«Hablar del amor no es políticamente correcto»

Alejandra Díaz Ortiz , escritora.
 La creadora mexicana presentó en la librería Cálamo de Zaragoza ‘No hay tres sin dos’, un libro con una mirada diferente sobre el amor y sus desventuras cotidianas

‘No hay tres sin dos’, como sus libros anteriores, está compuesto por historias breves ¿Por qué ha elegido este formato?


Me encantan las novelas y los libros extensos, lo que pasa es que cuando me pongo a escribir relatos largos me sale un poco barroco. Quiero llevar al lector por todos los rincones de la historia y me doy cuenta de que a mí, como lectora, eso me molesta. Pienso que es más divertido hacerlo así. 


¿A través de microrrelatos?


Sí, microrrelatos, textos breves, aforismos, ideas sueltas. En general, yo los defino ‘cuentos’, para nosotros, en México, todo es un cuento. 


Sin embargo, aunque sus historias sean cortas, no son fáciles de asimilar.


Siempre me han dicho que es un libro de varias lecturas, y eso me encanta. Además, cada cual tiene su propia visión; eso es lo que me propongo, que el lector reciba el ‘chispazo’, se sienta identificado, y piense «esto me ha pasado a mí». 


Todos estos ‘cuentos’ que usted presenta hacen referencia a tramas y enredos del universo del amor ¿Por qué? 


Porque el amor es algo que todos buscamos, y cuando lo encuentras ya no sabes qué hacer con él. Aunque todos lo ansiamos, no es políticamente correcto hablar de este sentimiento. Te acusan de cursi, de no ser seria, y sin embargo, es algo cotidiano, mundano, está en la calle. Hay que hablar del amor, a lo mejor así, un día, nos llegamos a entender. 


¿Cómo es su proceso creativo?


Yo observo mucho y escucho mucho. En el metro soy muy cotilla. También es cierto que me siento a escribir de lunes a viernes, de 09.00 a 13.00, aunque no haga nada, pero si llega la musa pues que te pille trabajando ¿no?


¿Y aparece siempre cuando debería?


No. Las mejores ideas vienen cuando estás en la ducha o cuando estás dormida, en ese duermevela. Empiezo a maquinar una historia y tengo una libreta y un bolígrafo en la mesilla, pero casi siempre empiezas tratando de contar algo y acabas con una historia totalmente diferente.


También se dedicó a la música en un momento de su vida. ¿Le ha influido esta época a la hora de escribir?


Sería inútil decir que no me ha influido. Trabajé con Joaquín Sabina, Silvio Rodríguez y Luis Eduardo Aute, al cual admiro bastante más como escritor que como cantautor. 


Y con el que ha trabajado posteriormente en el mundo de la literatura. 


Sí. La verdad es que he tenido suerte porque en el primer libro tuve a Luis Eduardo Aute de padrino de súper lujo. En el segundo, fue Luis Alberto de Cuenca y en ‘No hay tres sin dos’, John Hemingway


¿Qué siente estando apadrinada por el nieto del gran Ernest Hemingway?


Siento que estoy muy cerca del Nobel, a tres generaciones. Además, es curioso porque nos conocimos a través de Facebook, intercambiando ‘me gusta’, hasta que un día le agradó tanto un cuento que publiqué en mi blog, que me pidió permiso para traducirlo. 


¿Qué va a encontrar el lector que se sumerja por primera vez en sus páginas?


Un libro divertido, canalla, que le va a provocar algo, no sé el qué. La lectura depende también del estado de ánimo que uno tiene: cuando estás de buen humor te gusta, pero cuando andas un poco cabeza abajo, lo lees de otra manera.