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Anna, mucho más que una hija para Saura

La séptima hija del oscense fue su última gran colaboradora, fundamental en el documental ‘Las paredes hablan’ o la exposición ‘Flamenco-India’ en Nueva Delhi.

Anna se hace un selfi con su padre Carlos Saura durante el rodaje de ‘Las paredes hablan’ en Atapuerca.
Anna se hace un selfi con su padre Carlos Saura durante el rodaje de ‘Las paredes hablan’ en Atapuerca.
A. S.

Se llevaban 63 años. Él nació en 1932, seis años antes de la Guerra Civil, y ella en 1994, a finales del siglo XX, con internet asomando a la vuelta de la esquina. Una distancia temporal que, lejos de revelarse insalvable, les unió tanto en lo personal como en lo profesional. Anna, la séptima hija de Carlos Saura, fue el apoyo más entusiasta y fiel de su padre en su último tramo vital, una figura fundamental para que cristalizaran proyectos como el más reciente, el documental ‘Las paredes hablan’ que ahora se proyecta en las salas de cine.

Luis Alegre es un testigo relevante en esta historia de amor y admiración. Conoció a Anna a los 7 años y desde entonces no le ha perdido la pista. "Anna fue una completa bendición para su padre. Le aportó un montón de ilusión, energía, alegría, motivación, ideas, iniciativas, estímulos... Le añadió vida, mucha vida. Nació en diciembre de 1994, fruto de su relación con Eulalia Ramón, cuando Carlos estaba a punto de cumplir los 63 años. Sin embargo, la diferencia de edad y el hecho de ser padre e hija no impidieron una relación de lo más transparente, cómplice, cariñosa y fructífera", relata.

Pero ese intenso vínculo paterno-filial en la infancia y la adolescencia transcendió al campo laboral y artístico en la edad adulta. "Anna era su productora, su mano derecha, su mano izquierda, su asistente. Canalizaba la abrumadora creatividad de Carlos, ponía orden en sus días, lidiaba con los marrones y le gestionaba todo tipo de cosas", aporta Alegre. Y concluye su argumentación con vaticinio: "Es muy inteligente, competente y trabajadora. Tiene una personalidad adorable. Ya ha llegado lejos al margen de su padre: hace unos meses fue nombrada directora de la sección de documentales de Morena Films, una de las productoras españolas más distinguidas. A sus 28 años, estoy convencido de que, dentro de no mucho tiempo, se va a convertir en una número uno del cine español".

Productora y profesora

Tras estudiar Ciencias de la Información y pese a que trató de esquivar todo lo relacionado con el cine, Anna se ha entregado al séptimo arte, tanto en labores de productora como de enseñanza en la Universidad Francisco de Vitoria. "Para mí el cine lo es todo, porque desde que me despierto hasta que me acuesto estoy en contacto con él, ya sea en la oficina de Morena, en la universidad dando clase, cuando trabajaba en proyectos con mi padre o viendo una película o una serie con mis hijos antes de acostarme. El cine es de lo mejor que existe porque es para todo el mundo. Todos encontramos las historias con las que conectamos, con las que nos emocionamos, nos divertimos o nos enfadamos, los personajes que admiramos y que se convierten en nuestros referentes, o todo lo contrario, a los que odiamos", explicó a HERALDO pocos días antes del fallecimiento de su progenitor.

La admiración, el respeto y el cariño confluyen cuando se le menta la figura del director de ‘La caza’. "Mi padre siempre ha dicho que tiene la suerte de dedicarse a lo que le apasiona y que por eso él nunca ha sentido que haya trabajado, y eso es lo que le ha llevado a tener 91 años y seguir trabajando. Para mí es el mejor ejemplo de vida que creo que alguien puede tener porque no hay nada más bonito y más fuerte que la pasión por lo que uno hace y por la vida", proclamó.

Un fascinación recíproca que tuvo su reflejo en la expresión artística del oscense. Como en la exposición ‘Flamenco-India de Carlos Saura’ que se exhibe hasta este viernes en Nueva Delhi, que fue comisariada por Anna. "En mi faceta como representante/gestora del trabajo de mi padre tengo la suerte de trabajar en proyectos muy diferentes y muy bonitos. Ver que allá donde vamos conocen su obra y le admiran es sin duda es algo muy gratificante y para mí es todo un honor y me enorgullece enormemente. Mi padre es una persona que se ha desvivido por lo que hace, que siempre ha pensado en cómo dar un paso más, en cómo evolucionar y no conformarse con nada, por lo que ver que eso es algo que reconocen y admiran personas de culturas muy distintas siempre es muy gratificante", detalló.

El último documental

También está de plena actualidad el documental ‘Las paredes hablan’, el particular acercamiento de Saura al arte a través de los siglos en el que su hija fue su mano derecha. Un rodaje en múltiples localizaciones y con variados entrevistados desde el pintor Miquel Barceló a los grafiteros Suso 33 y Musa71.

Un proceso que Anna devoró con entusiasmo. "Fue un proyecto muy bonito. Hacer documentales es algo maravilloso porque te permite ir evolucionando a medida que avanza el proceso y te invita a ir improvisando y adaptándote a lo que va surgiendo. Mi padre gozó de una gran libertad para poder profundizar en los temas que él consideró y, que algunos de ellos, inicialmente no se iban a tocar en el documental", concluye.

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