tebeos. ocio y cultura

Juanarete y Granell recrean desde Zaragoza los últimos días de Manuel Azaña en Francia

GP Ediciones publica el cómic 'Plomo y gualda' donde El presidente de la II República fue acosado y perseguido por el gobierno de Franco y la Gestapo

Una escena de este cómic de Juanarete y Manuel Granell.
Una escena de este cómic de Juanarete y Manuel Granell.
Manuel Granell/GP Ediciones.

GP Ediciones, la editorial zaragozana de tebeos o de cómics de Daniel Viñuales y Sara Perales, no tiene límites. Le interesa todo: el humor, más o menos descacharrante, la ciencia ficción, el ‘biopic’, la pura ficción, la recuperación de asuntos que parecen inverosímiles y son casi reales (como ‘La pelea del siglo’) o los relatos históricos de diverso signo. Estos días publica un nuevo título: ‘Plomo y gualda. Entierro mexicano de Azaña en Francia’, centrado en los casi dos últimos años del presidente de la II República en su exilio francés, que culminó la noche del 3 o del 4 de noviembre de 1940 en Montauban. El guión es de Juanarete, Juan Pérez (Zaragoza, 1967), un clásico de la editorial y del cómic aragonés, y el dibujante es Manuel Granell (Valencia, 1954), todo un experto en cómic, en arte y en literatura infantil; la calidad de este trabajo recuerda que es un dibujante que posee muchos recursos y que rara vez repite una página.

Manuel Azaña, un auténtico intelectual, estudiado y editado por el aragonés José-Carlos Mainer y por Santos Juliá, por citar algunos, fue acosado y perseguido por el régimen de Franco. Su historia, sus últimos meses, la cuenta Luis Ignacio Rodríguez Taboada, “ministro plenipotenciario de los Estados Unidos de México en Francia”. Cuando uno abre el tebeo, de gran formato, se encuentra con un prólogo de Loreto Urraca Luque, nieta del agente de policía Pedro Urraca Rendueles, “mi infame abuelo”.

Loreto, autora de ‘Entre hienas’ (Funambulista, 2018), recuerda que gracias a las memorias de Luis Ignacio Rodríguez, al que define como “prolífico escritor y preclaro político”, “podemos conocer con detalle la enconada persecución a la que Franco sometió a Azaña hasta su lecho de muerte”, que llevó a cabo su abuelo.

El cómic aborda la derrota del gobierno constitucional, la dimisión de Manuel Azaña, el 28 de febrero de 1939, cuando Inglaterra y Francia reconocen al gobierno de Franco. Y se tocan otro asuntos: la derrota, el éxodo de los españoles y la propia decisión de Manuel Azaña. En un bocadillo explicativo se dice: “El Gobierno de Negrín juzgó el hecho de que Azaña no hubiera regresado y hubiese dimitido, un abandono decisivo para el devenir de la República”. Una de las páginas más impresionantes es la 17, cuando el acierto de la batería ‘La Pajarola’ y la torpeza e improvisación de la Armada nacional “provocaron que 1476 hombres murieran”. Con la victoria muchos emprendieron el camino del exilio y otros no asimilaban del todo que era una paz confusa o con trampa. “Casado nunca entendió que Franco no negocia, aplasta”, se dice.

Lázaro Cárdenas, decisivo en la solidaridad con España, anuncia su compromiso.
Lázaro Cárdenas, decisivo en la solidaridad con España, anuncia su compromiso.
Manuel Granell/GP Ediciones.

Fue a partir de entonces cuando el presidente mexicano Lázaro Cárdenas “abrió de par en par las puertas de México a esos exiliados”. Su ministro le hace decir: “Es por solidaridad, pero no solo. Esas personas pueden aportar mucho al país”. Se dice que México acogió a 100.000 españoles; Azaña intentaba hallar la paz y no oír cantos de sirena o invitaciones que no veía claras. Entendía que su misión ya se había acabado. Recibió al vicepresidente de las Cortes, Fernández Clérigo, que fue a tantearle. Su mujer Dolores, muy importante en el relato, como su cuñado Cipriano Rivas Cheriff, le pregunta y Azaña le revela que le dijo que “en conciencia, no creo en la utilidad de mi acción política en España”.

Azaña, tan enfermo como nostálgico, quiere ganar tiempo para sí mismo: para sus memorias, su obra literaria, su correspondencia, y se afana en ello. Y también desea recordar. De esa actividad tan proustiana sale el título del cómic: “Plomo y gualda tenían los cielos, con fulgores de maravilla”, un recuerdo entre abrupto e inacabado que le lleva a su juventud en un paseo a caballo con su hermano. Poco después los nazis invadirán Francia, y la Gestapo se convertirá en aliada de Franco; el gobierno de Vichy de Philippe Pétain fracasará estrepitosamente. Él “firmó el armisticio y la rendición del país”, se dice. Aumentaría el cerco al expresidente. La página 85 resumiría, con emoción, la batalla final de un hombre al que ni se le dejó morir en paz lejos de la patria.

El tebeo está lleno de detalles (hay miedo, hostigamiento, incomprensiones, suicidios, etc.) y de sensibilidad: una bibliografía básica y una pequeña selección de microbiografías de personajes que estuvieron cerca, a favor y en contra, del autor de ‘La balada en Benicarló’, aquel ciudadano que nunca llegó a embarcar para México a quien, el narrador y embajador Luis Ignacio Rodríguez Taboada, tuvo “el placer de conocer en el final de sus días”.

Una de las primeras páginas: el barco Sinaia parte hacia el exilio.
Una de las primeras páginas: el barco Sinaia parte hacia el exilio.
Manuel Granell/GP Ediciones.

LA FICHA

‘Plomo y gualda. Entierro mexicano de Azaña en Francia’. Guión: Juanarete. Dibujos: Manuel Granell. Prólogo: Loreto Urraca. GP Ediciones. Zaragoza, 2023. 85 páginas. Se presenta el jueves 1 de junio en el Museo de Zaragoza (Plaza de los Sitios), a las 19.00.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión