"En Aragón ya prácticamente no quedan cielos oscuros, sin nada de luz de noche"

El actor Oswaldo Felipe publica ‘Delirio cósmico’, obra que reúne sus mejores fotografías astronómicas.

La Vía Láctea, sobre el embalse de Mezalocha
La Vía Láctea, sobre el embalse de Mezalocha
Oswaldo Felipe/Prames

Varias generaciones de aragoneses se han reído con Fernando Felipe, ‘Oswaldo Felipe’, uno de los ingenios más puntiagudos de la compañía de teatro y animación PAI. Y ahora abrirán los ojos como platos cuando vean el libro que acaba de publicar, ‘Delirios cósmicos’, que llega a las librerías de la mano de Prames. Es un lujoso volumen de fotografías astronómicas, pero también mucho más. Cada una de las imágenes la ha acompañado Oswaldo Felipe de poemas, relatos cortos y reflexiones que convierten este vademécum de los cielos aragoneses en una obra mestiza con múltiples lecturas. Su pasión por los astros es relativamente reciente, aunque reconoce que ha sido "un tanto obsesiva".

"En el año 2012 José Luis Cebollada, de Ciencia Viva, nos propuso a la PAI hacer un espectáculo de Física, ‘Ondas’. Unos profesores, que lo vieron, nos hablaron de una compañía escocesa, Wee Stories, que tenía un espectáculo parecido al nuestro e inspirado en la Luna. Hicimos una versión en castellano, dirigida por Blanca Resano, que se tituló ‘Un salto de gigante’. Yo entonces miraba al cielo pero no sabía nada de astronomía. Para preparar la obra me compré un telescopio".

Y así empezó todo. Luego llegaron la cámara y la entrada en contacto con Astro Sedetania, la rama zaragozana de la Agrupación Astronómica de Huesca. "Fue una maravilla, no solo a nivel de aprendizaje, también, y sobre todo, en lo humano -relata Oswaldo Felipe-. Encontré con quien juntarme para ver el cielo, gente que tenía la misma pasión. Y quedábamos a las tantas de la noche en Leciñena o en la sierra de Alcubierre para ver estrellas".

La preparación y la suerte

Hoy, Oswaldo Felipe tiene un archivo personal de varios miles de imágenes. Y de ese archivo ha elegido las que aparecen en el libro. Ninguna está improvisada. "La base de la astrofotografía es una buena planificación. Hay que trabajar mucho. Cuando sales de casa sabes muy bien lo que quieres hacer y cómo -relata-. Pero a veces se consigue y a veces no. En 2020, por ejemplo, en la última conjunción de Júpiter y Saturno (son cada 20 años) ambos planetas iban a estar más cerca de lo que nunca han estado. Había tan solo una franja de 15 minutos para fotografiar la conjunción y la noche salió nublada. Sin embargo, justo en el momento en que se produjo la conjunción, el cielo se despejó y pude fotografiarla. Hay fenómenos que solo ocurren una vez cada muchos años".

Todas las imágenes son impactantes, aunque no todas requieren el mismo trabajo. "Lo más fácil es la astrofotografía de paisaje: puedes iniciarte con una cámara réflex, un gran angular y un trípode -señala-. Para fotografiar el espacio profundo necesitas un equipo muy preciso y un telescopio, y luego está la fotografía de planetas, que se hace partiendo de vídeo. En el libro hay alguna foto que es la combinación de 80 imágenes o más. Algunas tienen muchísimo trabajo detrás. Después de planificarlo todo al milímetro puedes estar una noche haciendo fotos y volver a casa tras conseguir solo una".

Las imágenes, prácticamente todas captadas en cielos aragoneses, van acompañadas de textos que son pequeñas sorpresas: algunos son divulgativos, otros poéticos o narrativos. "Por eso el libro se titula ‘Delirios cósmicos’, porque en sus páginas se mezcla la realidad y la ficción".

El libro busca animar también al lector a compartir esa pasión por los astros y la fotografía. Y también tiene la voluntad de pedir respeto por un patrimonio natural al que casi nadie le presta atención. "Estamos contaminando mucho el cielo y no nos damos cuenta de que la oscuridad es también necesaria, incluso para la fauna. Y, aunque intentamos sensibilizar a ayuntamientos y ciudadanos de la necesidad de tener cielos oscuros, la realidad es que en Aragón prácticamente no quedan ya cielos oscuros, sin luz por la noche. Incluso si te subes al observatorio astronómico de Javalambre, hacia un lado ves la contaminación lumínica que llega de Valencia y hacia el otro la que viene de Madrid".

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