cultura

Ludmila Mercerón: "Zaragoza me acogió en su pecho y me ha dado todo"

La cantante y pianista se afincó en la capital aragonesa y ha recibido el título de Zaragozana ejemplar.

Ludmila Mercerón, con su bastón Maceo y su arte, en el Teatro Principal.
Ludmila Mercerón, con su bastón Maceo y su arte, en el Teatro Principal.
Guillermo Mestre

Llevo varias semanas intentando dar con usted. Y, por fin…

Ya me disculpará. Estuve de gira por Francia, Bélgica, Alemania y Suiza, y después me fui a Santiago, a Cuba, a ver a mi familia. Allí hay apagón doce horas al día y no podía cogerle el teléfono.

Entonces, ¿apagón en el paraíso comunista…?

Fui a ver a mi mamá, Ana, y a mi hija, Ana Cristina. Mi hija tiene ahora 17 años y se ha ido a estudiar violín y canto en Santiago de Cuba, que es donde yo estudié.

Talento hereditario…

Mi padre también era músico. Y mi abuelo. Soy nieta de Mariano Mercerón, el padre del danzón, el género que definió la música e identidad cubanas en el principio del siglo XX.

Hablan y no paran de su precoz talento musical.

Empecé a estudiar a los ocho años la carrera de piano. Luego, en La Habana, estudié Musicología en el Instituto Superior de Arte. Vine a España con una beca en 1991 al Taller de Música de Barcelona. Allí hice Arreglos y Composición.

Pero usted está íntimamente unida a Zaragoza.

Claro. Vine a estudiar y me quedé. Zaragoza me acogió en su pecho y me ha dado todo.

También ha danzado lo suyo…

Mi familia de acogida fue la familia Conte. Vivía en el Casco Histórico. Yo no tenía medios y me busqué la vida como profesora particular. No tenía trabajo.

Pero tenía inteligencia y esperanza.

Muchas gracias. El caso es que me presenté en el Ayuntamiento, subí las escaleras, pregunté por el director técnico… Ya ve, desconocía hasta la terminología... Me dijeron que tenía que tener la nacionalidad para trabajar. La conseguí por años de residencia en 1998.

¿Y la contrataron?

Todo llegó con el tiempo. Trabajé para el Ayuntamiento como profesora en el Conservatorio Superior de Música. Fui profesora de la Escuela Municipal de Música y Danza. Desde allí, ocupé todos los espacios de la unidad artística de Zaragoza: Conservatorio, Escuela de Teatro y, finalmente, diez años como profesora de Música en el Conservatorio Municipal Profesional de Danza de Zaragoza.

¡Vaya carrerón, Ludmila!

Como artista, he participado en proyectos con Carmen París, Gabriel Sopeña, Eva Amaral, Bunbury, Labordeta… También canté en el disco ‘Vaya tres’, con Joaquín Carbonell, Eduardo Paz y Labordeta. Y también apoyo el proyecto de jazz de Ralph Santos.

Mezcla con todo, hasta con el jazz; pero su esencia es diáfana.

Sí. Defiendo el género popular cubano. Lo podemos asociar con el son, el bolero, el chachachá.

¿Cómo le diría que me emociona verla en el escenario…?

Así, como me lo ha dicho. El público no sabe que soy invidente. Desde 2012 padezco una enfermedad en la visión. Sufro una discapacidad visual del 81 por ciento.

¿Cómo logra orientarse en el escenario?

En la ONCE me han ayudado mucho a todos los niveles. También me enseñaron a delimitar el escenario con marcas contrastantes.

¡Increíble!

Mi bastón también me ayuda lo suyo. Lo quiero tanto que le he puesto nombre y todo.

¡Qué arte, esa muleta y esta mulata! ¿Cómo se llama la muleta?

Mi bastón se llama Maceo, un defensor de Cuba, un hombre de un intelecto inmenso y muy valiente. Que conste que yo tenía otro bastón de metacrilato con una mariposa dorada bien bonita, pero...

Qué presumida...

Pero en la ONCE me dijeron que nada, que este bastón blanco. Y con Maceo me he quedado como compañero. Reconozco que me fue difícil aceptar todo esto… Pero aquí sigo luchando, cantando y bailando sin apenas ver.

Y yo reconozco que el título que le ha dado el Ayuntamiento se lo ha ganado a pulso. Para acabar, un deseo: ¿le puedo dar un beso a esta Zaragozana ejemplar?

Uno, no: dos. Y muchas gracias por acordarse de mí.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión