Paul Grey: "El baile no estaba en mis planes, pero un día probé... y ya ves”

El prestigioso bailarín y coreógrafo jamaicano pasó unos días por Zaragoza para recordar su etapa docente en la ciudad

El bailarín y coreógrafo jamaicano Paul Grey posa en la plaza del Pilar el pasado jueves 20 de octubre.
El bailarín y coreógrafo jamaicano Paul Grey posa en la plaza del Pilar el pasado jueves 20 de octubre.
Guillermo Mestre

El bailarín y coreógrafo jamaicano Paul Grey estuvo la semana pasada en Zaragoza. Figura clave de la danza americana, seguidor de los postulados de Ruth St.Denis, Martha Graham, Doris Humphrey, Lester Horton y Alvin Ailey;con éste último trabajó activamente. Septuagenario en plena forma, vive actualmente en Darmstadt (Alemania), muy cerca de Fráncfort; pasó un largo tiempo en Zaragoza en los 80 y 90, y varias profesionales locales citan su nombre como clave en el desarrollo de la danza contemporánea en Aragón.

Grey ha venido este octubre para una serie de actividades formativas con La Escuela de Mamá de Mamen Martínez, La Ventana Cultural de Rosa Escuin, la Escuela de Danza Ana Continente, Anabel Márquez, Maribel Andrés, Pilar García... todas ellas salidas de la escuela de la recordada Emilia Bailo. "Es un gran profesional, un hombre sencillo que nos ha enseñado mucho", explica Martínez.

Retrato de Paul Grey en la plaza del Pilar de Zaragoza.
Retrato de Paul Grey en la plaza del Pilar de Zaragoza.
Guillermo Mestre

Grey es un tipo afable, que conserva al hablar la inocencia de un chaval. "El baile no estaba en mis planes, la verdad, pero un día probé... y ya ves. Me mudé a Nueva York a los 16 años para reunirme con mis padres. En Long Island, la zona donde vivíamos, vi un anuncio del Dance Theatre Of Harlem de Arthur Mitchell. Fui, les gusté y me consiguieron una beca de seis meses para la escuela de danza clásica de Rebekah Harkness".

"Tenía la osadía del que no sabe nada acerca de cómo funcionaban las cosas en el mundo de la danza"

Una audición en Boston le valió su primer trabajo. "Tenía la osadía del que no sabe nada acerca de cómo funcionaban las cosas en el mundo de la danza. Luego llegó la oportunidad de probar con Alvin Ailey, un pionero para los bailarines afroamericanos, que se había formado con Lester Horton y fundó el American Dance Theater. Entré en la tercera compañía de Ailey como coreógrafo y luego también como bailarín, me subieron a la segunda y giré por todo Estados Unidos".

Estrellato repentino y duradero

Una presentación en Harlem catapultó a Grey a la fama. "Ese día me permitieron bailar un solo y al día siguiente había reseñas muy elogiosas sobre la compañía en el ‘New York Times’, el ‘Daily News’ y el ‘Post’, con comentarios increíbles sobre mí. ¡Me llamaron y me dijeron que comprase los tres periódicos! Fue mi billete para la primera compañía de Ailey".

El joven jamaicano quiso luego conocer el mundo, y la bailarina Joyce Trisler le ayudó a conseguirlo. "Era una locura de coreógrafa, una mujer excepcional, me ayudó mucho. Ya nunca he parado". Su paso por Zaragoza viene de un cursillo de danza moderna que impartió en París. "Allá conocí a una aristócrata catalana, Diola Maristany, también bailarina. Le encantó el curso y me invitó a pasar una semana en Barcelona. Luego me llamaron para un mes de trabajo en Madrid, me gustaba mucho el ambiente de aquellos años 80. Surgió una oportunidad de trabajo en Zaragoza, poco después de la entrada de España en el Mercado Común Europeo, y la acepté. Era en la ESARC, que llevaba Juan Salgado".

Grey ya está de vuelta en Darmstadt; agotado, pero feliz. "Los días en Zaragoza han sido intensos; además, aquí coméis mucho y bebéis buen vino, que sepas que compro vino de Cariñena en mi supermercado alemán. Mis amigas de Zaragoza son fieles, me quieren... y el cariño es mutuo”.

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