música

Las cinco visitas de Bob Dylan a Aragón

El cantautor estadounidense se estrenó en la Comunidad en Huesca en 1993 y le siguieron cuatro actuaciones en Zaragoza. 

El primer concierto de Dylan en Aragón, en Huesca en 1993.
El primer concierto de Dylan en Aragón, en Huesca en 1993.
Heraldo.es

El recital que Bob Dylan ofrecerá el próximo 17 de junio en la plaza de toros de Huesca será su sexta visita a Aragón. Y es que pese a que el primer concierto del estadounidense en suelo español no se produjo hasta el verano de 1984 en Madrid, hubo que esperar otros nueve años para disfrutarlo en la Comunidad. 

Y fue precisamente el coso taurino oscense el elegido para la ocasión el 6 de julio de 1993. Las entradas costaban 2.500 pesetas y Dylan compareció con la siguiente banda: William Buster (guitarra), Anthony Garnier (bajo), George Jackson (guitarra) y Wiston Watson (batería). El cronista de HERALDO dijo: "Comenzó con 'Hard Times', del último disco, y siguió con 'Memphis', para seguidamente deleitarnos con 'All along the watch tower' de su noveno Lp, 'John Wesley Harding' del año 1968, una pieza fundamental en su obra, igual que 'Just like woman' del 'Blonde on Blonde', la joya más poética del rock. Después unió varios temas como Series of Dreams y Born in time, para a continuación tocar el segundo y tercer tema de su último trabajo, Jim Jones y Tomorrow night. Volvió a sus orígenes, allá por los años 64, con Hamie Carrol de Times Are-A-Changing, un mensaje que habla de las miserias e injusticias sociales, para seguidamente revisar de forma muy personal Mr. Tambourin, pieza clásica y primera canción dedicada a las drogas. Siguió revisando temas pasados de su folk inicial, hasta encontrarnos con Litle Maggies del disco más actual, para finalizar con It ain't me babe del cuarto Lp de su carrera Another side of Dylan, reivindicando la elección de decir adiós a muchas cosas, y uniéndola a North country del The Freewheelin, su tercer álbum del año 1963, una preciosa canción de amor".

Dos años después, el 23 de julio de 1995, pinchó en cuanto asistencia (3.000 personas) al pabellón Príncipe Felipe pero deleitó al público. "Mala fecha: verano, vacaciones y día de fiesta. Solo tres mil personas en el concierto. Poco público en el pabellón Príncipe Felipe, pero música de alta graduación, con un Dylan entre acústico y eléctrico sencillamente genial", explica el crítico Matías Uribe.

Gira con Calamaro

En el mismo pabellón, el 21 de abril de 1999 y con Andrés Calamaro como telonero ilustre, Dylan facturó otra memorable actuación. "De nuevo otro grandioso concierto. Seguía aferrado a su fórmula acústico-eléctrica y era una delicia oírle en las acostumbradas remodelaciones de sus canciones. Acudió algo más de público, en torno a las 5.000 personas", relata Uribe.

Bob Dylan en Zaragoza en 1999.
Bob Dylan en Zaragoza en 1999.
Heraldo.es

La Expo trajo a Dylan el 24 de junio de 2008 a la explanada de la Feria de Muestras de la capital aragonesa sin la brillantez acostumbrada y con 9.000 espectadores. "No puede decirse que saliese a hombros. Para entonces ya se había colocado tras el piano, dejando prácticamente la guitarra. Además, había modulado el canto, poco menos que escupiendo las sílabas. Y para colmo, el concierto fue en la maldita explanada de la Feria de Muestras", rememora Uribe. 

Su última comparecencia acaeció el 5 de julio de 2015 en el pabellón Príncipe Felipe. Apenas 2.700 personas acudieron a la cita, entre ellos vips como Ara Malikian o Loquillo. El periodista Pablo Ferrer hizo la crónica para HERALDO y señaló: "El guión decía que Dylan empezaría con 'Things have changed' del año 2000, y así fue. Debía seguir la cosa con un clásico de hace medio siglo, ‘She Belongs To Me’, en el que el protagonista de la noche desenfundaría la armónica. Dicho, telegrafiado y hecho. Luego debía sentarse al piano a desgranar las notas de ‘Beyond Here Lies Nothin’. Cero sorpresas. Cayeron en orden riguroso ‘Workingman Blues #2’, ‘Duquesne Whistle’, ‘Waiting For You’, a ritmo de vals, o ‘Pay In Blood’. Así hasta la veintena, bises incluidos. La sobria iluminación de escenario, con luces tenues e indirectas desde el suelo y mínimo juego superior de focos, contribuía a crear ese extraño ambiente de cercanía/lejanía que cultiva Dylan desde hace años, y que convierte sus conciertos en experiencias tan entrañables como desconcertantes".

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