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La 'loca rivalidad' entre dos boxeadores: Perico Fernández y Saensak Muangsurin

José M. Gala analiza sus dos peleas por el título del mundo en Bangkok, en 1975, y Madrid, en 1977, donde el tailandés resultó vencedor

Perico Fernández en la Romareda en el verano de 1974, entre Violeta y Pelé.
Perico Fernández en la Romareda en el verano de 1974, entre Violeta y Pelé, a quien le da la mano.
Archivo Heraldo/Misis y Burgos.

ZARAGOZA. Manuel Alcántara y Fernando Vadillo fueron dos grandes comentaristas de boxeo; el primero, además, era poeta. Ambos le dedicaron comentarios a Pedro Fernández Castillejos, Perico Fernández (Zaragoza, 1952-2016), el púgil zaragozano que fue campeón del mundo de los superligeros en Roma ante Lion Furuyama y logró defender el título con éxito ante el brasileño Joao Henrique, un boxeador de escuela, inteligente y técnico, de buena esgrima; derrotado por Perico, dijo que tenía una mano impresionante, que pesaba.

Perico se convirtió en un mito en la España de un franquismo agonizante: fue recibido por Franco, tuvo mujeres por doquier, llegó a ganar catorce millones de pesetas al año (unos 84.000 euros de hoy) y fue homenajeado en la Romareda por el Zaragoza que se enfrentó al Santos de Pelé. Sin embargo, el boxeador que salió del Pignatelli aceptaría defender su título ante un adversario que pocas veces había subido a un ring normal: Saensak Muangsurin, que procedía del boxeo ‘thai’ y tenía una zurda de piedra. A esa pelea, que se celebró en Bangkok el 15 de julio de 1975, y a la otra, que se celebrará en Madrid el 17 de junio de 1977, dedica José Miguel Gala un libro que reconstruye la trayectoria del aragonés: ‘Perico. Muangsurin. Historia de una loca rivalidad’.

Doble caída: vidas paralelas

Gala ha hecho un rastro minucioso de diarios deportivos y de la bibliografía aragonesa como ‘En esta esquina, Perico Fernández’, de Alberto Maestro, ‘La vida en un puño’, de Mariano Gistaín y José Antonio Ciria, y el poemario ‘Perico Fernández que estás en los cielos’, de Juan Luis Saldaña y Octavio Gómez Milián, que han colaborado con el autor junto a David Giménez.

El libro es la crónica de una doble caída: la de Perico, que apenas logró levantar cabeza tras la derrota, por abandono, en Bangkok, culparía luego a "la puta calor" y a un presunto envenenamiento, y también la de Muangsurin, que realizaría una irregular y accidentada carrera como campeón del mundo hasta que, con problemas oculares ya, recibió una soberana paliza de Tommy Hearns, uno de los grandes boxeadores de todos los tiempos.

Como recordó un crítico, "el peor enemigo de Perico era el propio Perico". Era capaz de vencer al correoso Tony Ortiz, a Furuyama y a Henrique, y luego a dejarse ir porque era muy indisciplinado en el entrenamiento. Y extravagante y caótico.

"Perico es un bohemio, un púgil que ha inventado su propio sistema y su propia escuela. (...) Una criatura indómita, incontrolable, imprevisible. Pero también un genio de las doce cuerdas"

Dice Gala: "Perico es todo un personaje. En Roma, por ejemplo, a pocas horas de disputar el mundial, se emperró en que tenía que invitar al pianista del hotel a su combate, y hasta que no le consiguió una entrada para él, se negó a desplazarse al Palazetto dello Sport de la capital italiana".

Al principio de sus éxitos, el citado Alcántara escribió: "Perico es un bohemio, un púgil que ha inventado su propio sistema y su propia escuela. Fuma, bebe whisky lastimosamente mezclando con refrescos de limón y no aparece por el gimnasio más que cuando tiene que buscar a algún amigo. Una criatura indómita, incontrolable, imprevisible. Pero también un genio de las doce cuerdas".

Portada del libro de José M. Gala, publicado por Didot.
Portada del libro de José M. Gala, publicado por Didot.
Archivo Heraldo.

El 15 de julio de 1975 Perico perdía su título de modo lamentable. Vicente Carreño decía en ‘As’: "Saensak era una roca, un tipo con una fortaleza formidable, capaz de tragarse los golpes más terrible con una sonrisa en los labios". Perico había llegado poco antes a Bangkok y apenas había entrenado: "Perico se encierra en su habitación del Hotel President y se come un queso entero, un vaso de gazpacho y varias raciones de paella, a escondidas de Martín Miranda", que era su preparador y el ‘padre’ que no tuvo. La derrota los alejará con hostilidad y acusaciones de deslealtad.

La revancha en Madrid

La rivalidad de Perico y Muang-surin tiene un segundo episodio el 17 de junio de 1977 en Madrid. Ahora el campeón era el tailandés, al que un periodista había apodado ‘la sombra del diablo’. Perico se lo tomó algo más en serio, y preparó el combate en Los Ángeles de San Rafael sin auténtico sacrificio. Había dicho: "Voy a ganarle a ese chino. Tengo ganas de demostrarle que lo de Bangkok se debió al calor". El combate llegó a los quince asaltos, a Perico le faltó un poco más de convicción y combatividad, y el otro ganó a los puntos. El público arrojó botes al tapiz.

"Voy a ganarle a ese chino. Tengo ganas de demostrarle que lo de Bangkok se debió al calor". El combate llegó a los quince asaltos, a Perico le faltó un poco más de convicción y combatividad, y el otro ganó a los puntos

Con todo, Alcántara dijo que el zaragozano "hizo la pelea más gallarda y meritoria de su vida (…) Es más boxeador que el tailandés, pero no tiene o no tuvo anoche esa tremenda tenacidad de apisonadora que caracteriza al tosco y terrible Saensak". Desde entonces, se sucedieron los escándalos y aquí, en este libro, se cuentan unos cuantos.

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