William Levy: "En el primer casting que hice me dijeron que en la vida iba a ser actor"

El galán de 'Café con aroma de mujer' acaba de estrenar 'Montecristo' en Movistar Plus+, una adaptación de la célebre novela de Dumas.

William Levy, como el conde de Montecristo, en un fotograma de la serie.
William Levy, como el conde de Montecristo, en un fotograma de la serie.
Secuoya Studios

Conquistó a la audiencia femenina dando vida a Sebastián Vallejo, el galán de 'Café con aroma de mujer', y a buen seguro volverá hacerlo encarnando al protagonista de 'Montecristo', una serie que adapta de la novela de Alejandro Dumas a los tiempos modernos y que acaba de estrenarse al completo en Movistar Plus+. De risa fácil y contagiosa, William Levy (Cojímar, Cuba, 42 años) estuvo esta semana en Madrid presentando el proyecto.

¿Cómo surgió esta ficción?

Estaba trabajando en Colombia, en 'Café con aroma de mujer', y se presentó la oportunidad de hacer esto y lo acepté al momento. Ha sido una locura, pero una locura muy bonita y muy linda, porque yo quería hacer esto desde hace mucho tiempo. Fue un reto grandísimo poder llevarla a un tiempo actual porque las situaciones que se daban antes no se pueden hacer ahora, así que tuvimos que acomodarlo todo, pero los guionistas, el director y la producción hicieron un gran trabajo en Secuoya Studios.

Usted era muy fan de la novela de Dumas.

Sí, sí.

¿Cuántas veces se la ha leído?

No, la original me la he leído una vez, pero la película y la historia siempre me gustaron mucho.

¿Qué es lo que le atrapa tanto?

Siempre me han atraído estas ganas de hacer justicia, ¿sabes? De cuando alguien es injusto, hacérselo pagar por esa justicia que te hicieron a ti o a alguien más. Luego está la parte del amor y del desamor, la historia del principio que es muy bonita y muy linda y con la que uno se puede sentir muy identificado y, de pronto, el otro se la arrebata. Hay muchas cosas con las que uno puede sentirse identificado pero a la vez aprender.

¿Cómo han actualizado la ficción?

Hicimos que Edmundo Dantès naciera y se criara en Cuba y Mercedes, que es la chava de la que se enamora, viene de España. Ese amor surge en Cuba, pero la familia está en contra de ese amor y lo culpan de un asesinato que no comete, mandándolo preso toda su vida. A ambos les dicen que el otro y la otra han muerto y, como ocurre en la historia original, él conoce a alguien en la cárcel que le habla de una fortuna que tiene y que Edmundo adquiere en Estados Unidos. Y de ahí surge la identidad de Montecristo que el crea para llevar a cabo su venganza, y viene a España para reventar a toda la gente que le hizo daño.

¿En qué se parece a su personaje y en qué no?

Bueno, mi personaje nace y se cría en Cuba, o sea que ya por ahí vivió lo que yo viví en Cuba, en cierta forma. Y eso hace que me sienta muy identificado con el personaje. Obviamente, a veces he sentido en mi vida que quiero vengarme y hacer justicia con las cosas que son injustas. Creo que cualquier persona puede sentir eso en la vida. Pero también he aprendido que a veces no vale la pena eso. Llevar a cabo una venganza es muy agotador y puede acabar contigo también y con toda la gente que te rodea. Es un arma de doble filo.

Decía que ha sentido alguna vez las ganas de vengarte, no sé si cuando era más joven...

Todo el tiempo. Joven, viejo... (ríe).

¿Y alguna vez lo hizo?

Bueno, no se trata de ser vengativo, sino de enseñar y probar que la gente a veces está mal, se equivoca. A mí me emociona mucho. De hecho, se lo enseño a mis hijos. Es muy lindo mostrar a la gente que está equivocada porque eso también te enseña, te empuja, es un motor. Tu me dices que yo no puedo hacer esto, pues, cabrón, lo voy a hacer para enseñarte que te equivocas. Está mal hecho que tú le digas a alguien que no crees en él, que no crees que lo logre. Eso puede destrozar a cualquier persona. Hay que tener mucho tacto.

¿A usted se lo han dicho?

Claro, al principio de mi carrera, justo el primer día que hice un casting me dijeron que yo nunca iba a ser actor. La madre de mis hijos, que entonces estábamos juntos, hizo el casting conmigo y me lo dijeron delante de ella. Salimos, me fui callado, y en el carro le dije que esa mujer un día se iba a tragar sus palabras. Y lo hice y me dio mucho gusto, muchísimo gusto (ríe).

Creo que es la tercera vez que trabaja como productor. ¿En qué se traduce eso?

Me da la oportunidad de cuidar mucho más el proyecto. Me gusta, como parte del equipo creativo, poder dar mi opinión, lo disfruto mucho.

La serie tiene secuencias subidas de tono. ¿Cómo lleva esa parte del trabajo?

Es un poco incómodo, no te voy a decir que no, pero es parte de la profesión y tienes que aceptarlo y en ese momento decir, no soy yo, es Montecristo, así que, ¡p'alante, venga! ¡Aunque sean tus nalgas, pero no, son las de Montecristo! (ríe).

Ahora existe la figura del coach de intimidad.

Al principio fue un poco extraño, porque no estás acostumbrado, pero luego terminas por agradecerlo. Es bueno y necesario porque hace que los actores y las actrices se sientan cómodos antes de llegar a una escena y que estén los dos de acuerdo en qué aceptan y qué no aceptan. Es un poquito complejo para el director porque igual lo limita para hacer determinadas cosas.

Bañarse en sopa

¿Cuáles han sido las mayores dificultades de este rodaje?

Para mí, grabar las escenas esas en la piscina con un frío que te cagas. Preguntaba si no podía hacer la escena en un jacuzzi caliente. Yo soy de Cuba, yo estoy acostumbrado a bañarme en una sopa, no en un pinche agua con hielo (ríe).

Allá donde va, le persiguen las fans. ¿Cómo lleva esa cara de la fama? ¿Le agobia?

No, no me agobia porque es algo bonito. A veces tienes que tomar precauciones porque no sabes quién se está acercando, ni con qué intenciones. Por esa razón, yo siempre les digo a los fans que no manden comida a mi cuarto o me la regalen. Pero bueno, todo lo demás lo acepto con mucho cariño y mucha humildad. Hay que sentirse muy bendecido por recibir el cariño público.

¿Le quita el sueño el éxito?

No, lo importante es darlo todo. En una relación tienes que dar todo, aunque no funcione. Si no funciona, pero lo diste todo, te vas satisfecho. Es lo mismo con la carrera. Si no funciona y no diste todo, ahí hay algo malo. Y ahí te vas a ir con arrepentimiento sin haberlo dado todo porque no sabes qué hubiera pasado si lo hubieras dado todo.

Una curiosidad, ¿cuánto tiempo dedica al día a cuidar su cuerpo?

No soy un hombre que va el día entero al gimnasio. Soy una persona normal, pero sí me cuido. Juego al baloncesto porque me gusta y voy al gimnasio cuando puedo pero no lo disfruto. Yo creo que si me pusiera tan fuerte no se me vería bien, se me vería distorsionado. Eso se lo dejo a The Rock (ríe).

¿Se ve dando el paso a la dirección?

Claro que sí, pero no puedo contarte más porque si no me van a robar. Pero sí, sí me gustaría dirigir y hay algunas historias que sí me gustaría llevar a la pantalla y contarlas y dirigirlas porque son mías.

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