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Diego Vasallo (mitad de Duncan Dhu): “Mi público está ahora en las salas pequeñitas”

El donostiarra ha cancelado por enfermedad de uno de sus músicos su concierto de este viernes en la Lata de Bombillas de Zaragoza y lo ha pospuesto hasta junio. 

Diego Vasallo actúa este viernes en la Lata de Bombillas.
Diego Vasallo actúa este viernes en la Lata de Bombillas.
Instagram D. V.

Regresa a Zaragoza tras su última visita el pasado octubre con una actuación en el hoy desaparecido restaurante El Festín de Babel.

El miniconcierto acústico que hice en el Festín fue uno de los últimos porque el restaurante ha cerrado. Fue una noche muy especial, muy íntima, un concierto entre amigos. Me apetece mucho volver a Zaragoza y tocar por primera vez en la Lata de Bombillas.

La Lata es una sala con 24 años de trayectoria, una heroicidad en los tiempos que corren.

Es difícil hacer que los conciertos de pequeño formato salgan rentables para todos. Pero sería una lástima que desaparecieran este tipo de espacios que permiten estas actuaciones tan especiales, que son las que yo más disfruto y que son mi medio natural ahora. Voy con una formación diseñada ex profeso para estas salas, un trío eléctrico con dos guitarras y una batería.

¿Forjó su pasión por la música en las salas pequeñas?

Es curioso porque, después de estar 40 años en este oficio, ahora mismo estoy volviendo a la forma de funcionar de cuando tenía 18 años. Con Duncan Dhu comenzamos en salas muy pequeñas, en bares, en cuchitriles, en cualquier local donde nos dejaran tocar. Hicimos todo el circuito de bares musicales de San Sebastián y alrededores. Ahora estoy funcionando de la misma manera, viajando con dos músicos con lo imprescindible. Me siento muy cómodo y lo paso muy bien.

Ha disfrutado y disfruta de esa ambivalencia, de las masas con Duncan Dhu a las audiencias reducidas en solitario. ¿Cómo convive con eso?

Con Duncan Dhu fueron casi 20 años de trayectoria. Pero hubo de todo. Mucha gente no sabe que al principio éramos una formación casi de bar, tocábamos ante 50 personas. Luego la cosa se disparó y fuimos haciendo giras cada vez más grandes. Lo importante para un músico es aprovechar las circunstancias que tienes y sacarles el mayor partido. Y en estos momentos mi público son las salas pequeñitas y soy feliz con ello. No echo de menos los grandes escenarios.

¿Qué siente uno cuando llega a la cima y forma parte de la cultura popular con himnos inmortales?

Realmente esa fue nuestra auténtica aspiración, formar parte de la cultura popular. Fue algo imprevisto que nos pilló de sorpresa. En cierto sentido, nos cogió el toro. Cuando nos llegó el éxito no estábamos formados ni preparados como músicos para trabajar a un nivel tan profesional. Nos fuimos poniendo las pilas sobre la marcha. Fue un aprendizaje intensivo sobre los escenarios. Estuvo muy bien, pero no soy muy nostálgico. Las carreras largas van por ciclos y yo llevo con mis proyectos en solitario más de 20 años y es lo que me apetece defender.

Siguiendo por el hilo del éxito, en su último disco le dedica una canción a su amigo Rafa Berrio, fallecido en 2020 y que encarna la otra cara de la moneda, el talento sin reconocimiento.

El negocio de la música es así. No hay una justicia poética, sino que es un mundo muy cruel, una jungla. Cada uno tiene que jugar las cartas que le van tocando. Rafa era un grandísimo artista y lo que me da lástima es que mucha gente se lo perdió mientras él vivía y, sin embargo, lo ha ido descubriendo tras su muerte y ahora se le comienza a reconocer al menos a un nivel cada vez menos minoritario. Me fastidia que él no lo pudiera disfrutar. En cualquier caso, Rafa fue una persona que saboreaba cada cosa que le daba su profesión, por pequeña que fuera. Aunque nunca tuvo un éxito comercial masivo, sí fue feliz en sus pequeños conciertos y logros y sus grandes aciertos artísticos.

Se están reeditando discos de Rafa Berrio y también suyos en solitario, como ‘Canciones de amor desafinado’. ¿Qué opina de este fenómeno?

Este disco en concreto en su día fue un fracaso absoluto. Pasó muy desapercibido y no se entendió muy bien. La gente y los medios esperaban otra cosa de mí. Sin embargo, para mí fue un disco muy importante porque significó el inicio de mi colaboración con el productor Suso Saiz. Marcó el arranque de un camino en el que fui encontrando mi propia voz, más personal. Es curioso que con el tiempo se haya convertido en uno de mis disco más valorados, casi de culto entre mis seguidores. Muchas veces el tiempo pone las obras en su lugar.

¿Qué lugar ocupa en esa vitrina el disco que el viernes presentará en Zaragoza, ‘Caemos como cae un ángel’?

Es un disco que podría formar una trilogía con los dos anteriores. Es una etapa en la que he colaborado con Fernando Macalla en la producción. Han significado una vuelta a mis influencias más rockeras. Y este último álbum es tal vez el más logrado. Aunque en directo transformamos bastante las canciones, ocupa un lugar importante en mi trayectoria.

Es usted un artista poliédrico. Es reciente también la publicación de su tercer libro, ‘El porvenir no llegará, el pasado no importa’.

Este es mi tercer poemario. Lo he acompañado de fotografías. Lo concibo como un cuaderno de viaje, de apuntes, una especie de híbrido entre el diario, la poesía en prosa… Intentan capturar algunos instantes. Muchos de los textos fueron escritos a vuela pluma en viajes, terrazas, cafés, trenes… Es una vertiente más de mi expresión, pero más anecdótica, un complemento a los discos. No tengo vocación de hacer una carrera literaria, son meras incursiones.

¿De dónde viene esa querencia por las imágenes en blanco y negro que le acompaña?

Quizás es por su crudeza. La ausencia de color reduce todo a un esquema más básico. Esa crudeza me resulta atractiva. Por otro lado, el blanco y negro es una imagen más irreal del mundo. En toda mi obra y visión artística siempre hay un punto de fuga, un escapismo, un deseo de huida del mundo real.

¿Qué le parece la decisión de Enrique Bunbury de abandonar las actuaciones en directo?

A Enrique le conozco poco. Hemos comido juntos algunas veces, pero nuestra relación no ha pasado de ahí. Es un artista del que admiro su inquietud y su búsqueda de nuevos lenguajes y objetivos. No se puede decir que sea conformista. Respecto a su decisión de dejar los directos, no conozco sus motivos reales. Pero me parece positivo que en algún momento de una trayectoria tan larga te tomes las cosas con más calma y te pongas fuera del foco para reflexionar sobre tu propia obra. Esos momentos son necesarios. Estar siempre expuesto a la luz pública no es lo ideal. Se necesitan momentos de silencio para repensarte como artista. Le deseo lo mejor y estoy seguro de que volverá con fuerzas renovadas y con nuevos proyectos interesantes.

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