Por
  • Enrique Abenia

El vínculo y la cocina

Enric Auquer y Karra Elejalde, en 'La vida padre'.
Enric Auquer y Karra Elejalde, en 'La vida padre'.
HA

Los reencuentros inesperados descolocan y alteran, sobre todo cuando remueven y traen cambios.

‘La vida padre’ aplica la situación a las relaciones paternofiliales abordadas desde la combinación del juego cómico y el sustrato emotivo. Muestra a un afamado chef de estrella Michelin de realidad rígida y vacía, demasiado inmersa exclusivamente en su restaurante, que debe asimilar la reaparición de su imprevisible padre, al que perdió cuando era niño, y saber llevar su desubicación, con su mente anclada en el pasado como consecuencia del trauma y de un síndrome. 

El director Joaquín Mazón ofrece una película bastante más conseguida que ‘Cuerpo de élite’, su anterior largo, con más detalles de los esperados y beneficiada por la notable actuación de Enric Auquer, que sorprende, y por un Karra Elejalde en su salsa interpretativa. En el desarrollo da algunas vueltas y cae en una ligera dispersión, pero agrada por su tono y sus ideas, a lo que se añade el interés que ejerce la plasmación cinematográfica del componente culinario y gastronómico.

El contexto del que parte la historia presenta aspectos llamativos (el factor bilbaíno le confiere además un toque) y remite tanto a la nostalgia como a la culpa por lo que provoca una trastada infantil. La narración describe después al proceso de recuperación de los lazos. Un camino que en lo que respecta al hijo conlleva una evolución en forma de relajación, apertura e implicación afectiva (quiere a su padre de nuevo en su vida pero le cuesta, de ahí a la vez su fijación por la receta clave). En lo relativo al progenitor, la amnesia propicia reacciones y afirmaciones alocadas y se acompaña del significado de la lucidez hallada en la cocina.

'la vida padre' ***
Dirección:Joaquín Mazón.
Guión:Joaquín Oristrell.
Intérpretes:Enric Auquer, Karra Elejalde, Megan Montaner, Lander Otaola.

Aunque en el fondo funcional y no perfilada del todo (como ocurre con los guiños sobre la visita de los Reyes), la subtrama en torno a la neuróloga encarnada por la oscense Megan Montaner constituye un complemento vistoso.

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