En los últimos años, la banda madrileña Morgan se ha ganado un público numeroso y de variada condición, así como las alabanzas de la crítica; lo ha conseguido, además, cantando en inglés y partiendo de sonoridades clásicamente americanas y resonancias a los años 60 y 70, factores que no suelen ir acompañados por el éxito comercial en este país. Habrá que pensar, pues, que la diosa Fortuna, siempre caprichosa, ha tocado con su varita mágica a la formación que encabeza la cantante y pianista Nina de Juan.

Ella es, posiblemente, la principal clave del éxito de Morgan: Nina posee una espléndida voz, y la emplea con sensibilidad y sentimiento, echándole garra cuando la ocasión lo requiere y demostrando que ha tomado buena nota de la herencia de Janis Joplin o las divas del soul de otra época. Porque precisamente una de las señas de identidad que distinguen el sonido de Morgan es el aliento soul que impregna sus canciones, aunque formalmente presenten hechuras de rock clásico y se aderecen con pinceladas de folk, blues o gospel.

En ocasiones el guitarrista Paco López lanza punteos que remiten directamente a Pink Floyd, mientras que en otras se acerca a territorios AOR bastante convencionales. Los teclados tienen fuerte presencia con David Schulthess y la incorporación del multiinstrumentista Gabi Planas, además del piano de Nina. Junto a piezas de su último álbum como ‘River’, ‘WDYTYA?’, ‘Un recuerdo y su rey’ o ‘Alone’, el grupo revisó otras anteriores como ‘Home’, ‘Sargento de hierro’ o ‘Another road’, donde se aproximan al funk.

Su público respondió con entrega y entusiasmo, cierto es, aunque este cronista debe confesar que le cuesta engancharse a la propuesta de Morgan; todo es muy correcto, manejan buenos ingredientes, Nina canta muy bien, pero –en personal opinión- resultan tirando a previsibles y un tanto sobrevalorados.