta novela que es, digamos, muy traviesa y que tiene muchos juegos de palabras -al fin y al cabo un escritor, si quiere jugar con algo solo puede hacerlo con las palabras-, quería que el juego no se quedara solo en la narración o en lo que dicen los personajes, sino también en sus nombres. Todos tienen nombres de marcas, la mayoría de electrodomésticos: Whirpool, Westinghouse, profesor Bosch, Otsein, General Motors… Me pareció que era parte del juego.


El humor es un constante en sus libros. ¿No concibe su literatura sin humor?

Ni la vida sin humor. Hay realmente muy pocas cosas de las que no se puede hacer humor. Lo más serio que hay en la vida es la salud y fuera de ahí se me ocurren pocas cosas. Todo lo demás se puede mirar con humor, es una especie de distanciamiento de la realidad, una forma de mirarla de otra manera, más amable, de no creernos tan importantes y de pasar por la vida con una mirada más dulce, más cervantina… Y desde luego no solo no concibo la literatura sin el humor sino que mi propia existencia sin el humor no seria posible.


Woody Allen es uno de sus referentes…

Según me van diciendo los lectores, el humor en mis libros se parece a Woody Allen, a Groucho Marx, a Wodehouse y también a Eduardo Mendoza. Esta última es quizá la referencia con la que más me identifico. Soy lector de Eduardo Mendoza desde que era un chaval. Mendoza tiene dos voces narrativas, una más dramática y otra más humorística. Y yo aspiro a tener también esas dos voces. Es un referente al que me agarro.


De su anterior novela se dijo que, hasta la fecha, era su mejor libro. ¿Qué expectativas tiene con ‘Nadie es perfecto?

A nivel de crítica literaria, no puede considerarse igual que las demás. Sobre todo porque esta es una comedia deliberadamente cómica, por decirlo así. Puede que haya humor en todos mis libros pero en este solo hay humor. Eso hace que, a nivel de caracterizarla literariamente tenga que estar un poco separada de las demás novelas. Además, el humor es un registro que tiene poco prestigio literario. Aunque nadie busca el prestigio literario, sino lo que te pide el cuerpo. En este momento lo que me apetecía era escribir una novela de humor para hacer reír a los lectores. Como la gente se había reído mucho con ‘Vive como puedas’ y ‘Un estado del malestar’ me pedían más risa. Lo que me está reconfortando es que los lectores se están riendo mucho. Y esto es con lo que me voy a quedar. Escribiendo una novela de humor corres un riesgo muy grande. Solo vas a un objetivo, a una carta. Si haces reír lo has conseguido y si no, has fracasado. No hay nada más. En otro tipo de géneros no sucede esto.


Público y crítica, están en sintonía al hablar de su literatura… ¿Se puede uno relajar con esta circunstancia?

En realidad, más que relajarte parece que te tiene un poco tenso por las expectativas. Pero cuando escribes una novela, que es un ejercicio que se desarrolla durante un largo periodo de tiempo, no puedes estar todos los días pensando en eso. Lo único que tengo en cuenta siempre es que me estoy dirigiendo a un lector o lectora a quien no quiero aburrir. Lo tengo muy presente. Por eso nunca van a aparecer en mis novelas grandes parrafadas, grandes descripciones. No quiero aburrir en ningún momento. Lo tengo presente. Pero no al crítico, sino al lector.