Luis Rabanaque: "En Torrero me he empeñado en vivir como antaño"

Rabanaque (Zaragoza, 1967), popular por ‘Oregón TV’, conduce el podcast Wildtrack Zetac, cuyos invitados son figuras clave del audiovisual aragonés.

Luis Rabanaque, en Zaragoza
Luis Rabanaque, en Zaragoza
José Miguel Marco

Conduce un podcast ‘iluminado’ sobre el mundo audiovisual aragonés. ¿Dónde se encendió esta bombilla?En el Banco de Sangre y Tejidos de Aragón, ya ves. Jorge de Bautista, socio de Zetac junto a Marta Horno en una empresa que ha dado servicio de iluminación y sonido al audiovisual aragonés durante 20 años, estaba donando sangre y yo, plaquetas. Nos pusimos a hablar; resulta que tenía pensado llamarme, y ese encuentro aceleró el tema. Querían celebrar sus dos décadas de existencia con un homenaje a grandes profesionales del ramo, incluyendo referencias a los que ya no están, y así nació Wild Track Zetac, que puede oírse en Ivoox y Spotify.

Los protagonistas del arranque son de peso.Todos lo son, pero sí. Empezamos con Félix Zapatero por deseo expreso de Jorge; yo le tengo un cariño familiar a Félix, me pareció perfecto. El segundo episodio, estrenado esta semana, es con Miguel Ángel Lamata. Para el tercero tendremos a Arancha Ezquerro.

"Sufro por mis compañeros, a los que quiero mucho, cuando veo que tienen que sacar humor de la actualidad"

Es un poco Truffaut y ‘La noche americana’, pero en audio. Y usted está dentro del contexto.Sí, puedo dar pie en las conversaciones a anécdotas, recuerdos… nos empeñamos en que salgan muchos nombres, desde los más famosos como Paula Ortiz o Pilar Palomero, que también están en la lista de invitadas, a gente con menos popularidad como Pepo Cabellud, que lleva toda la vida de cámara, productor y director de programas, o los Morroskos y sus cámaras, o a la propia Arancha, dos veces nominada a los Goya por mejor vestuario. Son los que ven todo en un rodaje, además. Las conversaciones y los episodios se solapan al final, acaba la charla con una persona y llega la siguiente. Son transiciones dulces, un ‘fade out’ de abrazos y sonrisas.

En ‘Oregón TV’, el programa que le ha hecho firmar más autógrafos, toca usted muchos palos. ¿Qué es lo más duro de ese micromundo?Pues los guiones, que ya no hago yo. Sufro por mis compañeros, a los que quiero mucho, cuando veo que tienen que sacar humor de la actualidad y muchas de las cosas que pasan ya pasaban hace 17 temporadas. Con la actuación, después de tantos años, ya tenemos callo y ciertas fórmulas de trabajo que facilitan el asunto, poniéndole siempre cariño.

Usted ha probado el drama en la interpretación. ¿Cómo se siente un cómico cuando sale de sus dominios?Después de más de 30 años haciendo reír, que efectivamente es muy difícil disfruto enormemente haciendo drama. Incluso me fustigo menos, salgo contento de los ensayos, pensando que lo que he hecho tiene su enjundia. Les pasa a más cómicos, ojo. Hacer llorar desde un escenario también es tremendo.

Se puede interpretar el sufrimiento con una vida personal sin máculas, pero cuando se ha sentido el dolor, sale más fácil, ¿no?Admiro a quien puede reflejar el sufrimiento en una interpretación sin haber pasado por ciertos dolores, como las ausencias. A estas alturas ya tengo muchas ausencias, por ejemplo, aunque también he tenido que salirme por completo de mí mismo: he hecho de torturador militar argentino junto a Alfonso Palomares sobre los años oscuros con Videla. Pocas cosas habrá peores. Era una adaptación audiovisual de Benedetti, y tenemos el orgullo de que el propio autor nos escribió un correo muy bonito elogiando nuestro esfuerzo.

"Es injusto recordar simplemente que Laura Gómez-Lacueva ya no está. Su legado de alegría y amor es tan potente que debemos quedarnos con eso. Llorar hay que llorar, pero tratamos de reírnos recordando las risas con ella"

Del cono sur americano a Torrero, su barrio. Ejerce de embajador de las tierras altas capitaleñas.Es un orgullo. Vivo la vida de un pueblo, lo paseo, compro en los comercios, nos saludamos los vecinos, nos ayudamos cuando hace falta. En Torrero me he empeñado en vivir como antaño. Mis padres vinieron de Pozuel del Campo y de Novés, en Toledo, directos a este barrio de acogida para muchos.

¿Qué cara trae el resto del año, además del universo ‘oregonés’?Pues una adaptación de ‘Ay Carmela’ con Alberto Castrillo-Ferrer, con Laura Plano y yo como intérpretes; también está ‘Guggenheim’, una modificación de ‘Museo arriba, museo abajo’, junto a Teatro Indigesto y Gato Negro, Y tras el verano, volveré con Nasú: de hecho, ya hay algún bolo veraniego previsto.

Hablaba antes de ausencias, y tiene dos recientes: José Luis Violeta y Laura Gómez-Lacueva.Lo del homenaje a José Luis fue junto a la peña La Convivencia, en el Centro Cívico de Torrero. Era un tipo sensible, humilde, cercano. El zaragocista supremo que idolatraba a García Traid y a Carlos Lapetra. Tengo punteado un libro sobre él, lleno de pequeñas historias. Aunque tenía más de 80 años, su muerte fue muy dolorosa para mí, era un gran amigo. Y lo de Laura es eso mismo, aunque multiplicado por 1.000. No tocaba, con 48 años, no lo entiendes. Era una hermana, mi amiga, un ser excepcional. Nos daba mil vueltas a todos en el trabajo, además, y era muy generosa, hasta el punto de privarnos del sufrimiento de verla mal.

La descripción que hace de ella es compartida por todos los que la conocieron. Sigue sorprendiendo esa unanimidad.Es injusto recordar simplemente que ya no está. Su legado de alegría y amor es tan potente que debemos quedarnos con eso. Llorar hay que llorar, pero tratamos de reírnos recordando las risas con ella. Incluso en el velatorio vino una actriz muy atribulada a darme el pésame, muchos lo hicieron, como pareja televisiva que era yo de Laura, y se puso tan nerviosa la pobre que me dijo ‘enhorabuena’. Tuve que aguantarme mucho para no reírme. Laura se hubiera reído un montón.

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