PINTURA

El Museo de Zaragoza exhibe dos cuadros en el centenario de Sorolla: Cajal y 'Mi amigo Portillo'

El primero es de 1906, el año del Nobel del científico, y el segundo, de 1901, es una pieza sorollesca de luz, composición y atmósfera

El espléndido retrato de Sorolla de Santiago Ramón y Cajal.
El espléndido retrato de Sorolla de Santiago Ramón y Cajal.
Sorolla/José Garrido Lapeña.

El año 2023 será el año de Joaquín Sorolla (1863-1923), uno de los grandes pintores españoles de todos los tiempos. Confesó que admiraba a Velázquez y a Goya, claro, pero reconocía “el amor ciego a la belleza de la línea” del aragonés Francisco Pradilla, al que también saludó como maestro.

Hace unos días, el Museo del Prado inauguró una muestra de sus retratos y el periodista y escritor César Suárez publica ‘Cómo cambiar tu vida con Sorolla’ (Lumen), un libro de inesperado título que es una biografía muy personal, que explica sus viajes, su estancia en París (donde conoció y conversó con Marcel Proust), algunos cuadros, la fuerza del mar o su intensa relación con su mujer Clotilde.

Sorolla es valenciano pero sus abuelos y su padre descienden de Cantavieja (Teruel), y sus vínculos con Aragón son incuestionables. Visitó en 1908 la Exposición Hispano Francesa, que se celebró en la plaza de los Sitios. El investigador y profesor Alberto Castán ha recordado que estuvo aquí entre el 20 y el 26 de octubre, algo que también recordaría HERALDO al día siguiente su muerte. “En Zaragoza estuvo Sorolla el año de la Exposición Hispano-Francesa. Con su muerte, España y arte están de luto”.

Sorolla estaría en Aragón en dos ocasiones más, mejor documentadas. En París, en 1911, había conocido al hispanista y coleccionista norteamericano Archer Milton Huntington que quería crear “un museo con alma española” t le encargó a Sorolla catorce lienzos que recogieran la variedad de España. Para hacer ‘Aragón. La jota’, el pintor se hospedó en ella Fonda Aísa, de Ansó y se quedó fascinado. Volvió dos años después, y convirtió Jaca en su centro de operaciones. Y allí en la catedral se casó su hija María Clotilde con el pintor Francisco Lázaro el 7 de septiembre de 1914. Y el artista del rasgo bravo, del mar y de las atmósferas levantinas, culmino su cuadro de la serie ‘Visiones de España’.

“Es una imagen, amable y cercana, en la que el protagonista es pillado casi como en una instantánea fotográfica, en pleno trabajo, vuelve tan solo su mirada al espectador sin dejar de sostener en una mano el pincel y en la otra la paleta de pintor" se dice de 'Mi amigo Portillo'
Retrato de 'Mi amigo Portillo', una visión claramente sorollesca de la intimidad de un artista.
Retrato de 'Mi amigo Portillo', una visión claramente sorollesca de la intimidad de un artista.
Sorolla/José Garrido Lapeña.

Pero este artículo, en realidad, no estaba encaminado a recordar los viajes de Sorolla a Aragón, y cuánto le influyó y cuánto le gustó, sino a recordar que en el Museo de Bellas Artes de Zaragoza, de propiedad autonómica, cuenta con dos obras suyas muy especiales: un retrato de Santiago Ramón y Cajal, realizado en 1906, el año en que ganó el Premio Nobel, y otro de ‘Mi amigo Portillo’, y ambos están expuestos para quien quiera verlos, como recuerda la conservadora Marisa Arguis, en un espacio que merecería mucho más público.,

A propósito del cuadro del médico, fotógrafo y escritor, Sorolla le escribe a su amigo y marchante Pedro Gil Moreno y le dice, en marzo de ese año, que ha "terminado el retrato del Doctor Cajal", y añade que ha también ha pintado a Bartolomé de Cossío, Vicente Blasco Ibáñez, Galdós, Azorín, etc. Ese cuadro, dominado por esa línea diagonal de la composición y por la fuerza de la mirada del sabio, se expuso en la galería Georges Petit de París. Tras cerrarse la muestra, el propio Pedro Gil la adquirió por cinco mil pesetas (30 euros de ahora). Luego la compró el doctor Puigvert (Barcelona), y desde hace años pertenece a Aragón. 

El cuadro mide 91 centímetros de alto por 127,50 de ancho, y algunos de sus estudiosos han señalado que el sabio mira "con el brillo de una mirada tan luminosa como comprensiva". En la ficha se dice: “Este retrato muestra a Ramón y Cajal en su estudio, un retrato de cuerpo entero que muestra al personaje mirando frontalmente sentado en un sillón, vestido de oscuro, con una capa sobre los hombros. Aparece en el interior de una habitación donde en el lado derecho, hay una mesa con libros. Dominan los tonos oscuros, con un foco de luz que viene del lado derecho. Pincelada impresionista en algunas zonas, destaca el rostro del protagonista dulce y amable, mostrando su psicología”. Al lado de los libros se ven los dibujos del cerebelo, que hizo el propio Cajal, que era todo un artista.

Ese cuadro de Cajal, dominado por esa línea diagonal de la composición y por la fuerza de la mirada del sabio, se expuso en la galería Georges Petit de París. Tras cerrarse la muestra, el propio Pedro Gil la adquirió por cinco mil pesetas (30 euros de ahora). Luego la compró el doctor Puigvert (Barcelona), y desde hace años pertenece a Aragón

El otro cuadro que tenemos en Aragón de Joaquín Sorolla es ‘Mi amigo Portillo’. Se trata de un lienzo de 1901 (90 cm de alto por 129 de ancho) de un amigo con el que profesaba, además, la pasión por la pintura. En la ficha se dice: “Es una imagen, amable y cercana, en la que el protagonista es pillado casi como en una instantánea fotográfica, en pleno trabajo, vuelve tan solo su mirada al espectador sin dejar de sostener en una mano el pincel y en la otra la paleta de pintor. Es un formato apaisado que corresponde con los habituales empleados por Sorolla para retratar a sus amigos. El fondo lo resuelve con grandes manchas de color que abocetan la realidad. El color blanco se potencia por la gran luminosidad que se irradia a toda la superficie representada, aportando la calidez mediterránea tan propia del artista”.

El famoso cuadro 'Aragón. La jota'.
El famoso cuadro 'Aragón. La jota'.
Sorolla/Hispanic Society

Sin duda posee el trazo de Joaquín Sorolla, su sentido del color, el gusto por ese blanco tan trabajado, la calidez, la atmósfera e incluso la afectuosidad.

Sorolla, discípulo de Pradilla y Goya, viajero por el Alto Aragón, con parada en Ansó y Jaca, no pasará inadvertido en el año del centenario de su muerte: tenemos al alcance de la mano dos cuadros estupendos en el Museo de Zaragoza. Y entre los aragoneses que pintó figura también Raquel Meller, a la que iba a ver actuar y cantar. Lo pintó en 1918 y está en el Museo Sorolla de Madrid.

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