Fallece el dibujante zaragozano Calpurnio Pisón y deja huérfano al vaquero Cuttlas

El dibujante aragonés, que trabajó en HERALDO DE ARAGÓN, diseñó el cartel del Salón del Cómic de Zaragoza, que se celebra este fin de semana.

Calpurnio Pisón se hizo en 2016 con el Premio del Cómic Aragonés como reconocimiento a toda su carrera
Calpurnio Pisón se hizo en 2016 con el Premio del Cómic Aragonés como reconocimiento a toda su carrera
Ayto. de Zaragoza

En octubre pasado, y aquejado ya de la enfermedad que le ha reunido con otros grandes dibujantes que nos han dejado este año, como Miguel Gallardo, Calpurnio era un océano de vitalidad. Sabía que estaba enfermo pero tenía unas enormes ganas de vivir y de trabajar. Tras haber ilustrado dos bellísimas ediciones de la 'Ilíada' y la 'Odisea' para Blackie Books, se había planteado seguir con 'La Eneida' y completar así la trilogía de grandes obras de la cultura grecorromana. Pero desechó la idea. Por esas ganas de vivir y de trabajar se embarcó en otro proyecto, 'El libro del Tao'. 

"Es un clásico, una obra cumbre de la literatura oriental -aseguraba- pero también una obra de filosofía sobre el difícil arte de vivir. Me lo estoy pasando muy bien leyéndolo y documentándome", aseguraba. Y añadía: "Y me está ayudando mucho". Calpurnio falleció el miércoles en Valencia tras una larga enfermedad para la que no se encontró cura. Eduardo Pelegrín Martínez de Pisón, que ese era su verdadero nombre, había nacido en Zaragoza en 1959 y deja tras de sí más de cuatro decenios de intenso trabajo como ilustrador y dibujante.

Calpurnio era un artista singular, fuera de foco. Eso que muchos del gremio andan buscando, un estilo propio y fácilmente reconocible, él lo tenía de cuna. En la Zaragoza de 1983 empezó a publicar un fanzine, 'El japo', que se definía como "el genuino, expectorante, mucolítico" y cuyos 100 ejemplares de tirada se distribuían en los circuitos 'underground' de la ciudad. Él se encargaba de todo, y algunas cosas las firmaba como Calpurnio y otras como Calp. 

Allí nació su personaje más popular, 'El bueno de Cuttlas', un vaquero amonigotado que cultivaba un humor inteligente y somarda, y que le acompañó durante la mayor parte de su vida. Las historias de 'El Japo' eran un poco bestias ("harían sonrojarse a un legionario", bromeaba después) y eligió un seudónimo para que su familia no supiera lo que hacía: el nombre de un supuesto antepasado romano de su familia materna, Calpurnio Pisón.

Cuttlas ya gozaba de cierta fama en publicaciones nacionales como 'Makoki' o 'El Víbora' cuando en 1989 entró a trabajar como ilustrador y dibujante en la redacción de HERALDO. Y en ese mismo año lo mató por primera vez. En el periódico aprendió "de todo, especialmente a trabajar con presión porque era imposible esperar la llegada de las musas -aseguraba años más tarde-. No podías dejar un dibujo de un día para otro porque la noticia lo demandaba ya. En HERALDO fui también de los primeros en manejar un ordenador en mi trabajo".

Imagen de archivo del dibujante Calpurnio Pisón
Imagen de archivo del dibujante Calpurnio Pisón
Juan Carlos Arcos / Archivo HERALDO

La 'Odisea' y la 'Ilíada'

Las tiranías horarias del periodismo no le impidieron hacer otros trabajos, desde carteles hasta decoraciones en la arena de la plaza de toros. Dejó el periódico en 1991 para acabar instalándose en Valencia: una productora se había empeñado en 'resucitar' a Cuttlas y llevarlo al cine. Y lo que en principio iba a ser un trabajo para dos meses, terminó convirtiéndose en una serie completa de televisión, premiada en España y República Checa, en la que estuvo trabajando casi en exclusiva durante dos años.

Cutlass resucitó en versión impresa en 1994 en las páginas de 'El País', apenas un año después de que Calpurnio recibiera el premio al autor revelación en el Salón del Cómic de Barcelona, la cita más importante de sector en España. Volvió a 'morir' en 2001, reapareció en 2004 en las páginas de '20 minutos', para refugiarse definitivamente en 2015 en la 'Revista Plaza' de Valencia. El vaquero moderno ha protagonizado la mayor parte de los álbumes de Calpurnio, en varias recopilaciones publicadas por Glenat o Reservoir Books.

Cartel del Salón del Cómic de Zaragoza 2022 diseñado por Calpurnio Pisón
Cartel del Salón del Cómic de Zaragoza 2022 diseñado por Calpurnio Pisón
Ayto. Zaragoza

Pero Eduardo Pelegrín era mucho más: en 1997 comenzó su actividad como 'videojockey' con el nombre artístico de ERRORvideo, presentándose en varios festivales de música electrónica y colaborando con músicos como Mad Professor o Neotokyo.

Los últimos años los dedicó casi por completo a ilustrar clásicos con una profundidad y dedicación propias de otra época: para la 'Ilíada' que se presentó en octubre pasado realizó 850 ilustraciones y dibujó más de 10.000 personajes. Desde su editorial, Blackie Books, conmocionados, decían este jueves: "La última vez que hablamos le dejamos dibujando al viejo Lao Tsé, montado en su buey, que iniciaba su viaje. Hoy Calpurnio ha emprendido el suyo".

Desde el Ministerio de Cultura han mostrado sus condolencias por la desaparición de Calpurnio Pisón y recordaron su participación en la iniciativa 'Historietas jacobeas': 

En el propio Salón del Cómic de Zaragoza, cuyo cartel ilustró Calpurnio, también recibían desolados la noticia de su fallecimiento, recordando que en 2016 recibió el Gran Premio del Cómic Aragonés "y solo le devolvimos una milésima parte del cariño que nos dio": 

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