HISTORIA Y FOTOGRAFÍA

Zaragoza, imágenes de una ciudad que nunca ha dejado de ser fotogénica

El editor Salvador Trallero publica el tercer volumen de fotos antiguas de la capital del viento con rincones olvidados, desaparecido o transformados

Varias jóvenes celebran la proclamación de la II República, el 14 de abril de 1931; al fondo, a la izquierda, el edificio de la Diputación Provincial.
Varias jóvenes celebran la proclamación de la II República, el 14 de abril de 1931; al fondo, a la izquierda, el edificio de la Diputación Provincial.
Archivo Trallero.

Es posible que Zaragoza no sea la ciudad más bella del mundo. Es posible que la capital del cierzo, la ciudad de los tres ríos, la urbe bimilenaria y romana que acoge el mudéjar y el renacimiento, es posible que no sea la más deslumbrante del planeta, pero sí, Zaragoza es una ciudad fotogénica, a la medida del paso humano, evocadora y casi siempre sorprendente. Y piramidal, como dijo Salvador Dalí. 

Quien ha creído ciegamente en sus bellezas fue y es otro Salvador: Salvador Trallero, el pastelero editor de Sariñena que publica libros de grandes fotos de la ciudad y ahora, para estos días, ha salido ‘Zaragoza Antigua III’. El editor y aquí autor (es decir, rastreador y coleccionista de fotos antiguas, cuyos créditos cita al final, los archivos, no los fotógrafos) sigue hallando imágenes para que podamos seguir dialogando con más de un siglo de la ciudad.

¿Qué le interesa a Trallero de Zaragoza? Todo. Lo costumbrista, lo arquitectónico, la vida en las calles, lo inesperado (ese desfile de camiones con tanques ligeros por el Coso Bajo en septiembre de 1935), las masas y manifestaciones, las fiestas, lo que ya ha desaparecido (desde el Teatro Pignatelli en Santa Engracia a aquellos carros de aguadores que recorrían la ciudad con su carga de toneles), las obras, los mercados, las vistas aéreas de lugares emblemáticos, como la plaza de las catedrales, o la llegada de la nieve a Zaragoza. Una de las fotos, de 1910, que más llama la atención es la vieja plaza del Pilar y la manzana de casas que alejaban la basílica de La Seo

Desfile del Ejército de la República en 1935. Los camiones llevan tanquetas.
Desfile del Ejército de la República en 1935. Los camiones llevan tanquetas.
Archvio Trallero.

En otra foto de la época los mulos irrumpen en ese espacio con su mulero y una carga de frutos u hortalizas. Y en 1947, en una instantánea casi irreconocible de la Lonja (fíjense en la estampa de la página 80: el edificio civil en todo su esplendor) y el Pilar, vemos en un rincón al fotógrafo minutero, Ángel Cordero Gracia, haciendo su trabajo muy cerca de su caballito.

Si la plaza del Pilar ofrece muchas perspectivas, el paseo de la Independencia es capital en la historia reciente de Zaragoza. La gente celebró por todo lo alto la proclamación de la II República el 14 de abril, y varias mujeres miraban a la cámara desde lo alto de un coche; se ve el quiosco al final del paseo, hacia la plaza de Aragón. El Canal Imperial también ha sido muy fotografiado con sus distintas partes o apéndices: la famosa playa de Torrero, en las inmediaciones del puente de América, al lado de un elegante lugar de paseo; el paso constante de las barcazas, que tenían como un puerto de amarre o un embarcadero, al que cubrió la nieve en 1932. Salvador Trallero rescata una toma con el Canal Imperial en labores de drenaje y limpieza, y descubre un gran lecho de barro y sedimentos en el fondo. Eso sí, la foto que se llevaría la palma sería la de la góndola Santa Cecilia, con su forma de barco cisne, que a veces necesitaba de sirga arrastrada por las caballerías.

Un desfile de 'Flechas y Pelayos' ante la Puerta del Carmen, en 1939.
Un desfile de 'Flechas y Pelayos' ante la Puerta del Carmen, en 1939.
Archivo Trallero.

La Lonja tiene su propio espacio. Entre los textos ajenos que Trallero selecciona y reproduce incorpora este de Manuel Vicente Aramburu de 1760. “[La Lonja] Compónese de tres naves, que las dividen ocho primorosas columnas esféricas, de bien labrada piedra de sillería de setenta y seis palmos de elevación, que a sus tercios se adornan de alquitraves, frisos entallados y cornisas, y a la parte superior tienen sus collarinos, frisos y capiteles...”.

La Puerta del Carmen tampoco pasa inadvertida, y da la sensación que en otras épocas estuvo algo más protegida. En 1939 asistió a un desfile de ‘Flechas y Pelayos’; detrás, la gente se asomaba a las ventanas y mostraba la bandera española. Una de los rescates de más calidad es de la Hemeroteca Provincial de Zaragoza y muestra el llamado “Palacio de los Museos en la Exposición Hispano-Francesa de 1908”, actual Museo de Zaragoza. La construcción es fantástica y da una imagen de grandeza y refinamiento. El Ebro es otro de los espacios de referencia de Zaragoza, así como sus edificios mudéjares. Y ahí están las periferias, las vistas de los campos, los arrabales. Y por supuesto, los puentes.

Zaragoza es la ciudad de los puentes sobre el turbulento cauce del Ebro. Zaragoza es una ciudad que enlaza las dos riberas y que se comunica mediante puentes. Y aquí están muchos de ellos, junto a las diversas iconografías del río que espejea el Pilar, el Ayuntamiento y la Lonja. Una imagen de 1943 nos devuelve toda la fuerza de la torre enhiesta de La Seo y la iglesia aneja, oscura. Y hay, no podía ser de otro modo, imágenes de inundación del Ebro, cuando se anegó el Arrabal en 1934 o en 1954, cuando aún existía la pasarela peatonal, que se retiró en 1967. No faltan en el volumen ni la Aljafería (no se puede pasar de largo ante ese campesino que labraba los campos en los aledaños en 1906) ni La Romareda ni el Arco del Deán ni una porción de calles típicas con mucho sabor.

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Procesión  de Semana Santa en el Coso Bajo, en 1935.
Archivo Trallero.

Escribió Ramón José Sender en ‘La Quinta Julieta’, una de las nueve novelas de ‘Crónica del alba’, en una cita que se reproduce: “En el otro extremo de la calle estaba el Arco del Deán, que no era tal arco sino un túnel de piedra de más de veinte metros de profundidad y la entrada de veras grandiosa de La Seo. Esta era la verdadera catedral de Zaragoza, en la cual se veía un basamento romano, un decorado mudéjar y un arquerío gótico”. Aunque la frase más bonita es otra del mismo libro: “Me acerqué y me llevé una gran sorpresa viendo algunas ranas gigantes en cubos, tras de un enrejado. Uno para Valentina, otra para mi hermana mayor, otra para el cura si la quería y dos para mí. Me fui con todo aquello al hotel, las dejé en la pila del baño y me puse a escribir la primera postal para Valentina”.

Ramón J. Sender: "Me fui con todo aquello al hotel, las dejé en la pila del baño y me puse a escribir la primera postal para Valentina”

Salvador Trallero riza un poco el rizo y concluye su libro con una selección de imágenes de la última década, que muestran cuánto cambia Zaragoza sin dejar de ser como ella es, “una de las ciudades más sólidas y realistas del mundo. Así como su paisaje. Eugenio Montes dijo: ‘Aragón, tú eres como un Egipto porque elevas pirámides a la muerte’. Zaragoza es piramidal, sólida, eterna”, tal como dijo Dalí a su paso por Zaragoza.

La pasarela peatonal que dejó de funcional en 1967.
La pasarela peatonal que dejó de funcionar en 1967.
Archivo Trallero/GERARDO SANCHO.
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