Álex Rodrigo: "Fui un chaval que pasaba mucho tiempo solo, inventando historias"

El director y guionista zaragozano (1988) salta el charco con un nuevo proyecto, ‘Talkies’, que lleva puliendo dos años y que se sitúa en el Hollywood latino de los años 30.

Álex Rodrigo, en la sede del Grupo San Valero de Zaragoza.
Álex Rodrigo, en la sede del Grupo San Valero de Zaragoza.
Guillermo Mestre

¿Le importa si empezamos por el final, y con un topicazo? ¿Qué está haciendo ahora?Trabajo en un proyecto de serie con Benigno López y Enrique Lojo, llamado ‘Talkies’. Nos contactó Gato Grande, una compañía que trabaja con Metro Goldwyn Mayer, para desarrollar esta historia que tiene que ver con la migración española y latina a Los Ángeles en el período entreguerras del siglo XX, hacia 1930. Era la transición del cine mudo al sonoro, y también se radiografía el racismo, el empoderamiento latino y español... por allí estuvieron Buñuel o Jardiel Poncela, por ejemplo, y se creó una comunidad artística latina en el Hollywood de aquellos años. 

Hace poco salió un cómic de GP Ediciones hablando sobre Buñuel en aquel entorno, por cierto. 
Lo sé, me lo regaló Teresa Azcona; está muy bien. En esa época hay perfiles muy interesantes como el de Carlos Villarías, cordobés, protagonista de una versión ‘lowcost’ del ‘Drácula’ de Bela Lugosi. Un ‘spanish Dracula’, pura serie B, y ya sabes que la serie B es parte importante de la historia del cine.  

Vive usted una especie de regreso al futuro, entonces. ¿Qué recuerda de su primer pasado?
Fui un chaval que pasaba mucho tiempo solo, inventando historias que luego contaba a los adultos con diálogos entre muñecos, ayuda de juguetes y lo que fuera. En primaria ya me obsesioné con la literatura y tuve la suerte de contar con don Antonio, mi profesor en el colegio Doctor Azúa, que un día me dijo que quizá podría dedicarme a escribir, que en las redacciones veía cosas. Habló con mis padres y su confianza abrió todo un mundo para mí; no era consciente de que mi afición podía derivar en una profesión. El lenguaje del cine lo conocí ya en la adolescencia.

¿Hubo algún catalizador?
‘Ciudad de Dios’, esa película me marcó. El montaje, la crudeza... dirigir fue mi nueva obsesión. Cuando llegué a la Complutense para estudiar Comunicación Audiovisual me di de bruces con la realidad, como tantos otros que no podían pagarse una escuela privada; la estructura burocrática, muy rígida, dificultaba las prácticas y la cesión de material, que además era muy viejo. Prácticamente solo había una asignatura en toda la carrera en la que pudieras coger una cámara. Por suerte, tuve mentores luminosos, muy buena gente; había una profesora en primero que nos vio motivados y frustrados a algunos, y nos arropó para poder sacar material de tapadillo y usarlo en las prácticas. 

Bendita empatía, pues.  
¡Desde luego! Hacíamos microseries ‘online’ con capítulos de 10 minutos que colgábamos en internet. De la webserie salieron algunas ñapas, los primeros ingresos modestos. Eclosionaba la ficción para internet y un formato que está en desuso, la ‘branded’; a un colega y a mí nos contrataron en el portal Papanatos, ya podíamos rodar con equipos profesionales y repartos profesionales, aunque fuesen productos de bajo coste. También me sirvió para darme cuenta de que me encantaba la dirección de actores.

Hay otra parte del trabajo en el que usted destaca: convencer al vender tu proyecto.
Recuerdo un campamento de verano con Sargantana en Villanúa, que se centraba en el cine: había que terminar un corto en un mes. Antes de decidir la temática pedían tres propuestas, y ahí me di cuenta que sabía pelear por mis ideas. Con 15 años ya hice lo que hago ahora con un directivo de plataforma, defender mi idea. En aquel campamento había ideas mejores que la mía, y yo lo sabía, pero la defendí porque me hacía ilusión contarla. Era una perogrullada de ciencia ficción muy surrealista. Han pasado 20 años y sigo aprendiendo, además de transmitir lo que he ido experimentando cada vez que puedo, como ocurrió en diciembre pasado en San Antonio de los Baños, en Cuba.    

Surrealistas eran ‘Vis a vis’ y ‘La casa de papel’. No fueron mal... 
¿Sabes? Ha cambiado la perspectiva de cómo me relaciono con el éxito de ‘La casa de papel’. Cuando quedaban aún temporadas por estrenar había más ansiedad que felicidad y orgullo; no quería decepciones, ni entre el público ni conmigo mismo. No se podía bajar el pistón. Ahora que hace ya un tiempo del estreno de la última, lo saboreo todo más. Fue bonito lo que se consiguió, en especia la conexión con los personajes, más allá de la iconografía visual, de los monos rojos y las caretas, del fenómeno pop. Ahora lo recuerdo y sonrío tranquilo. 

¿Qué le dejó ‘El último show’? 
Era la primera vez que contaba una historia desde el pasado, porque partía de una anécdota de mi infancia con Marianico. ‘La casa de papel’ fue un aquelarre épico; a ‘El último show’ le llaman comedia crepuscular, y creo que esa definición atina bastante. Yo quería hacer una comedia con momentos dramáticos y al final salió un drama, con sarcasmo en ciertos momentos.

De esa serie queda un recuerdo poderoso: José Luis Esteban.
Es tremendo. Con Miguel Ángel tenía el pálpito que iba a hacer un gran papel, con Luisa lo mismo, por supuesto, y el elenco era muy bueno, pero Jota... desde el primer ensayo convirtió el personaje en ese canalla tierno que dibujó, tan equilibrado, con todas sus capas. Cuando vuelvo a ver alguna escena suelo pensar “qué cabrón, el tío”. Es muy bueno.

Su amiga Alba Flores, Manuel Burque y ‘Ulterior’

Casi coetáneos (de 1988 él, de 1986 ella), han trabajado juntos en ‘Vis a Vis’ y ‘La casa de papel’, y andan envueltos en otro proyecto de serie, ‘Ulterior’. Alba Flores (Saray, Nairobi) y Álex Rodrigo son importantes en uno para el otro. “Alba es increíble, hay una conexión especial que va más allá del mundillo, también somos activos en luchas sociales y tenemos ganas de cambiar el mundo a mejor. En lo artístico, qué te digo... te pones a hablar con ella y te podrían dar las dos de la mañana, le da mil detalles sutiles a sus personajes. Es muy generosa como actriz, y si le fascina el trabajo de un colegas lo dice en voz alta. Tiene una pureza increíble, algo que se agradece en una amiga y compañera de trabajo. Lo de ‘Ulterior’ viene de lo bien que nos entendimos en los trabajos previos”.

Rodrigo aclara que ‘Ulterior’ es una idea compartida originalmente con Manuel Burque. “Vimos que ella encajaba perfectamente. Es ciencia ficción, y al mismo tiempo se abordar cuestiones que trascienden el envoltorio, como la posibilidad ante un trauma de huir o confrontarlo, sabiendo las consecuencias de una u otra opción. Esto se desarrolla en un mundo dominado por la tecnología. Alba se involucró tanto nada más conocer el proyecto que después de tres horas hablando ya estaba cocreando. Es productora ejecutiva junto a Manuel y a mí, más Pedro Uriol de Morena Films, y la gente de Upgrade, firma estadounidense y británica. Tenemos por delante un camino largo, eso sí”.

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