letras aragonesas

Enrique Ester dedica una tesis doctoral a la apuesta radical por la vida del poeta Ángel Guinda

Leyó este lunes su trabajo en la Biblioteca María Moliner, dirigido por Alfredo Saldaña y Nacho Escuín, y mereció el sobresaliente cum laude

Enrique Ester, durante la presentación de su tesis sobre Ángel Guinda.
Enrique Ester, durante la presentación de su tesis sobre Ángel Guinda.
Heraldo

El filólogo y periodista Enrique Ester Mariñoso leía este lunes, en la Biblioteca María Moliner, su tesis doctoral sobre el poeta, profesor y traductor Ángel Guinda (Zaragoza, 1948-Madrid, 2022), bajo el título ‘La poesía de Ángel Guinda: amor y muerte, compromiso y lenguaje’. Los directores del trabajo de más de 500 páginas han sido los poetas Alfredo Saldaña, catedrático de Literatura comparada, y el poeta y editor Nacho Escuín, profesor de literatura. El presidente del Tribunal fue Antonio Pérez Lasheras, estudioso de Góngora y de la poesía aragonesa. Y la propuesta de calificación fue Sobresaliente cum laude.

En el capítulo de sus conclusiones, Enrique Ester, fascinado con la obra y el rigor del autor de ‘Vida ávida’ o ‘Espectral’, entre otros títulos, dice: “Ángel Guinda es una de las voces poéticas aragonesas más importantes de los últimos veinte años del siglo pasado hasta la actualidad. Una voz singular en constante aprendizaje, determinada por sus circunstancias personales y sus experiencias vitales, con un gran dominio y utilización del lenguaje, una poesía de gran calidad lírica”.

Afirma Ester, colaborador de HERALDO en temas religiosos y eclesiásticos, que la suya es “una poesía vivida como una necesidad vital hasta el punto de intentar hacer de la poesía su vida y de su vida poesía”, como solía afirmar Guinda. Es “una poesía con una clara concepción de una ética de la praxis literaria, en un ejercicio de posmodernidad resistente, con una sincera y honesta propuesta de una poesía auténtica”, que desarrolla, matiza el nuevo doctor, “una estética comprometida con la ética en donde se encuentran un compromiso social, valores didácticos y un magistral utillaje retórico”. Ángel Guinda, del que se presenta hoy martes su poemario póstumo ‘Aparición y otras desapariciones’ (Olifante) en la Biblioteca de Aragón, después de adentrarse en los intersticios más profundos de la conciencia del poeta, desvela sus angustias, muestra sus contradicciones, abismos y terrenos movedizos sin anclajes, e “intenta colocar al lector ante sí mismo y el mundo en una clara apuesta apelativa por el ser humano sin condiciones y por la vitalidad de la existencia”.

Ester estudia diversos contextos que rodean la formación y el influjo del poeta. La poesía de los novísimos, la poesía social, la poesía italiana, la poética del silencio, su gran conocimiento del oficio y su inmenso arsenal de lecturas. “La poesía guindiana parte de una visión existencialista, vitalista en la mayoría de sus composiciones, que nace de las experiencias, vivencias, sentimientos y anécdotas del autor. El poeta expresa y narra su vida otorgando a su poesía una función catártica, como él ha expresado tantas veces. cuenta su vida para desposeerse de ella”.

Enrique Ester Mariñoso asegura que “sus vivencias y experiencias, especialmente antes de trasladarse a Madrid, ha sido una despensa de pruebas en las que casi todo ha cabido: drogas, sexo, suicidio, convivencia con la muerte, alcohol, tabaquismo. Una clara determinación por buscar y experimentar los límites de la existencia”. Uno de los poemas más famosos de Ángel Guinda comienza “Yo me he fumado la vida”. Recuerda que el autor de ‘El arrojo de vivir’ (Olifante, 2022) fue calificado como 'poeta maldito' en “ese claro ejercicio de buscar los límites la vida, por los escándalos que han producido algunos de sus poemas, algunos de ellos tachados de irreverentes, por los que fue juzgado y condenado en los tribunales zaragozanos, por su rebeldía tantas veces manifiesta y por sus poemas atormentados y contradictorios en los que parece querer lanzarse al abismo donde refleja su concepción de la vida como un problema permanente en una visión amargo-realista”.

“Ángel Guinda intenta colocar al lector ante sí mismo y el mundo en una clara apuesta apelativa por el ser humano sin condiciones y por la vitalidad de la existencia”, dice Enrique Ester

Frente a estas consideraciones, desarrolladas por los críticos e incluso abonadas a veces por el propio Guinda, que fue elegido con Leopoldo María Panero y Ramón Irigoyen para el espectáculo ‘Más margen, malditos’ de El Silbo Vulnerado a mediados de los 80, es ahí donde emerge una de las visiones novedosas del filólogo y periodista: el misticismo pagano del poeta. “El análisis pormenorizado de este trabajo de la poética de Guinda me lleva a trastocar esta visión, añadiendo a ella una función principal. Esta poesía tiene como cometido y sustrato imprescindible la apuesta radical, en tanto que profunda y total por el hombre, por la humanidad, por todo lo humano. El poeta es capaz de bajar hasta el fondo, a lo profundo de sí mismo, en el intento de mostrar las fronteras y las consecuencias de todo aquello que puede deshumanizar a la persona, con la clara pretensión de desvelar todo aquello que pueda hacer que la vida carezca de sentido y de fundamento”.

Agrega que desde esa visión se entiende mejor una de las obsesiones del poeta: la utilidad de la poesía, algo que expuso en diversos manifiestos. La poesía para Guinda era, también, un utensilio que ayuda a vivir y que se sitúa en la esfera de la solidaridad y la justicia. “En definitiva, estamos ante un ejercicio que se identifica plenamente con la vida, una vida que el poeta pretende vivir intensamente, y a la que invita a vivir radicalmente, apasionadamente. Desde este punto de vista entendemos su reiteración a tratar tan repetidamente el tema de la muerte”, asunto vinculado también a la idea de que al nacer él murió su madre. Jamás se pudo quitar de la cabeza la idea de “nacer matando”.

Ester añade: “El poeta siente su existencia, la amenaza real de la muerte le hace percibir su vida como un presente. Este saberse vivo, en construcción, es la apuesta por la que deberíamos trabajar en este momento. Las reiteradas invitaciones a vivir, vivir la vida intensamente, vivir hasta desvivirse, ante la su concepción de que la vida es lo único de los que dispone la persona, ante la nada final de la existencia, más allá de la vida, el fin irreversible”. El poeta zaragozano se afanó en perseguir “un espacio que diese acogida y proyección a esa voz interior siempre en riesgo de quebrarse”.

En sus extensas y matizadas conclusiones, escribe: “La poesía guindiana es directa, clara, honesta, auténtica y útil. Una poética que huye de formulaciones poéticas que se acerquen a realidades ideales o a autores líricos y tendencias que se encuentren encerrados en sus torres de marfil, sin que por ello rebaje

“En definitiva, estamos ante un ejercicio que se identifica plenamente con la vida, una vida que el poeta pretende vivir intensamente, y a la que invita a vivir radicalmente, apasionadamente", subraya Enrique Ester.

su calidad estética. Esta concepción le lleva a alejarse de la poesía fácil y superficial, de una poesía que repentice. Sus composiciones son siempre producto de una larga elaboración surgido en numerosas ocasiones desde el silencio angustioso del pensamiento hasta su verbalización”, resume Enrique Ester, que también resalta “la actitud rebelde, resistente y revolucionaria de Ángel Guinda”, que escribió alrededor de mil poemas y que nos ha legado una vasta obra: obra lírica y aforística, fragmentos autobiográficos en prosa, ensayos, obras de traducción, antologías, artículos de pensamiento y crítica literaria y artística. Dentro de algún tiempo, J. Benito Fernández, biógrafo de Leopoldo María Panero, Rafael Sánchez Ferlosio y Juan Benet, entre otros, publicará un tomo en Olifante sobre la vida de Ángel Guinda.

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