Por
  • Enrique Abenia

La asistente estrella

Nathalie Emmanuel, en 'La invitación'.
Nathalie Emmanuel, en 'La invitación'.
HA

En esta vida hay cosas poco casuales en cuanto a las propuestas atrayentes que surgen de repente, que con frecuencia esconden otros intereses.

‘La invitación’ juega con una cautivadora situación y con el truco y la letra pequeña que encierra en forma de horror. Una joven que se ha quedado sin familia se hace un test de ADN para descubrir posibles parientes y enseguida contactan con ella desde Inglaterra, felices de hallar a su prima, y la invitan a una boda de la alta sociedad. 

En la mansión recibe un protagonismo exagerado que le provoca extrañeza pero se deja llevar. Lo oculto hace pensar en las costumbres y necesidades secretas de ciertas élites, evocación a partir de la que se despliega después una popular temática del fantástico. Aunque se sabe que va a haber un giro, la película entretiene bastante por la descripción de la fachada construida y genera curiosidad por ver la materialización concreta de la amenaza.

La directora Jessica M. Thompson, que deja algunos buenos detalles de composición, busca darle un toque a la fórmula habitual, vestirla. Un aspecto que conecta con que el tipo de relato apela al público al que le gustan las historias de magia romántica que esconden lo oscuro, ya que se centra en la atracción entre la protagonista (Nathalie Emmanuel, actriz de ‘Juego de tronos’ y de la saga ‘Fast & Furious’) y el guapo y muy rico joven señor de la casa, quien desde el principio se fija en ella.

'la invitación' ***
Dirección:Jessica M. Thompson.
Guión:Blair Butler.
Intérpretes:Nathalie Emmanuel, Thomas Doherty, Stephanie Corneliussen, Alana Boden, Hugh Skinner y Sean Pertwee.

El filme consta también de un lado efectista, reflejado en los sustos sonoros y en la exposición de las primeras muertes. El componente enlaza con el tono verbenero exhibido en la modulación que realiza de la figura clásica mostrada en la revelación, deslizada en algunos guiños previos (las ‘damas de honor’, el apellido mencionado). El tratamiento ejerce simpatía por su lúdica falta de vergüenza. Asimismo, la decisión radical que toma la víctima para intentar escapar desprende atractivo.

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