Por
  • Enrique Abenia

'John Wick 4': el disfrute del uno contra todos

Keanu Reeves, en 'John Wick 4'
Keanu Reeves, en 'John Wick 4'
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Más allá de Neo, el héroe frente al sistema en ‘Matrix’, Keanu Reeves encontró otra figura icónica en John Wick, un asesino convertido en el gran objetivo a eliminar que siempre logra sobrevivir y matar a su ingente número de enemigos. La saga de culto llega a su cuarta entrega luciendo las claves de su sugerencia: el factor del uno contra todos, la absoluta entrega a las largas e hiperbólicas secuencias de golpes y disparos y los detalles acerca de la sociedad secreta de asesinos. La película, dirigida por Chad Stahelski, autor de las anteriores, disipa los síntomas de desgaste que, dentro del interés, asomaban en la secuela previa y sabe cómo canalizar el disfrute del aficionado al cine de acción. Lo hace con habilidad al apoyarse en el exceso, presente de inicio en sus casi tres horas de duración, mostrarlo de manera abierta y, sin embargo, deparar afinidad y estímulo sin caer en lo malo del recurso. El tono grave que sobrevuela, una de las vías de riesgo, forma parte del juego.

‘John Wick 4’ ****
Dirección:Chad Stahelski.
Guión:Shay Hatten y Michael Finch.
Intérpretes:Keanu Reeves, Donnie Yen, Bill Skarsgard, Ian McShane, Hiroyuki Sanada, Shamier Anderson, Clancy Brown, Laurence Fishburne, Lance Reddick.

Con la vistosidad instalada de serie, ‘John Wick 4’ sube de nivel a partir del pasaje de la discoteca en Berlín y muy especialmente una vez acontece en París, su tramo de despliegue máximo. La sugestiva situación de que el proscrito (la Alta Mesa lo excomulgó) debe sortear los continuos ataques de los que quieren cobrar su recompensa y llegar vivo a su destino a la hora señalada para tener la oportunidad de ser libre se reviste de momentos que divierten y se degustan (la rotonda, las escaleras).

El clímax gusta por su aplicación del concepto del duelo, no solo detectado en las resonancias de ‘western’ de la cita fijada para el amanecer. También agrada que el filme aproveche el rol a cargo de Donnie Yen, un asesino ciego, y la cuestión del enfrentamiento obligado que no resiente la amistad entre involucrados. La aparición secundaria del criminal que va con su perro entraña asimismo acierto por los guiños que transmite.

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