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Ana Alcolea y Javier Hernández retratan los últimos días y el silencio de Beethoven

La escritora y el ilustrador aragoneses publican un volumen breve e iluminado del músico que tenía miedo a que descubriesen el drama de su sordera

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Javier Hernández.

Hace algunos años, pocos, antes de la pandemia, el escritor, ilustrador y editor Javier Hernández creó la colección ‘Retratos’, en su editorial Libros de Ida y Vuelta, en pequeño formato, cuidada, dedicada cada año a una personalidad del mundo de la música: primero fue Billie Holiday, luego Chavela Vargas, retratada por Carmela Trujillo. Los libros llevan siempre esos dibujos refinados, elegantes y minuciosos del propio Javier. También sucede con la nueva entrega, ‘Beethoven y el silencio atronador’, que escribe Ana Alcolea -Premio Cervantes Chico y Premio de las Letras Aragonesas, entre otras distinciones-, y que ilustra el también editor de Libros de Ida y Vuelta. El proyecto es más que prometedor, sugerente, y Ana Alcolea ha escrito uno de sus mejores proyectos musicales.

La autora de ‘La noche más oscura’, gran amante de la ópera, se aproxima a Beethoven cuando barrunta el final y está envuelto en el silencio. “La música se desliza por la sala de conciertos como una mano enguantada en seda por la piel de una mujer hermosa”. Esa es la primera fase del libro. Y luego los matices: “A él solo le arriban los silencios. El silencio. El silencio total de las aguas muertas”. Beethoven se siente un exiliado en la tierra, le asalta el miedo en cualquier instante, y solo hay algo que le salve: el arte. La música. Y recuerda a su Amada Inmortal, “al amor deseado e imposible”.

La escritora zaragozana explica que quizá conociese a su escurridiza amada en un balneario; sus favoritos son Karlsbad y Baden, donde compuso su última sinfonía, la novena, “aquella en la que las voces cantan a la alegría con las palabras del poeta Schiller. Una oda que invita a disfrutar del vino y del amor, y que se ha convertido en himno de Europa”.

“No es odio a sus congéneres lo que lo hace tan asocial como casi todo el mundo cree. Es el miedo a que los demás descubran el secreto de su sordera: un músico no puede oír o que crea. El artista no puede contemplar los frutos de su trabajo, de su propio genio”, escribe Ana Alcolea

En ese proceso de recapitulación de su existencia, en ese paseo casi fantasmal por su memoria, Beethoven recuerda otras composiciones como su única ópera, ‘Fidelio’, que antes se tituló ‘Leonora’. La obra asimila los ecos de la Revolución Francesa y del Terror, y transcurre en buena parte en Sevilla. Beethoven admiró mucho a Napoleón, pero ya se ha desencantado de él. Intuye que “la libertad puede convertirse en tiranía”. Ana Alcolea desmiente sus presuntos orígenes españoles y también aborda el vínculo con su padre, que deseaba hacer de Beethoven un segundo Mozart. La verdad es que le iría mejor: gozó de una pensión vitalicia y visitaba balnearios que aliviaban su salud, paseaba con el gran Goethe, el autor de ‘Fausto’ o ‘Las penas del joven Werther’.

Otra de las sutiles e inspiradas ilustraciones del tercer tomo de 'Retratos'.
Otra de las sutiles e inspiradas ilustraciones del tercer tomo de 'Retratos'.
Javier Hernández.

Mientras pulsa el piano que no puede oír repasa algunas cartas, y soporta como puede su gran dolor, que es la fuente de su misantropía. “No es odio a sus congéneres lo que lo hace tan asocial como casi todo el mundo cree. Es el miedo a que los demás descubran el secreto de su sordera: un músico no puede oír o que crea. El artista no puede contemplar los frutos de su trabajo, de su propio genio”, decía en un testamento, a los 28 años, dirigido a sus hermanos. Beethoven era hermano en la sordera y en la genialidad con dos aragoneses como Francisco de Goya y Luis Buñuel. Ahora, en la hora del adiós, pasarán cosas excepcionales: pensará en su sobrino Karl, en amores perdidos. Y poco sospechan que se avecina una gran tormenta. Ana Alcolea desliza una hermosa frase: “La dama de guantes de seda que colecciona los últimos suspiros es silenciosa”.

Ana Alcolea desliza una hermosa frase: “La dama de guantes de seda que colecciona los últimos suspiros es silenciosa”

Sin meterse exactamente en el género biográfico, Ana Alcolea crea un texto que analiza la vida, la personalidad y la música del Ludwig van Beethoven, y Javier Hernández le da su brillo personal, esas texturas tan elaboradas, los dibujos sugeridos, esa constante belleza de línea y atmósfera que nadie hace como él. Sus dibujos parecen grabados y crean ámbitos, atmósferas y matices que definen al músico y sus melodías.

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