LETRAS ESPAÑOLAS. OCIO Y CULTURA

Soledad Puértolas viaja con sus nietas a través de las palabras y sus definiciones

La académica zaragozano firma con Elena Cianca un libro, ameno y erudito, que explora el significado, la evolución del lenguaje y la huella literaria

Soledad Puertolas / 22-11-18 7 Enrique Cidoncha [[[FOTOGRAFOS]]]
Soledad Puértolas es académica desde 2010 y colabora con Elena Cianca en este divertimento que es eruditi, juguetón y divertido.
Enrique Cidoncha

Uno de los libros capitales de Soledad Puértolas (Zaragoza, 1947) es ‘La vida oculta’, con el que ganó el premio Anagrama de Ensayo. Es un viaje hacia sí misma como escritora y lectora, una autografía de una creadora que se ha ido formando con los libros de los otros, un montón de autores que le han abierto camino, y con sus propias ficciones. En ese libro, que es uno de sus más completos autorretratos, desvela muchas claves de su producción y de su evolución. Y algo semejante sucede con ‘Alma, nostalgia, armonía y otros relatos sobre las palabras’, escrito a cuatro manos con Elena Cianca (Madrid, 1960), filóloga y coordinadora del ‘Diccionario de la lengua española’.

El libro parte de una premisa: las palabras “quieren salir fuera, expresarse”, como si fueran seres vivos.

En su introducción a este libro, que participa del hechizo de los cuentos y de la atracción por los vocablos, Soledad Puértolas dice que “las palabras estaban en el aire salidas de las bocas de los otros. Conformaban un fantástico medio de comunicación”. Y lo hacen a través del habla y de la escritura. La autora recurre aquí, y en realidad todo el tiempo, a los diccionarios y recuerda que ‘hablar’, según la RAE, es “emitir palabras”, que ‘decir’ es “manifestar con palabras el pensamiento”, y que ‘escribir’ es “representar las palabras o las ideas con letras o signos trazados en papel u otra superficie”.

El fulgor de las palabras

Así, la académica zaragozana nos introduce en un jugoso volumen donde ella firma la primera parte -“he intentado hacer un recorrido por una serie de palabras, considerando (…) las definiciones de los diccionarios y los usos que se les han dado en nuestra literatura”, dice, y confiesa que, por su condición de escritora de ficción, se ha concedido muchas licencias- y la segunda, en tonos amarillos en la edición, son las notas Elena Cianca. Agrega Puértolas: “El lector interesado hallará en ellas asuntos, informaciones y comentarios que pedía el texto que figura en primer lugar y que merecían ser abordados desde una perspectiva meramente lingüística”.

Como era de esperar, Soledad Puértolas no ahorra pequeños detalles llenos de humanidad y de intimidad. Académica desde 2010, el libro se redactó casi como un juego y una indagación durante la pandemia, y fue su nieta Carmen, de cuatro años, la que activó la espiral del lenguaje al preguntarle “¿Qué personaje es este?”. Le sorprendió que la niña utilizase ese término para identificar a un cangrejo. Dice Soledad Puértolas: “Mi nieta se despegó de la realidad y dio un salto hacia el mundo de la representación -el mundo de los conceptos y los símbolos – para formular una pregunta”. Algo que, con plena conciencia, hará en sus textos esta exploradora de palabras que se unen de modo lógico pero también aleatorio.

Soledad Puértolas: "La relación de la lengua con la vida nos hace ser ahora más conscientes que nunca del valor de las palabras, de cada una de las palabras de nuestras vidas y de las vidas de los otros”

Ese interrogante conduce a la autora de ‘La señora Berg’ y Premio Planeta en 1989 hacia las ‘definiciones’ y una relectura de Cervantes y el Quijote, muy presente en el volumen. De ahí salta a las distintas acepciones, y conecta con ‘persona’ (“un individuo libre de la especie humana”, como se decía en los diccionarios del siglo XIX); en ese paseo o salto hacia el lenguaje, pasa a la ‘persona divina’, tan presentes en Berceo y ‘La Celestina’, y más tarde aborda ‘las personas (humanas)’. Y escribe: “La idea de persona como ser sensible y la sensibilidad como característica esencial del ser humano gravita sobre los pensadores del siglo XVII”. Entre ellos está Baltasar Gracián (Belmonte, Zaragoza, 1601-Tarazona, Zaragoza, 1658), del cual glosa su trayectoria y su talento, y recuerda esta frase: “Tienen poco de personas los sensibles”. Páginas más adelante, Soledad Puértolas dialoga con las buenas personas de Galdós y con la subjetividad de la Generación del 98 y de la narrativa contemporánea.

En su itinerario, a veces coherente o lógico y a veces más personal, deudor del azar o de la ‘causalidad’, palabra que también desmenuza, analiza también los ‘Cuerpos y almas’, en un segundo capítulo centrado en temas como las enfermedades y los enfermos, el alma (“el concepto de alma tiene un toque sagrado”), la melancolía, la culpa, el castigo… Males casi todos que sufren muchos personajes literarios (los del romanticismo, por ejemplo, y se cita a Zorrilla) y en particular los de ‘La Celestina’.

El alma, la identidad, la imaginación

El tercer capítulo es especialmente atractivo: Soledad Puértolas lo titula ‘La construcción del tiempo’ y aborda aspectos como la curiosidad, la dicotomía nostalgia (el denominado “mal de tierra”) y melancolía, y ese debate casi eterno acerca de la imaginación y la fantasía. Según el ‘Diccionario de autoridades’ la ‘imaginación’ sería “la potencia con que el alma representa en la fantasía algún objeto”; en el ‘Diccionario de la RAE’, fantasía es “el grado superior de la imaginación; la imaginación en cuanto inventa y produce”. 

Como se ve, aunque sean distintos y a veces antagónicos estos términos, se unen en la mente humana. La cuarta parte del libro se titula ‘Los pobladores de los cuentos’; la quinta ‘¿Todo está escrito?’ y la sexta ‘El final feliz de este cuento’, donde la fabuladora zaragozana define términos y conceptos como ‘equilibrio’, ‘Humanidad’ o ‘ángeles humanos’, y repasa a muchos autores como Antonio Machado, Miguel de Unamuno, Valle Inclán, Clarín, y tantos y tantos otros: el Marqués de Santillana y Calderón de la Barca, entre ellos.

Soledad Puértolas: “He intentado hacer un recorrido por una serie de palabras, considerando (…) las definiciones de los diccionarios y los usos que se les han dado en nuestra literatura”

Para Soledad Puértolas la “historia de las palabras no se termina mientras seamos lo que somos, seres vivos con capacidad para expresarnos y comunicarnos (…) La relación de la lengua con la vida nos hace ser ahora más conscientes que nunca del valor de las palabras, de cada una de las palabras de nuestras vidas y de las vidas de los otros”. El poeta Ángel Guinda definió la palabra como “un ser vivo”.

Las notas de Elena Cianca reproducen los textos a los que alude Soledad Puértolas, explican fuentes, autores, las distintas definiciones. Y se enfrenta a cartas, novelas, cuentos, piezas teatrales, poemas, muchos poemas, y por supuesto a todo un arsenal de diccionarios, debidamente referenciados.

Si nos armamos de curiosidad (por cierto, Soledad Puértolas alude a otra nieta, Eva, para explicar cómo “el asombro da paso a la curiosidad”, que es “una palabra que resulta imprescindible en el lenguaje oral”) y de paciencia, habremos realizado una hermosa aventura de conocimiento de los significados y la etimología de las palabras del español, así como sus secretos y qué autores las usaron con distintas intenciones en sus libros. Soledad Puértolas recuerda el lugar y la fecha de nacimiento y muerte de cada uno de los escritores aludidos.

LA FICHA

‘Alma, nostalgia, armonía y otros relatos sobre las palabras’. Soledad Puértolas y Elena Cianca. Anagrama. Barcelona, 2022. 633 páginas.

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