Aventuras de verano / 23

"Viajar es quedarse solo"

El escritor Julio Llamazares reedita 'La lluvia amarilla', cuando se cumplen 25 años de su publicación.

El escritor Julio Llamazares
?Viajar es quedarse solo?
GUILLERMO MESTRE

El año 2013 está siendo muy especial para Julio Llamazares (Vegamián, León, 1955): se cumplen 25 años de la publicación de ‘La lluvia amarilla’, una elegía por los pueblos abandonados, que acaba de reeditar Seix Barral con un documental de Eduardo de la Cruz, ‘Ainielle’. Y ha publicado uno de sus libros más personales: ‘Las lágrimas de San Lorenzo’ (Alfaguara), que aborda la relación de un padre y un hijo, la recuperación de la Ibiza de los años 70 y el diálogo con una naturaleza exuberante cuya noche está cuajada de estrellas, que representan la vida con sus personajes y sus historias.


-¿Qué hace un escritor y viajero como usted en verano?

-Lo que todo el mundo: descansar, viajar, leer, trabajar… Más relajadamente, eso sí.


-¿Dónde suele veranear? ¿Es de playa, ciudad, montaña o pueblo?

-Soy de pueblo y fiel a mi pueblo. Mejor dicho: al de mi padre, que es donde tengo mi casa de vacaciones. Y, como está en la montaña (en la de León), de montaña. Aunque, antes de recalar en él, procuro ir siempre unos días por ahí: este año a Ibiza y a la Provenza francesa. Dos maravillas y dos Arcadias mediterráneas.


-¿Qué hace diferente en verano al resto del año?

-Pocas cosas. Si acaso, perder el tiempo más, algo muy recomendable siempre.


-¿Cuál ha sido el viaje de verano de su vida? ¿Y la ciudad a la que ha viajado?

-Uno que hice a Suecia. Respecto a las ciudades te hablaría de muchas: Aveiro, Ibiza, Arles, Kiruna, Coimbra… Las ciudades son infinitas, como los sueños.


-El verano está asociado a la infancia y a la adolescencia. ¿Le persigue algún recuerdo especial?

-Perseguirme, perseguirme no, pero sí es cierto que hay una vinculación especial entre ciertos recuerdos y el verano, entre determinados descubrimientos y la época de las vacaciones. El verano es la edad de la adolescencia, cuando la vida se te presenta en su plenitud.


-Ha viajado mucho y has escrito libros de viaje: ‘El río del olvido’, ‘Tras-os-Montes’... ¿Qué significa viajar, qué lleva en la mochila?

-Le contestaré con una tautología: viajar es quedarse solo. En eso se asemeja al escribir. Por eso no llevo demasiadas cosas en la mochila: un cuaderno y un bolígrafo, aparte de ropa y algún mapa de la zona a recorrer.


-¿Cómo son esos viajes a Ainielle de los que habla en el prólogo de ‘La lluvia amarilla’ (Seix Barral, 2013)? ¿Son viajes o son rituales?

-Tienen un poco de todo, más por la parte de los lectores que por la mía. Yo no me tomo ‘La lluvia amarilla’ y Ainielle tan en serio como algunos de ellos.


-¿Qué han significado los Pirineos en su vida y una novela como 'La lluvia amarilla'?

-Mucho. En mi trayectoria como escritor hay un antes y un después de esa novela que yo pensaba iba a ser la más minoritaria de las mías y ya ves.


-¿Cuál sería el menú de un día perfecto?

-Cada vez me gusta comer menos y mejor. En cualquier caso, los placeres gastronómicos, como los demás, tienen mucho que ver con la compañía y la situación. Yo he asistido a banquetes insufribles de alto nivel gastronómico y, al revés, he sido absolutamente feliz con un bocadillo, como hace unos días viendo el atardecer desde una collada con los Picos de Europa al fondo y un valle lleno de caballos a mis pies.


-¿Cuál ha sido el gran personaje, real o de ficción, de sus vacaciones?

-Los del monte. Aquellos hombres de los que me contaban tantas historias en el pueblo de mi padre sus vecinos cuando era niño y que dieron pie a mi primera novela, ‘Luna de lobos’.


-¿Cómo fue su primera vez?

-Hay varias primeras veces: la primera experiencia amorosa, el primer viaje, el primer baño en el mar, la primera experiencia sexual, la primera vez que ves una catedral… Y la mayoría tienen que ver con las vacaciones. Y con el verano, claro. De ahí que lo idealicemos a veces tanto.


-¿Con quién le gustaría hacer un viaje inolvidable, esta vez a Ibiza, como sucede en 'Las lágrimas de San Lorenzo'?

-Ya lo he hecho: con mi hijo.


-¿Cuál es la mejor, la más extraña o sorprendente anécdota veraniega vinculada a su profesión?

-No se me ocurre ninguna ahora. Pero porque son miles, no porque no las tenga.