'Repostero y chef': detrás de la perseverancia

Los que se guían por sus ilusiones profesionales, las cultivan y las persiguen saben que, aparte de tener suerte, contactos y estar en el momento apropiado, exigen una gran dedicación. ‘Repostero y chef’ evoca esa perseverancia subrayando su dificultad al exponerla en el ámbito de la alta cocina. La película francesa no se queda en la perfección requerida en el ámbito descrito, sino que pone el foco en los esfuerzos para encontrarse en disposición de luchar por la oportunidad cuando los condicionantes ejercen su marcada incidencia. En la historia del joven árabe aspirante a genio de la repostería intervienen la realidad social y el entorno. El significado fluye por todo lo que debe hacer para ponerse a trabajar y por las asperezas y la soledad que asume. Inspirado en la vida de Yazid Ichemrahen (toma como base su autobiografía), el drama se construye sobre un fondo discursivo convencional, pero ya se sabe que la superación con premio final, cuando se narra bien, genera implicación, como es el caso.
La primera fase de desarrollo muestra en paralelo la infancia del personaje, con la casa de acogida y el interés por la pastelería como asideros frente a la espiral negligente de la madre, y su estancia en un centro de menores. Una etapa juvenil en la que viaja cada día a escondidas a París para aprender de un prestigioso chef. La narración continúa años después en un hotel costero de lujo con el campeonato mundial de reposteros en el horizonte, tramo que pedía aportar más detalles sobre la relación con el mentor que le respalda y financia.
El filme, con una buena interpretación de Riadh Belaïche y un desempeño correcto del director Sébastien Tulard, sabe aprovechar el atractivo de la creación culinaria. No obstante, las escenas con Yazid inmerso en sus postres incluyen imágenes de alimentos más propias de un anuncio. Del mismo modo, el envoltorio formal del campeonato no termina de convencer.