​La animación sube de nivel en 'Del revés', un estudio de Pixar sobre las emociones

Una película que se desarrolla en el interior de la mente de una niña de 11 años, con la que deslumbraron en el último Festival de Cannes.

La animación no tiene límites y así lo demuestra Pete Docter con "Del revés (Inside Out)", un brillante estudio de Pixar sobre cómo los seres humanos funcionamos a través de las emociones, sobre la existencia de todo un mundo del que no somos conscientes.


"Al investigar para hacer la película me di cuenta de cómo estamos controlados por las emociones, incluso en las elecciones más insignificantes, como decidir entre una manzana o una galleta, son todas elecciones motivadas por las emociones", explica Docter en una entrevista con Efe en Madrid.


Tras ofrecer una espectacular masterclass, en la que la mayor parte de los oyentes eran profesionales de la animación española, Docter y el productor Jonas Rivera explican con pasión su último proyecto, una película que se desarrolla en el interior de la mente de una niña de 11 años con la que deslumbraron en el último Festival de Cannes y que se estrena este viernes en España.


Un desafío y uno de sus proyectos más complicados por la falta de referencias.


"En 'Toy Story' -primera película en la que trabajó Docter tras empezar a trabajar en Pixar- mirabas a los juguetes reales y tenías algo para inspirarte, sabías cómo tenían que ser, pero en este filme no teníamos referencias, no podíamos meternos en el interior de una mente, es un lugar metafórico, pero al final creo que fue una experiencia que nos cambió", explica Docter.


"Creo que todas las películas en las que he participado, especialmente por lo que duran -esta han tardado cinco años en acabarla-, te hace meditar y pensar mucho en el asunto que tratan y en este caso nos hizo pensar en cómo pensamos, en cómo tratamos a los demás en cómo actuamos", agrega.


Una historia que surgió del cambio que observó en su hija Elie, que a los 9 años era una niña extrovertida y alegre, que a los 11 años comenzó a entrar en la introversión propia de la adolescencia.


"Fue una de las épocas más difíciles de mi vida", asegura Docter, que se preguntaba "qué pasaba por su cabeza" y ahí empezó un proceso de cinco años, los que ha tardado en poner en pie un complejo proyecto que espera que llegue al máximo público posible.


Es, asegura divertido, "para la gente de 46 años" (su edad), pero comenzó como una idea para que John Lasseter, el director creativo de Pixar y Disney y el gran innovador de la animación, se divirtiera.


Y para que la entiendan los niños de 7 ó 9 años, para que se diviertan los de 3 y para que se emocionen los de 76.


Una película protagonizada por Alegría, Tristeza, Miedo, Ira y Asco, las emociones que controlan la vida de Riley, una niña que se enfrente a un cambio de ciudad, escuela y amigos a una edad complicada.


Con una estética colorista y luminosa, a medio camino entre Disneyland o una Apple Store, el objetivo de Docter y Rivera era lograr un aspecto menos rígido del que suele ofrecer la animación por ordenador, y suavizar sus rasgos para acercarla al espíritu de la animación manual de maestros como Chuck Jones (creador de personajes como el Coyote y el Correcaminos).


Porque si en algo están de acuerdo Docter y Rivera es que la animación no tiene límites y no es un género, puede ser el medio para hacer cualquier tipo de historia, hasta un documental.


"Técnicamente, hay mucha gente brillante y capaz de cualquier logro a nivel técnico, sin restricciones. Creativamente, si te imaginas la animación como un árbol, solo hemos explorado una rama", señala el realizador.


Hay muchas otras formas en las que se puede desarrollar la animación, "en términos de contar historias, de tipos de historias -western, horror o cualquier cosa-, también en términos de diseño y estilo".


"Hay un aspecto que tienen las películas de Pixar que es realmente precioso y del que estamos muy orgullosos de él, pero hay muchas otras formas en las que se puede hacer".


Tan apasionado es Docter de la animación que aunque reconoce que le gustaría ver alguna de sus ideas rodada primero como película normal, prefiere los dibujos por su artificiosidad, por el hecho de que "todo sea simulado e inventado".


"Te hace reír y llorar, funciona, es como un truco de magia, ¿cómo puede pasar? Me siento muy intrigado por esa magia".


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