HISTORIA DE ARTE. OCIO Y CULTURA

Herráiz visitó en Boston la tabla de Santa Engracia pintada en Daroca por Bermejo

El codirector de 'Los cielos españoles' y 'Los muros vacíos' grabó la pieza de un retablo del siglo XV que se pintó para el monasterio de San Pedro

José Manuel Herráiz ante la tabla de Santa Engracia en Boston.
José Manuel Herráiz ante la tabla de Santa Engracia en el Museo de Boston.
Archivo Herráiz.

José Manuel Herráiz, codirector con Isabel Soria de ‘Los cielos españoles’ y ‘Los muros vacíos’, vivió una experiencia bastante singular en el Museo de Boston: vio y grabó con los operadores de cámara Emilio Gazo y Javier Gracia la tabla de 'Santa Engracia', de Bartolomé Bermejo (Córdoba, 1440 -Barcelona, 1501) que será el hilo conductor de su documental ‘El enigma de Santa Engracia’. Esa obra -que forma parte del patrimonio emigrado, como escribía Mariano García este verano en las páginas de ‘HERALDO- es la pieza central de un retablo de unos cinco metros de ancho por casi seis de alto que pintó el artista para el monasterio de San Pedro e Daroca, entre 1472 y 1477, localidad zaragozana donde vivió este artista, que también recalaría en Zaragoza y trabajaría en la catedral de La Seo.

“Llevábamos un año intentando que nos autorizasen rodar la tabla ‘Santa Engracia’ de Bartolomé Bermejo. Nos cruzamos un montón de correos con el museo pero no había manera. Al final, escribimos a la embajada de España en Boston, nos atendió una mujer muy amable y al día siguiente nos confirmaron que podíamos grabar”, dice José Manuel Herráiz, que trabaja ya en el montaje del documental sobre esa tabla de Bartolomé Bermejo.

Una recreación
Una recreación de las que se usarán en el documental. Con gorro, el pintor.
Archivo Herráiz.

“Esa pieza, de una gran belleza, era la obra central del retablo, y luego había cuatro tablas con escenas de Santa Engracia: el prendimiento, los azotes, cuando la llevan al palacio del romano que la mata y debía haber una cuarta tabla de la muerte, pero esa no se ha conservado. Esas tablas son un poco más toscas y realmente no se sabe si las pintó Bartolomé Bermejo o no. Bermejo era un pintor itinerante y converso. Él llegaba a Daroca y tenía que unirse con pintores que estuvieran asentados allí, con taller propio; por cuestiones gremiales, si no estabas asentado en la ciudad no podías trabajar. Y este se asoció muchas veces con pintores peores que él para poder ejercer su profesión”, narra José Manuel Herráiz, que también prepara otro proyecto con Isabel Soria sobre 'La España fea'.

Recuerda Herráiz que de esas tablas del retablo una está en Bilbao, otra en San Diego, otra en Daroca, “está cortada, y figura en el Museo de los Corporales, y la cuarta, la de la muerte probablemente que no se sabe donde está, en caso de que existiese”, agrega.

LOS SECRETOS DE LA TABLA

La tabla central de Santa Engracia es una obra admirable, realizada con oficio, plasticidad y belleza. “La sacó de España un coleccionista belga como Léon de Somzée (1837-1901). La coleccionista Isabella Stewart Gardner, una mujer muy especial, la vio en la Exposición Universal de París de 1900, en el pabellón de Bélgica, y se quedó fascinada con ella. La quiso comprar, pero no se la vendieron”, recuerda Herráiz. Luego el azar acudió en su ayuda: los herederos de Somzéé, tras su muerte, liquidaron la colección, ella se enteró y su agente en París la compró por una cifra elevada: 56.000 francos. “La directora del Museo de Boston, Peggy Fogelman, que también sale en la colección, nos habló mucho de la coleccionista Gardner, todo un personaje”, apunta.

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Otra escena de las recreaciones concebidas por Luis Sorando.
Archivo Herráiz.

En Boston les insistían que el Museo de Boston tenía otras piezas fantásticas. “El museo tiene obra de todas las épocas, es un museo caprichoso de objetos y tesoros. Posee cerámica, muebles, tapices, piezas de arquitecturas y obras de pintura de todas las épocas, incluso impresionistas. Hubo un robo muy importante, por parte de unos mafiosos de Boston, y desde entonces los responsables del museo dejaron los huecos de las piezas que faltan, alguna de Rembrandt”, señala Herráiz.

¿Qué sucedió en aquel recinto excepcional, con un jardín florido y exuberante, que evoca Venecia, en la visita del equipo cinematográfico aragonés? “En el Museo de Boston solo estuvimos un día. Conocía, por fotos, bastante bien la sala pero estar allí es emocionante. El cuadro está ante una ventana, imagino que la luz estará filtrada; no lo ceden nunca, ni siquiera se lo cedieron al Museo del Prado. Y la pieza está muy bien conservada”, insiste Herráiz.

La puesta en escena de un juicio de la inquisición. Bartolomé Bermejo era converso.
La puesta en escena de un juicio de la inquisición. Bartolomé Bermejo era converso.
Archivo Herráiz.

En el momento decisivo, como se había insistido tanto desde Zaragoza, “estaban todos con mucho miedo o intriga o respeto. Había un gran silencio; era como si estuviéramos ante ‘La Gioconda’: casi había la misma expectación. Nadie hablaba. Ha sido una experiencia bonita, fascinante. Produce una gran emoción ver la tabla ante tus ojos. Al fin y al cabo, es lo que nos interesaba, lo que buscábamos. Y es una obra excepcional. A veces tenías la sensación de que estuvieran pensando: “¡Qué año nos ha dado este pesado con ese cuadro! Pero es un cuadro muy bueno, interesante, con una historia novelesca de fondo. A Bartolomé Bermejo se le conoció muy tarde. Vivió y pisó estas calles y trabajó en la Seo. Pintó las puertas, que imagino preciosas y que han desaparecido, del retablo”, explica el cineasta y guionista.

Herráiz, como hiciera con su retrato del músico Nebra, ha recurrido a la figuración y aquí ha contado con la ayuda de un joven maestro de las recreaciones: Luis Sorando. “Ha hecho un trabajo increíble en un escenario con fondo negro. Ha montado un estudio de artista, un juicio de la inquisición, etc. Luis Sorando fue asesor de ‘Isabel’ y es un auténtico maestro”. Las recreaciones son especiales y en ellas hasta el propio Herráiz, como si de Hitchcock se tratase, también tiene un cameo. “Me vistieron de converso mercader de esos cuadros flamencos tan bonitos…”, concluye.

El propio José Manuel Herráiz da vida  a un mercader converso en la recreación de 'El enigma de Santa Engracia'.
El propio José Manuel Herráiz da vida a un mercader converso en la recreación de 'El enigma de Santa Engracia'.
Archivo Herráiz.
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