Por
  • Enrique Abenia

'El cuarto pasajero': el loco y tenso viaje

Un momento de 'El cuarto pasajero', de Álex de la Iglesia.
Un momento de 'El cuarto pasajero', de Álex de la Iglesia.
Heraldo.es

El cine de Álex de la Iglesia, del que siempre se ha agradecido su total entrega a los géneros, temáticas e ideas que le apasionan, mantiene su capacidad de atracción. No obstante, en los últimos años resultan más perceptibles su irregularidad y su tendencia al exceso, vía en la que con facilidad se puede pasar de lo sugerente a lo menos favorable. ‘El cuarto pasajero’ aparca estas sensaciones y predispone enseguida al entretenimiento. La comedia juega con la situación del viaje en coche alocado y lleno de imprevistos desde la singularidad que puede surgir en los trayectos compartidos. El humor se construye sobre la creciente tensión del conductor, que planeaba declararse a su compañera habitual y que ve cómo todo se tuerce de mala manera por los desconocidos a los que sube. La habilidad en las modulaciones de cada momento exhibida por De la Iglesia se conjuga con el buen trabajo de Alberto San Juan (el más destacado), Blanca Suárez, Ernesto Alterio (en un modo ya distintivo) y Rubén Cortada, en perfecta conjunción.

'El cuarto pasajero' ***
Dirección:Álex de la Iglesia.
Guión:Jorge Guerricaechevarría y Álex de la Iglesia.
Intérpretes:Blanca Suárez, Alberto San Juan, Ernesto Alterio, Rubén Cortada y Carlos Areces. 

La pérdida de paciencia del estirado dueño del vehículo, que genera identificación por la suerte adversa y el encadenado de complicaciones, se debe a la actitud cargante del típico liante y a la amenaza que representa el guapo y relajado espíritu libre que completa el grupo. Las paradas, los abandonos por hartazgo y las vueltas atrás acaban por provocar el conflicto de fondo romántico, que también despierta afinidad.

Se sabe que la película, que por su premisa hace pensar (dentro de las diferencias) en la reciente ‘Con quién viajas’, va a desatarse todavía más, y el despliegue al respecto llega en la huida en medio del monumental atasco. Aparece el mencionado exceso, si bien los impulsos de De la Iglesia no implican patinazo. Aunque asoma lo desigual (por ejemplo, lo referente al personaje de Carlos Areces pedía mayor sorpresa), la secuencia depara buenos detalles disparatados.

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