ARTES & LETRAS

150 años de Pío Baroja: un viaje alrededor de sí mismo y de la escritura

Cátedra reedita el segundo tomo de las memorias de un escritor muy vinculado con Aragón: 'Familia, infancia y juventud'.

Un retrato de Pío Baroja, que supo manejar su memoria, su autobiografía y el peso de la historia.
Un retrato de Pío Baroja, que supo manejar su memoria, su autobiografía y el peso de la historia.
Real Academia de la Historia.

La editorial navarra Ipso lanzó en 2017 una exquisita colección de ensayos con el título de ‘Baroja y yo’, donde escritores de la talla de Soledad Puértolas, Bernardo Atxaga, Eduardo Mendoza, Sergio del Molino, Antonio Castellote o Andrés Trapiello elogiaban la influencia de Pío Baroja en sus obras. Desde hace más de un siglo, los novelas del maestro no han dejado de publicarse ni de leerse. Hace poco, el editor Alfonso Castán reconocía haber leído más de cuarenta, y su sobrino nieto, Pío Caro Baroja, acaba de reeditar para Cátedra el segundo tomo de sus memorias: 'Familia, infancia y juventud'.

¿Qué tiene Baroja, cuál es el secreto de su perenne lectura? Partiré de unas palabras que me dijo Soledad Puértolas: “Baroja es un autor acogedor”. La autora zaragozana trata de responder al enigma en su ensayo sobre el oficio de novelista, ‘La vida oculta’: “Pese a que sus novelas rezuman pesimismo y amargura, y que, más que narraciones acabadas parecen fragmentos de novelas, nos seducen porque son portadoras de vida”. A continuación, cita a don Pío: “En el arte de hacer novelas, la cuestión es tener vida, fibra, energía, o romanticismo, o sentimiento”. Puértolas agrega que esa vitalidad se impone y nos seduce. El lector deja de preguntarse si la novela es o no perfecta formalmente y se abandona a su lectura porque el relato lo acoge, se siente cómodo en él.

La vitalidad que rezuma Baroja tal vez radique, como afirma su sobrino nieto en el prólogo a ‘Familia, infancia y juventud’, en que tiene una temprana y profunda percepción del sufrimiento humano. Gran parte de su obra sería “una rebelión íntima contra ese dolor, con una acusada empatía por lo humano y sus limitaciones”. Ciertamente, sucede así, sintonizamos, nos identificamos con unos personajes que se parecen a nosotros, como cuenta Sergio del Molino en su ensayo de Ipso ‘En el País del Bidasoa’. Entró de adolescente en el mundo barojiano con ‘El árbol de la ciencia’ y pronto se vio reflejado en el joven protagonista, Andrés Hurtado, estudiante de Medicina en Madrid y presagio de su futuro universitario en la capital.

“Quién comience a leer este libro y no sea partidario de divagaciones, debe dejarlo cuanto antes, porque yo soy un divagador empedernido. Soy un curioso de muchas cosas y necesito ondular y trazar curvas como los ríos", dijo Baroja

A Baroja no le preocupaba demasiado el estilo. En ‘Familia, infancia y juventud’ afirma: “No me extasío por el sonido de una palabra, con entenderla me basta” Respecto a su modo de leer, resulta sincero y chocante cuando reconoce que, a menudo, se salta descripciones o reflexiones y va directo al diálogo o a la acción. Lee durante largas horas, pero jamás termina un libro que le parezca aburrido, lo deja a mitad y continúa con otro. Vuelve de continuo a las novelas de Dickens, Dostoievski, Stendhal; a la filosofía de Schopenhauer, de Nietzsche. Su modo de leer se parece a su modo de escribir, donde prima la digresión. Uno de sus trasuntos, el narrador de la novela ‘La sensualidad pervertida’, aconseja en las primeras líneas: “Quién comience a leer este libro y no sea partidario de divagaciones, debe dejarlo cuanto antes, porque yo soy un divagador empedernido. Soy un curioso de muchas cosas y necesito ondular y trazar curvas como los ríos.”

Desde 1900 hasta 1950 Baroja publicó una, dos, tres novelas por año. Si tuviera que recomendar una, o incluso varias, no sabría por cuáles decidirme. Algunas son tan famosas como ‘La busca’, ‘Zalacaín el aventurero’, ‘El árbol de la ciencia’ o ‘Las inquietudes de Shanti Andía’; otras menos leídas como ‘Laura o la soledad sin remedio’ y muchas apenas se nombran pero son excelentes, como ‘La familia de Errotacho’ o ‘La venta de Mirambel’, ambientada en nuestro Maestrazgo turolense. Empiecen por donde quieran, pero ¡lean, lean a Baroja!

FICHA

‘Familia, infancia y juventud’. Pío Baroja. Edición de Pío Caro Baroja. Cátedra. Madrid, 2022.

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