La Zaragoza monumental y cotidiana, a trazos

Un libro y una app recopilan ilustraciones del proyecto en la Red ‘Zaragoza a lápiz'.

Parque Grande
La Zaragoza monumental y cotidiana, a trazos

“A la gente le gusta lo cotidiano, verse en los cuadros y reconocerse en los lugares”, y ese parece ser el secreto de la popularidad del proyecto ‘Zaragoza a lápiz’, según sus creadores. Lo que empezó hace un año como unas ilustraciones domésticas sin pretensiones se convirtió en un popular fenómeno en internet, que ahora se materializa en papel.


Alfredo Scaglioni, arquitecto y pintor argentino, y su hijo Pablo, alumbraron este proyecto de difundir imágenes de lugares emblemáticos de Zaragoza dibujadas a mano y coloreadas mediante ordenador, y ellos fueron los primeros sorprendidos por la respuesta. “Le pedí a mi padre que me ilustrara una novela que preparaba ambientada en Zaragoza. Subí a Facebook uno de los dibujos y tuvo tanto éxito que creamos el blog”, recuerda Pablo.


Ahora, preparan un libro de pequeño formato con una selección de 40 de estas de creaciones que esperan tener a la venta a finales de noviembre, y una app gratuita asociada en la que se recrean en 3D el Pilar, y los edificios perdidos del Castillo Palomar, la Torre Nueva y el Teatro Pignatelli de Félix Navarro, que estuvo en la plaza de Santa Engracia hasta 1914.


Así, desde hace un año se propaga en la Red esta particular crónica urbana, mitad real, mitad ilusoria, que engarza los signos de identidad de la ciudad - el Pilar, la Puerta del Carmen o La Romareda -, con espacios cotidianos de encuentro ciudadano como plazas y rincones de barrio –El Jardín Vertical de Delicias o la Estación Norte del Arrabal- y donde palpita el bagaje arquitectónico de Scaglioni con la representación de hitos, como los edificios modernistas del Coso y Sagasta y el Mercado Central, así como ejemplos de arquitectura industrial, como Averly o la antigua fábrica de Chocolates Orús.


Estampas vivas, que a veces capturan un momento de la vida urbana como una foto, y caracterizadas otras por atípicos puntos de vista, como la perspectiva del Camarín de la Virgen tomada desde el Coreto, una panorámica nocturna de la Plaza de España o la Casa Molins, en la esquina de la calle Alfonso, como sacada de un cómic de misterio. “Creo que son dibujos distintos, es una originalidad que invento sin querer”, dice Scaglioni.


“La gente comenta mucho las imágenes, las comparte y nos pide que vayamos a dibujar lugares”, comenta Pablo, que recuerda la viralidad que tuvo la imagen de La Romareda, subida a las redes en plena polémica de Agapito. “Al club le gustó tanto que hoy es el fondo del carné de abonados”, dice.

Para zaragozanos y turistas

Para llegar a estas creaciones, Scaglioni toma diversos dibujos a lápiz de cada lugar, y ya en el ordenador, sobre los puntos de fuga, sobrepone cada parte dibujada, que luego colorea mediante programas informáticos. La imagen que ilustra las cubiertas del libro ‘Zaragoza a lápiz’, una panorámica desde el mirador de la torre del Pilar visitable desde la que se ven la basílica, el Ebro y la ciudad de la Margen Izquierda, está compuesta a partir de 10 dibujos.


El libro que ahora sacan a la venta, a un precio de 20 euros, recoge una selección de 40 de los trabajos realizados a lo largo de estos meses. “Hemos querido hacer una publicación manejable, pensada para la gente de Zaragoza y para que se la lleven los turistas”, dice Pablo. Así, cada ilustración va acompañada de textos explicativos traducidos al inglés y al chino. En el proyecto de la app y el libro también han participado Dosnet e INO Reproducciones, y EnClaveChina en la traducción de textos.

De Argentina a Mas de las Matas

¿Y qué trajo a estos creadores a Zaragoza, y a dar esta nueva visión de la ciudad? “Nos encanta Zaragoza, la gente es divina. Si vivo en España es porque vivo en Zaragoza”, dice el arquitecto.


Todo fue a raíz de enviar un email al Ayuntamiento de Mas de las Matas para recabar información sobre sus antepasado, ya que su abuela materna era de este pueblo de Teruel. Su petición se publicó en el periódico de la localidad y partir de ahí se inició un contacto fluido con algunos de sus habitantes. “Un profesor de Zaragoza que era de allí me animó a que viniera a conocer la ciudad –recuerda Scaglioni–. Vine para pasar unas semanas y me quedé 12 años”.