Una institución con más de 25 años de singladura cultural

Desde 1988 el centro, pese a los altibajos, ha desarrolla una intensa actividad cultural. Algunos años concedía más de 30 becas

Francisco Uriz, Premio Nacional de Traducción y uno de los profesionales españoles más reconocidos en Europa –suyas son algunas de las más importantes versiones en español de grandes clásicos de la literatura nórdica–, fue el motor de la Casa del Traductor de Tarazona. Corría el ya lejano 1988, y era un momento en el que en toda Europa surgían instituciones similares que buscaban dar a conocer literaturas que, de otro modo, estaban condenadas a sufrir aislamiento.


La de Tarazona forma parte de la Red Europea de Centros Internacionales, junto a instituciones  homólogas en Francia, Holanda, Suecia, Alemania, Bélgica, Irlanda, Lituania, Gran Bretaña, Grecia y Hungría. 

La Casa del Traductor tenía un motivo fundamental para abrir sus puertas en Tarazona, y es que se configuraba como heredera de  la tradición histórica de la ciudad, en la que hubo una afamada escuela de traducción de hebreo y árabe a finales del siglo XI y durante todo el XII. La finalidad de la institución es promover, impulsar y gestionar todas las actividades relacionadas con la traducción literaria, facilitando el trabajo de los profesionales, proporcionándoles un lugar de encuentro con los escritores. Asimismo en su trayectoria destaca la organización de numerosos congresos, coloquios, seminarios y talleres, tanto a nivel nacional como internacional. 


En sus mejores años, la Casa del Traductor convocaba cada año 30 becas de estancia, junto a otras becas en metálico. Son esas ayudas las que ahora se quieren recuperar para favorecer el trabajo de traducción. 

Desde 2010, las instituciones que apoyaban económicamente a la Casa fueron recortando paulatinamente su aportación, y a finales de junio de 2011 dimitía Mercedes Corral, que había dirigido el centro desde 2004. El  concurso público convocado después se cerró en falso porque no se presentaron candidatos al puesto.


La nueva etapa abierta este año se ha iniciado con una vieja aspiración del centro, una nueva sede, con más espacio que la anterior. Pero falta un aspecto clave en la vida cultural de la institución: la convocatoria de becas que permitan el encuentro de autores y traductores y que faciliten la producción de versiones españoles de obras literarias en otras lenguas.