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Loquillo y Sopeña, sé lo que hicisteis en el verano de 2020

El barcelonés y el zaragozano publican este viernes el álbum doble ‘La vida es para los que arriesgan’, que recoge la gira de poetas que hicieron hace tres años.

Loquillo y Gabriel Sopeña, tras el recital en los Jardines de Pedralbes en 2020.
Loquillo y Gabriel Sopeña, tras el recital en los Jardines de Pedralbes en 2020.
María Senovilla

En el verano de 2020, en lo más cruel de la pandemia de coronavirus, Loquillo y Gabriel Sopeña se embarcaron en una aventura que muchos calificarían de suicida o kamikaze: girar por España con un espectáculo basado en versos de grandes poetas ante reducidas audiencias sentadas y con mascarilla. Un ‘tour’ titulado ‘La vida por delante’ que recaló en escenarios tan emblemáticos como la Alhambra de Granada y que desde este viernes 17 de febrero quedará inmortalizado en el disco ‘La vida es para los que arriesgan’, un doble álbum en vinilo.

¿Qué les movió a aquel gesto heroico de reivindicación de los poetas y de la música en las circunstancias más adversas posibles? Sopeña aporta luz y dispara: “Hay una obligación ética en toda profesión: la de cantor no es una excepción y Loquillo y yo lo tenemos asumido desde hace 30 años. Había que salir a cantar: era una exigencia moral en un momento en que el país se desangraba de pena y desánimo. Pero el artista en España, con honrosas excepciones, ha acabado neutralizado por el poder y el dinero, en todas sus formas. Yo creo que si no hay rebeldía no hay arte, aunque sí pueda haber muy buen espectáculo. Si el artista es manso y sumiso, adiós a la libertad de expresión y bienvenida la tiranía liberal ultraconservadora del ‘todo vale’. La pandemia retrató muy mal a una gran parte del sector: ni estaban ni se les esperaba”.

Una gira a la vieja usanza, de furgoneta y carretera en plena canícula, que rearmó emocionalmente a sus protagonistas pese a los inconvenientes. “Tres años después, me quedo con el profundo y conmovedor coraje y madurez de la sociedad española en un desastre como la pandemia. Era emocionante por ejemplo ver a una pareja, separada por los dos metros reglamentarios, alargar las manos para estrechárselas mientras escuchaba una pieza que les conmovía; o cómo muchas personas aguardaban al final del espectáculo para agradecernos las canciones; o la gallardía impagable de los médicos y del personal sanitario, que nos daba ánimos a través de las redes sociales cada día. Por supuesto, tampoco olvidaré jamás la incompetencia de la gestión -por llamar de alguna manera a aquel montón de inanidad- del inefable Rodríguez Uribes, en un momento en el que España exigía de un servidor público, más que nunca, la máxima clarividencia y altura de miras en favor de la cultura”, relata.

Sorprendentemente, el itinerario que trazaron Loquillo y Sopeña no recaló en Aragón, la tierra del segundo. Un hecho que el zaragozano despacha así: “Me limitaré a citar a Goya: 'El peor enemigo de los aragoneses son los aragoneses'. Sigo pensando exactamente como él, que -cabe recordarlo- murió en Burdeos, no en Aragón, en 1828”.

En la cuidadísima edición de ‘La vida es para los que arriesgan’ sobresale el generoso libreto de 24 páginas con el diario de a bordo de los dos protagonistas. Sopeña no se muestra nada complaciente y no le tiembla el pulso al definir, por ejemplo, ciertos malos comportamientos de una pequeña parte del público. “Procuro construir mis canciones y poemas como mis clases y obra científica: con la disciplina del orfebre, sin permitir concesiones ajenas a la excelencia y el rigor. Quien quiera mi cosecha deberá adquirirla en mi huerta: no todos optamos por montar unos grandes almacenes o una cadena comercial. En cuanto al no callarme, aprendí de Mauricio Aznar a expresar mis ideas con la máxima energía, pero también con el máximo respeto. No pertenezco ni a sectas ni a clubes ni a comanditas: he trabajado toda mi vida para cincelar un pensamiento libre y crítico; y detesto la ignorancia autoritaria allí donde la hallo, la exhiba Agamenón o su porquero. Lamentablemente, en España la independencia tiene un precio altísimo: interesa más el funeral que el difunto y la botella que el vino. El daño es ya muy profundo, pero mi confianza en la potencia de la juventud para revertir todo este panorama es grande”, indica.

Un carácter indómito e irreductible que comparte con su querido Loquillo, compañero de tantas batallas. “Sigue siendo imposible de domesticar, conserva intacta su incisiva intuición y no hay en toda Europa nadie que ocupe los escenarios con su dominio. Es mi amigo y a los amigos se les quiere”, detalla con indisimulada admiración.

Concierto en el Teatro Principal

Lejos de remitir o mitigarse, la febril pasión que conecta a Sopeña con la música se expande a sus 60 años. El próximo 3 de abril celebrará sus cuatro décadas de carrera con un concierto en el Teatro Principal de Zaragoza. “Me hace una especial ilusión comenzar este año de recitales en mi tierra natal y, muy especialmente, en el Principal: nunca he cantado en él como solista, es la primera vez y estoy muy emocionado. Me acompaña mi grupo habitual de seis músicos, formidable, con Guillermo Mata como director. Haré un repaso largo y ancho de mi repertorio de 40 años y ofreceré por primera vez al público el libro ‘Cantar 40: cancionero completo (1983-2023)’, editado por Pregunta Editorial, con prólogo del maestro Luis Alberto de Cuenca y edición comentada de Octavio Gómez-Milián. Puedo anticipar que solo habrá dos invitados de excepción, ambos inesperados”, avanza.

Esta novedad editorial, su cancionero integral, es la excusa perfecta para detenerse y efectuar un balance de lo (mucho) vivido. “Mi balance es dulce y feliz: la madurez me da perspectiva y esta me invita a seguir aprendiendo como forma de vida. Vivo realmente una segunda juventud, más lúcida que la primera. Los amigos que han quedado atrás (hablo consternado todavía por la pérdida del maestro Inaki Fernández, hace apenas unos días) son el único borrón en una trayectoria que me ha permitido gozar del camino y seguir siendo un constante aprendiz, curioso y admirado. En términos más generales, creo que actualmente España rebosa talento y condiciones para exportar cultura: en este sentido, estamos incomparablemente mejor que hace cuarenta años. Harina de otro costal es cómo se gestiona -por decirlo de alguna manera- la cultura desde Madrid”, reflexiona.

Mauricio Aznar

Un camino largo e intenso en el que tuvo el privilegio de cruzarse con Mauricio Aznar, otro fogonazo en su trayectoria. “Admiré desde el mismo día que le conocí la libertad absoluta de criterio, la inquebrantable fe en el ser humano, la imposibilidad de embridar su potencia de creación (que tantos problemas le causó con la mezquindad de los poderosos), la bondad, la generosidad, la firmeza de carácter, la suavidad de sus formas. Y, por encima de todo, su descomunal talento como músico, compositor y cantante: fue un hombre excepcional, de pensamiento universal e integrador; pero también un portento artístico: el más grande cantor que ha dado jamás Aragón. No hay un solo día que no lo evoque con ternura”, sintetiza.

No es de extrañar que este vivendo con tanto entusiasmo el rodaje de ‘La estrella azul’, la película sobre el líder de Más Birras a cargo de Javier Macipe. “Javier es, sin ambages, uno de los talentos más deslumbrantes de Aragón. Me recuerda en muchos aspectos a Mauricio; y, de hecho, en esta película, hay veces que me da la sensación de que Mauricio se reencarna en él. Es joven, fuerte, versátil, brillante, culto, elegante en su quehacer y muy firme en sus convicciones. Y, contra viento y marea, con muy pocas ayudas reales, ha sacado adelante una película maravillosa que no debemos perder de vista, pues estoy seguro de que será una sensación”, añade.

Como curiosidad, Lucía, hija de Sopeña, actuó en directo a los mandos del bajo en la grabación de este filme en el Príncipe Felipe. ¿Seguirá sus pasos musicales? “Lucía está encontrando su propio camino, sin necesidad alguna de seguir mis pasos. Es una persona muy valiosa, emprendedora y constante, y -además de mi amor incondicional de padre- la admiro por su capacidad de trabajo y su brillantez como músico y compositora: su universo personal de canciones con su dúo K+ T Da -con su compañero Koke- me encanta y me parece una propuesta de enorme calidad para su juventud”, concluye.

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