arquitectura y restauración

Irene Ruiz Bazán: “Manuel Lorente se esforzó por recuperar una imagen medieval de Aragón”

La historiadora del arte zaragozana publica una monografía sobre este arquitecto y conservador del Museo del Prado que trabajó mucho en la Comunidad

La joven historiadora Irene Ruiz Bazán lleva varios trabajando sobre este arquitecto.
La joven historiadora Irene Ruiz Bazán lleva varios trabajando sobre este arquitecto.
Archvio Ruiz Bazán.

La historiadora del arte Irene Ruiz Bazán (Zaragoza, 1983) publica la monografía ‘Manuel Lorente Junquera. Arquitecto restaurador’ (Universidad de Granada, 2022), que presenta el sábado 15 de abril, a las 11.30, en la librería Antígona de Zaragoza. La autora ha sido becada por el Instituto de Estudios Turolenses y el Instituto de Estudios Altoaragoneses. Manuel Lorente Junquera nació en Madrid en 1900 y murió en 1982, pero su huella en la Comunidad Autónoma de Aragón.

¿Cómo presentaría a Manuel Lorente Junquera, cómo lo retrataría?

Manuel Lorente Junquera es una figura prácticamente desconocida en la historiografía de la arquitectura española que, sin embargo, influyó decisivamente en el aspecto que hoy presentan muchos monumentos aragoneses. En su labor como arquitecto jefe de la tercera zona (Aragón, La Rioja y País Vasco), en el período 1940-1970, intervino en más de 80 monumentos a través de más de 300 proyectos de restauración en los que, en líneas generales, se buscó recuperar la imagen original de los edificios, eliminándose en este proceso importantes fases históricas, sobre todo barrocas o, en algunos casos, efectuándose reconstrucciones sin una sólida base documental. A pesar de que algunas decisiones tomadas por el arquitecto resultan decisivamente anacrónicas en el momento que se realizaron con respecto a las teorías internacionales, responden a lo acontecido en el panorama nacional durante el franquismo y no se debe olvidar que a su labor se debe la conservación de gran parte de nuestro patrimonio.

¿Cuál sería su lugar en la generación del 27 o del 25, qué vínculos tuvo por la Residencia de Estudiantes y con personajes como el zaragozano Fernando García Mercadal?

A pesar de titularse en 1925 no parece influenciado por este movimiento y no se le conocen vínculos intelectuales con la Residencia de Estudiantes. De hecho sus primeros años como profesional (1925-1940) estuvieron enfocados a la construcción de bloques de viviendas destinados al alquiler en Madrid, diseñando edificios de marcado corte historicista. Parece muy probable que el hecho de que su padre fuese el Gobernador del Banco Hipotecario (creado en el año 1872 bajo el auspicio del conocido emprendedor José de Salamanca, que promovió el desarrollo que hoy se conoce como Barrio de Salamanca) influyó notablemente en los primeros encargos que recibió.

Tras la Guerra Civil, le asignan la llamada Zona 3. ¿Cuál sería el balance de su trabajo, cuál era su cometido y cómo lo desarrolló?

La salvaguarda de todos los edificios declarados como monumentos dependía de la Dirección General de Bellas Artes que se ocupaba de esta tarea a través del cuerpo de los denominados Arquitectos de Zona. Se trataba de una estructura que imitaba el sistema francés de tutela del patrimonio, establecido a raíz de la republicana (y muy avanzada para su época) Ley del Tesoro Artístico de 1933 que estuvo vigente durante todo el franquismo hasta la promulgación de la actual ley del Patrimonio Histórico Español de 1985. Los arquitectos de Zona contaban con una gran autonomía a la hora de decidir sobre qué monumentos se intervenía y eran los encargados de redactar y dirigir todos los proyectos de restauración.

De modo general, casi a modo de introducción, ¿cómo resumiría su carrera?

Manuel Lorente Junquera desarrollo una inmensa labor, redactando más de trescientos proyectos de intervención. La época del desarrollismo (a partir de 1959) fue especialmente prolífica ya que el Patrimonio era visto como un recurso turístico de primer orden para las zonas de interior que carecían del tan apreciado “sol y playa”, por ello en las intervenciones de esta época podemos apreciar un claro esfuerzo por recuperar, o recrear, una imagen medieval de Aragón.

"Los arquitectos de Zona, y Manuel lo fue de la Zona 3, contaban con una gran autonomía a la hora de decidir sobre qué monumentos se intervenía y eran los encargados de redactar y dirigir todos los proyectos de restauración"
Retrato de Manuel Lorente Juanquera (1900-1982.
Retrato de Manuel Lorente Junquera (1900-1982.
Archivo Ruiz Bazán.

En el libro, aborda su trabajo en catedrales, edificios religiosos y arquitectura civil y militar. ¿Qué destacaría?

Dos de los aspectos clave que guían las intervenciones del arquitecto son, de un lado, recuperar la imagen original de los edificios y, de otro, reforzar lo que el arquitecto consideraba como el “carácter aragonés”. Al primer aspecto responde la eliminación sistemática de los elementos que no se correspondían con el estilo original del edificio, como la proto-torre mudéjar de la interesantísima Iglesia de San Juan de la Cuesta en Daroca, iniciada en estilo románico y, por el contrario, la creación de nuevos tejadillos mudéjares en la Catedral de Barbastro o en la iglesia de Santa María de Albarracín, de los que no se tenía ninguna referencia, para reforzar su carácter aragonés, siguiendo en el caso de la Catedral de Barbastro las recomendaciones del entonces alcalde.

¿Tenemos anécdotas, ha encontrado curiosidades en su investigación?

Algunas hay. Resulta curioso que el arquitecto propuso para el remate de la Torre de San Pedro en Teruel  unos pináculos en las esquinas que se veían en los planos, pero que la Junta Consultiva de Construcciones Civiles decidió no autorizar. Sin embargo, encontramos estos pináculos en numerosos dibujos de las torres de Teruel como por ejemplo los utilizados en la portada del libro ‘El mudéjar de Teruel, Patrimonio de la Humanidad’ de 1989, o en los gráficos de estudio sobre la restauración de la Torre del Salvador realizados por Antonio Pérez Sánchez y José María Sanz Zaragoza en las II Jornadas sobre patrimonio arquitectónico turolense de 1993, lo que sin duda se debe a que los dibujos de Manuel Lorente Junquera fueron tomados como base para la realización de estos posteriores sin cotejarlos con la realidad.

¿Algo más?

También es curioso que el tejadillo de la iglesia de Santa María de Albarracín, se inspiró en el que él mismo había realizado en la Catedral de Barbastro, era en realidad una idea del alcalde de Barbastro que el arquitecto "había acogido con entusiasmo", con le recordaba antes.

¿Qué le deben las torres mudéjares, la torre de Utebo o algunos edificios tan importantes como la Lonja y la Maestranza, en Zaragoza, o el castillo de Loarre, por seleccionar algunos?

Con respecto a los edificios plenamente mudéjares, Manuel Lorente Junquera parece haber iniciado la tendencia, que se mantiene hasta nuestros días, de reponer la decoración de manera íntegra, dando una mayor importancia a mantener su imagen que la originalidad de los materiales empleados, cuestiones que sin embargo, eran objeto de debate durante los años treinta del pasado siglo. Sin duda, en todos estos edificios se realizaron actuaciones de consolidación que han permitido que se hayan conservado hasta nuestros días, siendo particularmente decisivas las intervenciones en las torres turolenses, muy afectadas durante la guerra civil. Si bien, algunas de las operaciones estructurales que realizó fueron fuertemente contestadas, como la decisión, muy influenciada por el deseo del entonces Obispo, Francisco Peralta, de eliminar los arcos codales de la Catedral de Vitoria, que aceleró su proceso de ruina y conllevó su cierre.

¿Se puede definir, de algún modo, su estilo, su metodología?

Manuel Lorente Junquera adoleció de una faceta investigadora sobre los monumentos en los que intervino, que sí demostró sin embargo en otros ámbitos como la Historia de la Arquitectura Española o la pintura o la escultura, limitándose en muchos casos el conocimiento de los monumentos en los que intervino a una copia de cuanto referido en el catálogo monumental.

La búsqueda de la unidad de estilo y del potenciamiento de lo que él consideraba carácter de los edificios fue una constante que guió su praxis, conllevando, como ya hemos referido la eliminación de importantes fases de la evolución de los monumentos y forzando la reconstrucción de algunos elementos, como una bóveda de crucería en la iglesia de San Miguel de Daroca, sustituyendo a una cúpula barroca que hoy en día son indistinguibles si no se recurre a las referencias documentales.

"Con respecto a los edificios plenamente mudéjares, Manuel Lorente Junquera parece haber iniciado la tendencia, que se mantiene hasta nuestros días, de reponer la decoración de manera íntegra, dando una mayor importancia a mantener su imagen que la originalidad de los materiales empleados"

¿Cómo se concretó su trabajo de conservador en el Museo del Prado?

Junto al arquitecto Fernando Chueca, Manuel Lorente proyectó entre 1952 y 1953 la segunda ampliación del Museo del Prado, construida entre 1954 y 1956, bajo la dirección de José María Muguruza Otaño, una obra con la que se añade una crujía paralela y contigua al frente oriental de la ampliación de Arbós, a cada lado del ábside del cuerpo central y sin llegar a tocarlo, para aportar ocho nuevas salas de exposiciones en cada una de las plantas del edificio, así como nuevos sótanos para usos no propiamente expositivos. Además redactó con el profesor Blanco Freijeiro el antiguo catálogo de escultura.

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