Se apoderó del teclado con fuerte dominio artístico. Javier Perianes estalló en una viva llamarada de carácter improvisador en ‘Coloquio en la reja’, de Enrique Granados, produciendo un estilo romántico ondulante, y realzando la línea melódica cargada de armonías exquisitas de esta pieza de la suite ‘Goyescas’. Una suite pianística magistral, plato fuerte de este concierto, para la que Granados se inspiró en las pinturas del aragonés más universal, Francisco de Goya, que reflejan la atmósfera folclórica del Madrid de finales del siglo XVIII.

Perianes, sin partituras en todo momento, había iniciado la serie con ‘Los requiebros’, dotándola del garbo que exige esta partitura cargada de aires folclóricos. El pianista lució un adecuado dominio técnico y un sentido de la medida ajustado, y la concluyó con abundante grandeza expresiva. No obstante, fue en los ritmos raciales de ‘El fandango del candil’, donde el onubense sacó todo el duende de su sangre andaluza. Así mismo, se empleó a fondo tanto en ‘Quejas o La maja y el ruiseñor’ como en el resto de las seis piezas que integran la suite ‘Goyescas’, a las que a veces se añade una séptima: la escena goyesca ‘El pelele’. Javier Perianes se explayó desgranando abundante canto pianístico y logró que la amalgama de poesía y emoción cristalizara en un sonido hermoso y consistente, exhibiendo una indiscutible capacidad de evocación lírica en esta ‘suite’ de Granados, que incluye algunas de las piezas más ensoñadoras de la literatura pianística española.

En la primera parte del concierto escuchamos un repertorio de variaciones de música alemana, del matrimonio Clara y Robert Schumann, y de Johannes Brahms, que sonaron con un discurso pianístico elocuente de Perianes, quien ofreció como bis ‘Intermezzo en la mayor, opus 118, nº 2’, de Brahms.