La colección de cerámica Fortún-Torralba vuelve a ver la luz tras 20 años en el Taller de Cerámica de Muel

La colección, una de las más importantes de España, permite disfrutar de las 250 piezas de cerámica contemporánea que fueron reuniendo el catedrático de Historia del Arte Federico Torralba y el pintor Antonio Fortún.

La exposición permanente se encuentra en el Taller Escuela Cerámica de Muel de la Diputación de Zaragoza
La exposición permanente se encuentra en el Taller Escuela Cerámica de Muel de la Diputación de Zaragoza
DPZ

Tras 20 años encerrada en cajas en almacenes, la colección de cerámica contemporánea Fortún-Torralba ha sido recuperada para que vuelva a ver la luz y ser expuesta, ahora de manera permanente, en el Taller Escuela Cerámica de Muel de la Diputación de Zaragoza.

Se trata de una colección de 250 piezas que refleja la personalidad de los dos coleccionistas que la crearon, el catedrático Federico Torralba y el artista Antonio Fortún.

El coordinador de proyectos y difusión cultural de la DPZ, Ricardo Centellas, que junto a la diputada de Cultura, Ros Cihuelo, y de la directora del Taller Escuela Cerámica de Muel, María Giménez, ha presentado esta exposición permanente que se mostrará en la sala Enrique Cook del Taller Escuela de Cerámica de Muel, la ha calificado de colección "singular, extraordinaria y extensa".

"Se hace justicia a una colección de gran calidad. Refleja la personalidad de dos coleccionistas que influyeron de manera fundamental en la difusión del arte contemporáneo tanto en España como a nivel internacional", ha afirmado.

Centellas ha recordado que la colección nace de la inquietud de Torralba y Fortún, que la cedieron a la DPZ en 2003, de buscar en la cerámica "un nuevo lenguaje" en un momento en el que "se potencia la cerámica creativa apartándola de la tradicional", ya que hasta esas fechas lo que se había hecho con mayor frecuencia era reproducir las piezas de barro para sus diferentes usos domésticos.

Por su parte, Ros Cihuelo ha calificado la exposición como "maravillosa" porque "recoge la evolución de la cerámica desde un sentido más utilitarista hasta convertirse en una auténtica disciplina artística con peso propio".

Ha resaltado la importancia del Taller Escuela Cerámica de Muel, que se ha convertido en "referencia, tanto a nivel nacional e internacional, debido al gran trabajo que se ha realizado a lo largo de estos años".

Toda la labor de difusión de la cerámica que se hace en el taller, especialmente entre los estudiantes más jóvenes, la ha explicado María Giménez.

Las piezas de cerámica contemporánea que conforman la exposición fueron adquiridas en los años 60 y 80 del pasado siglo XX y la mayoría hechas en el torno, en las que se identifica un rasgo común: la intención de explotar las cualidades plásticas y expresivas antes que su recuerdo utilitario.

Al ser una colección heterodoxa, la exposición está dividida en función de las características de las piezas: cerámica contemporánea, de inspiración oriental, cerámica nórdica, piezas del ceramista valenciano Enrique Mestre, cerámica catalana y cerámica aragonesa.

Uno de los apartados más destacados es el de la cerámica oriental por el gran interés que sentía Federico Torralba por él y que le llevó a coleccionar numerosas piezas de origen oriental, así como piezas contemporáneas que imitan esas mismas piezas antiguas en las que se emplean las mismas técnicas orientales.

Algunas de las piezas contemporáneas que imitan o reinterpretan los motivos tradicionales de producción en China y Japón, sobre todo en sus periodos más esplendorosos, coinciden con los periodos Luang o Sung y ejemplo de ello son el jarrón de cerámica roja "sangre de toro" o los cuencos que recrean los "claro de luna" japoneses.

También resaltan las piezas de cerámica nórdica que presentan algunas características muy particulares en su expresión artística y que suponen un contrapunto a la cerámica oriental

O las piezas del valenciano Enrique Mestre, que fue pionero en la experimentación plástica en la cerámica española y que fueron creadas entre 1970 y 1980.

La parte dedicada a la cerámica catalana compone un conjunto de carácter más heterogéneo, tanto en estilos y autores como en cronología.

Los autores aragoneses conforman un preciso extracto de la evolución creativa y plástica de la cerámica contemporánea en los 70 y 80, que influyeron en la creación de la imagen de la cerámica como una disciplina artística plena. En este proceso participó Fortún intensamente como espectador, difusor e incluso practicante. 

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