Una primera dama poco convencional

Peng Liyuan ha acabado con el silencio de las mujeres que le han precedido en el cargo. No en vano, antes de llegar a él era incluso más famosa que el presidente chino

A Peng Liyuan, la mujer del presidente, le precede una consolidada carrera de artista.
Una primera dama poco convencional
Yule Bj

Todo lo que toca Peng Liyuan se convierte en oro. Da igual que sea un abrigo, un bolso o un teléfono móvil. Basta que se la fotografíe con el objeto en cuestión para que se convierta en un éxito inmediato. Sucedió por primera vez en Moscú el año pasado, cuando todos los fotógrafos que la esperaban al final de la escalinata del avión en el que había aterrizado se fijaron en ella y la inmortalizaron en su elegante abrigo negro. Poco tardaron los internautas en descubrir que se trataba de una creación de la marca china Exception de Mixmind, cuyas ventas se multiplicaron entonces sin parar. Y volvió a suceder en México hace unos meses, cuando Peng fue retratada tomando una fotografía con su teléfono Nubia, una marca china perteneciente a ZTE. De nuevo, un gesto aparentemente sin importancia de Peng consiguió que la popularidad del aparato explotase, acompañada de un incesante orgullo patriótico.


Este fenómeno parece reservado a las estrellas de la farándula, pero Peng es la primera dama de China. Y primera no solo por ser consorte del presidente Xi Jinping, sino también porque a las anteriores que han ocupado su puesto no se las veía. Ella es la primera que, reflejo de la fuerza que ha adquirido la moderna mujer china, ha conseguido que la esposa del máximo dirigente del país más poblado del mundo sea visible y que, además, no se limite a representar el papel de un monigote. Además de acompañar a Xi, Peng también es embajadora de la Organización Mundial de la Salud y se involucra en asuntos de gran calado, como es el caso del sida. Discreta, cercana, amable y concienciada sobre los problemas sociales, dicen los analistas políticos que es la mejor representante del ‘poder blando’ que China quiere abanderar en su recién estrenado papel de superpotencia.


Claro que su fuerza no es nada nueva. Peng ya era famosa en el país de Mao Tse Tung mucho antes de conocer a su marido. No en vano, cuando Xi fue ascendido a vicepresidente del Gobierno circuló en China un chiste que resultaba muy revelador: «¿Pero quién es ese Xi Jinping? ¡Ah, sí, el marido de Peng Liyuan!». Ella se había labrado ya una sólida carrera como cantante folclórica y era una artista asidua de las galas del Año Nuevo Chino en la cadena estatal CCTV, un espectáculo que congrega frente al televisor a unos 700 millones de personas. 


Eso sí, no le resultó fácil ascender. Cuando ella era una niña, su padre fue acusado de contrarrevolucionario durante la nefasta Revolución Cultural (1966-76), en la que se estima que murieron de hambre unos 30 millones de personas, con lo que tuvo que alistarse en el Ejército con solo 18 años. Afortunadamente, como ‘guerrera de las artes y de la cultura’, los militares permitieron que desarrollase sus dotes como cantante y, siempre embutida en su uniforme, se ganó el respeto y la admiración del público que disfrutaba con su interpretación de himnos comunistas y de canciones de minorías étnicas.


A Xi lo conoció en 1986, tres años después de haberse coronado como reina de la canción con una de esas voces agudas capaces de hacer estallar una copa de cristal fino. Y lo puso a prueba en la primera cita. En una inusual entrevista con la prensa china, Peng contó que decidió acudir sin maquillaje y vestida lo más informal posible. Los funcionarios no gozan de buena reputación y Xi era entonces teniente de alcalde de la ciudad de Xiamen, de ahí que Peng quería asegurarse de que no se veía atraído por su belleza. El flechazo, aseguran ambos, fue instantáneo.La Carla Bruni comunista

Y el romance de China con su primera dama es ahora indiscutible. Comenzó siendo conocida como la Carla Bruni comunista, y su impecable estilo ha evolucionado hasta superar al de Michelle Obama. O eso es lo que dejó caer la revista ‘Vanity Fair’ cuando la nombró en la lista de las mujeres mejor vestidas, entre las que no se encuentra su homóloga estadounidense. Consciente de la relevancia internacional que ha cobrado, Peng parece dispuesta a convertirse en algo más que la cara amable del régimen: quiere ser embajadora de las marcas chinas para que se abran camino en todo el mundo.


De momento, lo que sí ha conseguido es que la mujer de su país resulte visible. «A diferencia de otras primeras damas, Peng Liyuan personifica el rol que la mujer china del siglo XXI quiere jugar en la sociedad», explica Xu Anqi, sociólogo de la Universidad de Fudan, en Shanghái. «No es una mujer florero, se ha labrado una carrera con todo en contra y reniega de la tradicional supeditación al hombre. Su historia es la de millones de personas que, con el desarrollo económico, han accedido a la clase media. Si se lo permiten, puede servir de modelo para muchas mujeres».