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Rada Mancy, una zaragozana tras los pasos de C. Tangana y Bad Gyal: "A los 5 años quería ser guitarrista"

La cantante, de 24 años, tiene un contrato con el sello Lowlight. Por las mañanas trabaja en un supermercado y por las tardes compone.

Rada Mancy sonríe a la música y a la vida en la plaza de Santa Engracia de Zaragoza.
Rada Mancy sonríe a la música y a la vida en la plaza de Santa Engracia de Zaragoza.
Francisco Jiménez

A sus 24 años, Claudia Blasoni ha vivido –y sigue viviendo– muy deprisa. A los 16 años dejó su Venezuela natal para emigrar sola y con una beca a la Italia de sus ancestros. A los 17 se instaló junto a su padre en Panamá sin documentación y abocados ambos a empleos precarios. Y a los 18 Zaragoza le abrió las puertas del cielo de la estabilidad personal y profesional. 

Es aquí donde ha eclosionado en Rada Mancy, una de las cantantes más prometedoras de la Comunidad, con miles de escuchas en las plataformas en 135 países, con un contrato discográfico con un potente sello y con una nominación en los próximos Premios de la Música Aragonesa.

El inicio de esta historia se sitúa en Maracaibo, la urbe donde nació en 1998. "Recuerdo el calor, es una ciudad muy grande y caliente, los maracuchos somos muy ruidosos. Me encantan las calles porque son cuadriculadas y llegas a todos los sitios desde donde sea. Y tiene un lago con salida al mar", evoca con indisimulada nostalgia.

La música no tardó en llamar a su puerta pese a no contar con antecedentes familiares. "En casa siempre se escuchó música. En la graduación de preescolar, a los 5 años, dije que quería ser guitarrista mientras mis compañeros querían ser bomberos o médicos. Me regalaron una guitarra pequeñita y fui aprendiendo por mis medios. Me encerraba a cantar e improvisar solita. Era una especie de terapia de niña. Pero luego lo dejé y no fue hasta la adolescencia que lo retomé", rememora.

En el colegio realizaba parodias de canciones cambiando la letra para hacer protagonistas a sus amigas. En su etapa italiana descubrió su soltura para rimar y componer. Y poco después aprendió a grabar versiones, como el ‘Needed me’ de Rihanna, con la única ayuda de un teléfono móvil, la aplicación Garage Band y unas bases instrumentales de Youtube. Pero no fue hasta su desembarco en la capital aragonesa que comenzó a desplegar su talento.

La llegada a Zaragoza

Jamás olvidará ese momento. "Aterrizamos en Madrid en octubre de 2017 y cogimos el autobús hacia Zaragoza. Eran las fiestas del Pilar y hacía un frío increíble. Viví esas fiestas a tope y encontré trabajo en Primark para la temporada de Navidad. Con el primer sueldo compré un micrófono con el que comencé a grabar música".

El proceso de proyección de sus canciones era muy artesanal y directo: del móvil a Instagram. Rápidamente se produjo un efecto propagador que trascendió a su entorno más próximo. "Gracias a la música comencé a conocer a gente en Zaragoza de la que he aprendido mucho. Me llamaron para actuar en la Feria de Arte que se hizo en Las Armas en mayo de 2019. Fue mi primer concierto. Estaba muy entusiasmada. Lo preparé muchísimo. No me limité a salir y cantar. Le di un sentido a mi música con una ‘performance’, todo era de color amarillo y puse girasoles. Comencé a cantar dentro del edificio y salí entre la gente. Ahí me di cuenta de que esta profesión era para mí. A partir de allí se me fueron abriendo puertas", describe.

Recibió una llamada que al principio pensaba que era una broma. Pero no. El sello madrileño Lowlight, que trabaja, entre otros, con C. Tangana y Bad Gyal, se había fijado en ella. "Firmé con ellos en 2020. Me llamaron porque hice una canción titulada ‘De Cecilia hasta Venecia’. Vieron el vídeo casualmente y les gustó. Se pusieron en contacto conmigo y me ficharon. No me lo creía. Pensaba que, como mucho, sería para hacer una canción, pero tengo con ellos contrato de 360, es decir, editorial, de ‘management’… Son majísimos y son muy buenos", expone.

Lejos de ser una contrariedad, el recogimiento al que obligó la pandemia supuso un impulso a su carrera. "Nos vino superbien porque nos pudimos conocer musicalmente más. Hicimos muchas canciones juntos para encontrar el sonido que queremos. Yo soy más pop y dulce y hemos unido las ideas de todos. Voy bastante seguido a Madrid. Preparo las canciones en Zaragoza, ellos me envían los instrumentales y las grabamos en su estudio", indica.

El primer fruto fue el epé ‘Romancy’, que salió en formato digital en junio de 2022 y que le ha valido la nominación a los Premios de la Música Aragonesa que se entregarán el 26 de marzo en Sabiñánigo.

Canciones de amor y desamor

Si una temática subyace en todas las creaciones de Rada Mancy esa es indiscutiblemente el amor –y su reverso, el desamor–. "El amor me ha salvado mucho y le he dado mucha importancia. Es lo que me mueve. Hay gente que es más insensible o habla de experiencias, pero el amor es lo que me inspira. Todas mis canciones las he hecho a personas con las que he estado y tienen una historia detrás. ‘Romancy’ es la unión de todas", desarrolla.

Una faceta musical que sigue combinando con el trabajo diario en un supermercado de Zaragoza. "Mi turno es por las mañanas y, siempre que haga falta, porque es un negocio familiar. Solo libro los domingos. Por las tardes hago música", asevera.

Un sobreesfuerzo que no le aparta de la meta en la que está focalizada: "Quiero vivir de la música. Estoy por ello al cien por cien. No es fácil. Hay que trabajar mucho. Por mucho que hagas, está la incertidumbre de que la gente te tenga en cuenta. Todavía no he podido ganar dinero de la música porque todo lo invertimos en el proyecto, en hacer vídeos bonitos y cuidar todos los detalles. Pero llegará", profetiza. Palabra de esta maracucha-zaragozana.

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