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Una trilogía hecha columna: Mircea Cartarescu completa 'Cegador'

El escritor rumano, galardonado con el premio Formentor y el de la FIL de la Guadalajara, culmina un proyecto fantástico de narrativa

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Mircea Cartarescu, en una de sus visitas a España, donde es muy conocido. Todos los años suena como candidato al premio Nobel. 
Marta Pérez/Efe.

La columna de Trajano permanece en el foro imperial. Narra el triunfo que dotará a Roma de la máxima extensión de su historia. Desmenuza las guerras y victorias sobre los dacios, actual Rumanía. Y como un eco involuntario o una réplica de terremoto, viene ahora el rumano Cartarescu a dejar una de las mejores obras posibles en lenguas latinas hasta ahora escritas. Para interpretar la columna, hay que mirarla de izquierda a derecha. ‘Cegador’, la obra del escritor rumano, ‘circa’ mil quinientas páginas, empezó con ‘El ala izquierda de la mariposa’; luego ‘El cuerpo’; y ahora concluye con ‘El ala derecha’. Mismo sentido, parecida categoría tienen ambas obras.

No se trata de dilucidar, sí de saber que Cartarescu es de esos innovadores imprescindibles que al margen de tantos ruidos, proyecta silencios en la mente del lector para que recapacite de lo que es, de lo que puede leer y de lo que puede aprender. Leer a un gran poeta en magnífica prosa, provoca percepciones inesperadas. Como estas líneas que siguen. «La mariposa nos dice que solo más allá de la tumba está la gloria y el resplandor de nuestro verdadero ser. Pero no es un más allá horizontal, en el alargamiento de la rama y de la línea de excrementos, sino en ángulo recto, perpendicular a la realidad. Húmeda tras salir de la crisálida, con las alas arrugadas como dos ovillos cenicientos, como nuestros hemisferios cerebrales que un día extenderemos y nos alzaremos sobre el mundo, la mariposa permanece un tiempo aferrada a su cáscara de cristal, bombeando el flujo de su nueva sangre a las alas, hasta que se extienden inmensas, coloridas como el arco iris». Y la trilogía de ‘Cegador’, es el arco iris vital de Cartarescu, de Rumanía. 

Si ya se había visto en las dos anteriores, la vida en los setenta del siglo XX. Ahora, en este cierre de trilogía, se narra de manera tan fresca, irónica, cercana, callejera (en el mejor sentido, y en el peor), diáfana, y lo que es más importante, definitiva caída del régimen del zapatero y la sabia. Con toda la verdad falsa que acarreaba el régimen de Ceaucescu.

Si ya se había visto en las dos anteriores, la vida en los setenta del siglo XX. Ahora, en este cierre de trilogía, se narra de manera tan fresca, irónica, cercana, callejera (en el mejor sentido, y en el peor), diáfana, y lo que es más importante, definitiva caída del régimen del zapatero y la sabia.

Que nadie espere leer la cara A de ese período, ni la B, ni siquiera la C; podría ser la X por aquello de la incógnita o más bien por aquello de lo inesperado por lo tangencial pero seminal. Porque explica el modo y deconstrucción de un país de forma y manera que la Dacia parezca un ventano al otro lado de donde se lee el libro y por el que se puede ver el esperpento real que podía suceder en cualquier casa, familia, trabajo, cola.

La Casa del pueblo, el pretendido más grande edificio, pongamos que de la galaxia; se convierte en una rúa del Percebe sin más impostura que la que quiera poner el lector. Porque esa es otra de las gratia plena de la novela, hay margen, más del que parece, para que el que lee a Cartarescu amplíe, todavía más, el espectro imaginativo que despliega. No importa el lugar, Rumanía; ni lo que acontece, el fin de los Ceaucescu. La trama lleva su historia, por todos conocida. La mirada, la sorna, o el delirio, por no seguir llorando por lo que pasó, es lo que hace de la prosa de Cartarescu, ese pulso acompasado que todo buen lector desea tener entre líneas.

Como en un paseo otoñal, con el suelo lleno de hojas pero con ese sol que se va recogiendo pero aún calienta la espalda. Ese sol que engaña porque no evita resfriarse. Así trabaja también Cartarescu. Puede estar haciendo reír al lector europeo occidental para de repente soltarle esta frase, tan cierta como demoledora. "Todo Budapest está construido por serbios rumanos, con sus espinazos". De forma que al lector no le queda otra que volver a reconocer el trabajo ímprobo de los balcánicos para frenar a los turcos en la conquista de Europa.

Lecciones de historia amenas que también contiene esta novela que sin aspiraciones previas logra que al cerrar la tercera parte de la trilogía, se pueda asegurar que estamos ante uno de los escritores más puros, más valientes y vanguardistas. Los lectores en castellano debemos dar las gracias, otra vez más y van…, a Marian Ochoa de Eribe, que de un rumano bien imbricado deja el manuscrito con un ritmo tan rico que no parece haber sido rehecho. Hasta la inventiva manera de generar palíndromos expandidos. O que ocupando una línea entera, parezcan una ‘border line’ que el lector deba asumir.

Porque otra de las gracias de leer esta ala que cierra la mariposa de Cartarescu, es recoger las frutas hechas frases que trastocan el sentido previo del párrafo para dotarlo de otro inesperado y más perfilado. Porque lo que sucede en el bloque final de esta parte conclusiva de la trilogía, asemeja a esos momentos en que el prestidigitador desvela lo imprevisto. En este caso, el autor, sin hacer trampas, nos lleva al núcleo de lo que le sucedía al personaje para que sepa también el lector lo que le preocupaba. Tras tanta amenidad discursiva y enriquecedora, Cartarescu no olvida el empeño vital de explicar una vida, una manera de haber vivido y una forma de ver la vida como pocos pueden hacer.

Porque otra de las gracias de leer esta ala que cierra la mariposa de Cartarescu, es recoger las frutas hechas frases que trastocan el sentido previo del párrafo para dotarlo de otro inesperado y más perfilado.

Impedimenta, Cartarescu y Marian han cerrado en este ‘Cegador’, una trilogía que se leerá dentro de cien o dos mil años como un discurso alternativo de la historia rumana. Como una muestra del humor de nuestra época que concluye. Como un esfuerzo ímprobo y a la vez, fresco, por llevar la literatura un poco más allá. Donde ningún zapatero o sabia pueda difamar las obras que hacen a los humanos algo menos inhumanos. Lo podría contar otra columna aunque ya no esté el ibérico Trajano.

NARRATIVAS EUROPEAS

'El ala derecha. ‘Cegador, 3’. Mircea Cartarescu. Traducción de Marian Ochoa de Eribe. Editorial Impedimenta. Madrid, 2022. 553 páginas.

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