Temperamento y sensibilidad
Sobre el podio, un Ricardo Casero cada vez más acreditado como solvente director operístico manejó la orquesta con decisión recreando las atmósferas sonoras cautivadoras de la ‘Carmen’ bizetiana. Y ahí estaba el tenor Alejandro Roy, poniendo su voz potente y bien timbrada en el ‘Aria de la flor’ que, bien introducida por el corno inglés, fue toda pasión y sensibilidad. En ella asistimos a un momento especialmente feliz de esta gala final de la breve aunque meritoria ‘II Temporada de Lírica y Danza’ del Gobierno de Aragón. Roy, a quien escuchamos por primera vez en Zaragoza en 2006, se explayó con una exhibición de ‘fiato’, un dominio de la articulación y una entrega interpretativa incontestables. El cantante filó las notas con maestría y recogió adecuadamente la voz en ese emocionante final.
El tenor lanzó su dúo ‘Parle-moi de ma mère’ con Raquel Lojendio, de voz hermosa con volumen bien regulado y buen sentido para el canto ligado. La soprano, que estuvo soberbia en su aria ‘Je dis que rien ne m’épouvante’, lució más, si cabe, su voz flexible y dulce y fraseo depurado, entusiasmando al respetable atraído por este recital. Un público escaso de no más de trescientas personas, en claro contraste con los dos llenos logrados por la ópera representada ‘Il barbiere’ de este mismo ciclo, hace un mes en el Principal.
La ‘mezzo’ Ketevan Kemoklidze, de voz flexible y algo vibrada de más, lució su registro grave en ’L’amour est un oiseau rebelle’ y fue una Carmen temperamental en ‘Près de remparts de Séville’, que había comenzado algo imprecisa en la afinación. Y absolutamente grandiosa la soprano Iwona Sobotka que cuajó un ‘Vissi d’arte’ de ‘Tosca’, de Puccini, henchido de dramatismo y que concluyó en un delicado hilo de voz, escrupulosamente respetado y envuelto por la Orquesta Reino de Aragón.
